ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

RESUMEN DEL LIBRO EL ALMA DE LA TOGA


Enviado por   •  20 de Marzo de 2017  •  Resúmenes  •  4.280 Palabras (18 Páginas)  •  2.700 Visitas

Página 1 de 18

RESUMEN DEL LIBRO EL ALMA DE LA TOGA

¿Qué es una Abogado?

En la narración Roberto Ibáñez Mariel, comenta que todos sin excepción de profesiones nos consideramos abogados y que los de profesión en Derecho aún más, por la soberbia que les dan los conocimientos teóricos, ya que en el aula de la facultad solo les enseñan a base de las doctrinas escritas comenzando por sus antecedentes y de ahí a memorizar los conceptos y enfocarse en las buenas calificaciones y en pasar los exámenes para acreditar la asignatura; de ahí que el estudiante más sobresaliente es por el más mínimo mérito de seguir el método o plan de estudios impuesto por la universidad y el docente.

En cuanto a este en ocasiones no es lo esperado pues en la mayoría de las ocasiones desconocen el verdadero fin de la abogacía, y creen que el mero conocimiento teórico que proporcionaron a los alumnos es el indicado, de ahí que tanto en docentes como alumnos predomine la pedantería en lugar del conocimiento y la verdad.

Para usar el término “abogado” es indispensable dejar de lado la teoría y las buenas calificaciones obtenidas en la universidad, ya que el empleo de este término solo es correcto empleado a todos aquellos que dedican su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los Tribunales, mientras tanto los que están sentados en escritorios, los simuladores del derecho (coyotes), intermediarios, son solamente “Licenciados en Derecho”, título profesional que entrega la universidad al concluir y cubrir todos los créditos requeridos por esta.

Para un abogado es mil veces mejor la rectitud de la conciencia que el conocimiento teórico, es decir la habilidad mental, la astucia y el compromiso para con quien confía en ellos, por lo que es importante que el abogado sea bueno, firme, prudente, paciente y tenga la pericia para portar honradamente el título de “ Abogado”.

La Fuerza Interior.

Esto básicamente es la voluntad, la confianza, la energía propia para logar y desarrollar correctamente su oficio u profesión, ya que nadie debe esperar de otra persona o en otra cosa esta fuerza.

Dentro de nosotros siempre se hayan voces interiores y en la abogacía más pues todo comienza al saber de un asunto y saber si es para nosotros, durante el proceso al saber si vamos en la dirección correcta ya que al final la intensión y propósito es salir triunfante y sobre todo con el conocimiento de que fuimos útiles para un tercer que confió en nosotros, ya que nuestra labor es una contradicción, no ejercemos solos está el cliente, su familia y el hecho ilícito por el cual vamos a entrar en controversia.

Ya que las decisiones de un hombre prudente son el fruto de respeto a opiniones contenciosas y estímulos del exterior porque una vez definido el criterio y el rumbo trazado hay que olvidarse de todo lo demás y seguir imperturbablemente nuestro camino, pues como buen abogado debes dar lo mejor de ti, ya que otra persona ha depositado su confianza a tu buen juicio, porque no es válido que cuando nuestra voluntad desmaye o el pensamiento titubee nos excusemos diciendo frases que no vienen al caso y que muestran la incompetencia nadie nos perdonara.

En la abogacía el alma actúa sola, porque cuanto se hace es obrar de la conciencia y nada más, y no decir que es el alma y el derecho, ya que este último es una cosa que se ve (legislaciones), se interpreta y se aplica.

Sólo en nuestro ser se haya la fuerza de convicciones, la definición de justicia, el aliento para sostenerla, el noble estímulo para anteponerla al interés propio y quien no reconozca en sí mismo estos que no abogue pues es incapaz. El abogado tiene que comprobar a cada minuto si tiene la fuerza interior que ha de hacerle superior al medio ambiente que lo rodea y si tiene duda debe cambiar de oficio.

La Sensación de la Justicia.

El derecho no establece la realidad de los hechos sino que le sirve, ya que la justicia no se encuentra plasmada en las doctrinas, así solo está la obra del legislador; por eso la justicia no es fruto de un estudio sino de una sensación.

El derecho no son los pasos de vida que debe seguir un individuo, ya que este cambia y se modifica según las necesidades de los hechos del hombre, de ahí que al abogado lo que le debe importar es saber de la vida de lo contrario su conocimiento del derecho no le servirá de nada porque este siempre estará en los libros, mas sin en cambio lo que la vida y las sociedades reclama no está escrito en ningún lado; quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para advertirlo, será abogado.

La fuerza de las cosas, la presión de los hechos y de las necesidades prácticas motivan el interés del abogado en ver y observar la importancia de los intereses en la vida humana, pues constantemente se están formando instituciones jurídicas nuevas para salvaguardar la integridad y derechos de los individuos de las injusticias de las autoridades.

La pugna entre lo legal y lo justo no es invención de novelistas y dramaturgos, sino producto vivo de la realidad; el abogado debe estar bien apercibido para servir lo justo aunque haya de desdeñar lo primero y esto no es de estudio sino de sensación.

El legislador, el jurisconsulto y aun el abogado, deben tener un sistema, una orientación del pensamiento, pero cuando se presenta el pleito en concreto, su inclinación hacia uno u otro lado debe ser hija de la sensación, ya que si al ser consultado no lo experimenta y cree que la razón está en los textos se expone a tejer artificios legalistas ajenos al sentido de justicia.

El hombre necesita un sistema de moral, pero no ser juguete de los vientos y cuando se halle orientado moralmente su propia conciencia le dirá lo que debe aceptar o rechazar sin obligarte.

La Moral del Abogado.

La mayoría piensa que la profesión del abogado es de una moralidad intrínseca e inevitable por la conducta depravada o simplemente desvalida. Pero la abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia pues se desprende de ahí que el conocimiento crítico para la ética abogadil es el de aceptar o repeler el asunto.

Como la responsabilidad es nuestra, a nuestro criterio hemos de atenernos y sólo por él nos hemos de guiar, porque malo sería que erremos y defendamos como moral lo que no es, por eso debemos resolver en el sentido que la moral nos marque y pelear contra la ley injusta e inadecuada, ya que hay que servir el fin bueno aunque sea con los medios

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (25.2 Kb)   pdf (68.9 Kb)   docx (24.5 Kb)  
Leer 17 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com