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¿QUÉ ES UN PROBLEMA CIENTÍFICO?

lmbo21Ensayo19 de Julio de 2017

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¿QUÉ ES UN PROBLEMA CIENTÍFICO?

1. ¿QUÉ ES UN PROBLEMA?

La palabra “problema” y sus equivalentes en otros idiomas designan una dificultad que no puede resolverse automáticamente, esto es, con la sola intervención de los reflejos incondicionados o aprendidos. La formulación lingüística de una dificultad suele tomar la forma de una pregunta, al como: “Cuál es el origen de la vida? En cambio, el enunciado de la tarea que propone un problema suele tomar la forma de una oración imperativa, tal como: “Averiguar el origen de la vida”. Los problemas humanos son preguntas que se plantean en las esferas del hacer (problemas prácticos),  del conocer (problemas teóricos y/o prácticos) y del decir (problemas lingüísticos).

Un problema puede consistir en:

1) Llenar un vacío existente en nuestro equipo biopsíquico o cultural, sea en:

2) Resolver una contradicción entre dos o más proposiciones.

        Las tareas de la primera clase pueden clasificarse, a su vez, en estos dos grupos:

  1. problemas de encontrar, crear o construir algún objeto material o ideal, y
  2. problemas de demostrar (o refutar) o confirmar (o disconfirmar) una proposición o un sistema de proposiciones (teoría).

Los demás animales buscan cosas y crean nuevas pautas de su propia conducta individual y social para resolver los problemas que les presenta toda situación nueva, para enfrentar la cual no les basta “su stock” de cosas y reflejos. Sólo el hombre se plantea problemas lógicos como son demostrar un teorema, confirmar una hipótesis científica, o decidir entre teorías incompatibles. Más aún; el hombre es el único animal problematizador, el único que descubre dificultades por placer. Como si nos propusiéramos refutar la filosofía pragmatista, nos complicamos  la vida inventando problemas que se agregan a los que nos plantea el medio natural y social en relación con la lucha por la vida. A tal punto que asignamos tanto o más talento –o peligrosidad, según el caso- al que es capaz de “ver” problema nuevos a quien es capaz de resolverlos.

        La actitud del problematizadora se acentúa en la ciencia y en la filosofía crítica (no dogmática). Así por ejemplo, un objeto arcaico recién descubierto en una excavación será una mercancía para el anticuario, un estímulo de sensaciones estáticas para el esteta, y algo que llena una casilla para un coleccionista. En cambio, para el arqueólogo será un problema o. mejor dicho, planteará un cúmulo de problemas. El objeto tendrá “sentido” para el arqueólogo en la medida en que sea testimonio de una cultura desaparecida, algunos de cuyos rasgos podrá inferir del examen comparado del objeto,, cuya forma y función podrá explicar formulando conjeturas (hipótesis) acerca del modo de vida y de pensamiento de las gentes que lo hicieron y lo usaron. Para el arqueólogo, en suma, el objeto no será un mero dato, sino que le propondrá un grupo de problemas cuya solución provisional constituirá un nuevo dato.

        Advertir problemas que los demás pasan por alto, plantearnos con claridad, encajarlos en un cuerpo de conocimientos, resolverlos con el máximo rigor posible proponiéndose primordialmente enriquecer el sabor: tales son los cometidos del investigados científico, problematizador –pero no misterizador- por excelencia.

2. ¿EN QUÉ CONSISTE EL PLANTEO CIENTÍFICO DE UN PROBLEMA?

Decía Kant que lo que es dato (Gabe) para la sensibilidad, es tarea (Asígabe) para el intelecto. El entendimiento no se conforma con los datos que le proporcionan los sentidos: los elabora, los pone en duda, y crea nuevos objetos. El término “dato” es algo infortunado, pues sugiere una actitud pasiva. No todo dato nos es dado; la experiencia cotidiana provee datos propiamente dichos; pero la experiencia científica busca nuevos datos y hasta los produce deliberadamente, como ocurre con la experimentación. Además, en la esfera del conocimiento no hay dato sin problema, ni problema sin dato. En efecto: la investigación científica es una actividad consistente en advertir, plantear y resolver problemas, y ninguno de estos tres momentos se da en el vacío, sino que supone un conjunto de datos, algunos de los cuales figuran explícitamente en los enunciados de los problemas. Toda ciencia hecha es un conjunto de respuestas a un círculo de problemas, respuestas que a su vez plantean nuevas a la investigación.

Un problema puede considerarse planteado científicamente, si:

  1. se lo formula en términos inteligibles y precisos;
  2. se dispone de un fondo de conocimientos en el que pueda encajar, y
  3. puede abordárselo mediante algún procedimiento (método o técnica) disponible o inventable.

No se plantea, un problema cuando no se sabe nada; y, cuanto más se sabe, tanto mayor es el número de problemas que se pueden plantear. Moraleja: De poco sirve saber mucho, si el saber no alcanza para plantear problemas nuevos.

        Así, por ejemplo, el planteo científico de la pregunta filosófica: ¿Qué es el espacio?”, supone el caudal de conocimientos de que dispone la física y la matemática acerca de los distintos espacios. Y el dato de que mediante el microscopio electrónico se  ha descubierto un virus cancerígeno, no tiene sentido para un indio toba que vive de la caza y de la pesca, pues pertenece a un círculo de problemas que no es el suyo. No hay problema científico sin datos, ni dato que tenga sentido fuera de un círculo de  problemas.

        “¿Cuál es la fórmula exacta del óxido de platino?” Quien se formula esa pregunta con ánimo de responderla científicamente conoce al menos algunas propiedades del compuesto en cuestión y domina las técnicas del análisis químico y físico. En cambio, quien pregunta: “¿Cuál es el sentido de la vida?”, o suele entender los términos “sentido” y “vida”, ambos sumamente vagos y ambiguos, ni tiene idea del método mediante el cual podrá alcanzar una respuesta. No podrá pretender una respuesta precisa quien no formule la cuestión en términos inteligibles y precisos, y carezca de los medios para resolverla.

        Rara vez nos planteamos problemas para cuya solución carecemos de métodos adecuados; pero a veces carecemos de dichos métodos, lo que nos plantea un nuevo problema; el de diseñar nuevos métodos. Es lo que hizo el adolescente Evariste Galois, ante la imposibilidad de resolver ecuaciones algebraicas de grado superior al cuarto por medio de la radicación. Obviamente, Galois ni siquiera se hubiera propuesta este problema, si no hubiera dispuesto del dato de que el método de la radicación había fracasado en relación con dichas ecuaciones.

        La naturaleza de los problemas científicos no está determinada solamente por la naturaleza de los objetos a que se refieren. La propia selección de los problemas está determinada por los conocimientos disponibles, por intereses teóricos (confirmación o refutación de una teoría), por las posibilidades metodológicas (disponibilidad de una técnica adecuada) y aún por supuestos filosóficos (p. ej. la posibilidad de averiguar la esencia de las cosas). Los problemas no “surgen”, no “se” nos plantean, no “se” nos dan impersonalmente: somos nosotros con nuestros conocimientos y nuestros prejuicios, quienes los formulamos.

        Por ejemplo, ¿por qué a los físicos y demás científicos que se ocupan de la naturaleza, casi nunca “se” les plantean problemas que exijan el empleo de la lógica simbólica? ¿No será, al menos en parte, porque están habituados a recurrir al equipo numérico y métrico que provee la matemática común? Si recibieran una instrucción tan intensa como la matemática que reciben actualmente: ¿no “se” les plantearían con mayor frecuencia problemas de naturaleza lógica, tales como los que se resuelven  mediante el álgebra de las clases?

3. ¿QUÉ PREGUNTAS SE FORMULA UN INVESTIGADOR ANTE UN PROBLEMA PARTICULAR?

        El investigador científico no suele formularse una pregunta asistida, sino una constelación de preguntas: o, si se prefiere, los problemas científicos suelen consistir en grupos de preguntas, y ello especialmente en el terreno de las ciencias de la realidad. Supongamos que un sociólogo se proponga estudiar el problema psicosocial del liderazgo en una comunidad determinada. ¿Qué cuestiones se planteará? Morrid y Seeman proponen la siguiente lista de preguntas:

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