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Resumen El Príncipe


Enviado por   •  29 de Octubre de 2012  •  1.531 Palabras (7 Páginas)  •  394 Visitas

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RESUMEN DE LA OBRA “EL PRÍNCIPE”

El príncipe es una magnífica obra muchas veces considerada una doctrina filosófica, ya que nos muestra una nueva forma de pensar dejando de lado nuestro lado humano, es decir los sentimientos, esta obra fue dedicada al Lorenzo II de Medici, duque de Urbina, y aun con el paso del tiempo, las ideas de este libro siguen vigentes en algunas doctrinas como el pragmatismo.

La forma más común de adquirir es mediante la herencia, es decir que el poder permanezca en la misma dinastía durante el paso del tiempo, pero también existen otras formas, cuando los nuevos príncipes no pertenecen a la familia real, sino que son del todo nuevos o son miembros cercanos a la realeza.

La manera más fácil conservar un Estado hereditario; es decir que el poder pase de padre a hijos durante muchos siglos, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que durante todo el tiempo transcurrido las personas del pueblo adoptan una forma de costumbre, ya que el ser humano siempre huye al cambios, es por ello que un príncipe de mediana inteligencia puede conservar el trono fácilmente, a no ser que una fuerza mayor lo saque del trono, pero incluso así solo debería esperar a que cometa un solo tropiezo para recuperar el poder.

Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber borrado de la línea del príncipe que los gobernaba porque siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecen sosegados.

Sólo con muchísima dificultad podrá perderlo. Las colonias no cuestan, y son más fieles y entrañan menos peligro; y que los damnificados no pueden causar molestias, porque son pobres y están aislados.

El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización distintas a las de la suya, debe también convertirse en paladín y defensor, ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que, bajo ningún pretexto, entre en su estado un extranjero tan poderoso como él.

Los modos de conservar un Estado que, antes de ser conquistados, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero destruirlo; depuse radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligando a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista. Como ese gobierno sabe que nada puede sin la amistad y poder del príncipe, no ha de reparar con medios para conservarle el estado. En verdad el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir a vivir libre es destruirla. Ya que al dejarla con sus ideales se estaría arriesgando a una posible rebelión.

Los príncipes que adquieren su poder mediante una rebelión, conservan el principado con dificultades, pero lo conservan sin sobresaltos, las dificultades nacen en parte de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el estado y proveer de seguridad. Estos revolucionarios tropiezan con grandes dificultades, que todos los peligros surgen en su camino y que sólo con gran valor pueden superarlos; pero vencidos los obstáculos, y una vez que han hecho desaparecer a los que tenían envidia de sus virtudes, viven poderosos.

Cuando se obtiene el principado con fortuna de otros, el príncipe nuevo debe creer necesario defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los que puedan perjudicarlo, reemplazar con nuevas leyes antiguas, ser severo y amable, magnánimo y liberar, disolver la milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de buen grado.

El primer caso es el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos; y después, el caso en que llega a ser príncipe por el favor de los conciudadanos. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo en la mano, es decir alerta siempre a una traición.

Un príncipe que gobierne un lugar con bastante influencia y a quien el pueblo no odie, ni puede ser atacado pero si lo fuese, el atacante se vería obligado a retirarse sin gloria, porque son tan variables las cosas de este mundo que es imposible que alguien

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