Sentido De La Vida
angello157 de Abril de 2014
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La pregunta por el sentido como apertura a la Trascendencia
Miguel Angel Calavia
Miguel Angel Calavia es Director y Profesor de Teología Pastoral en el Institut Superior de Ciències Religioses Don Bosco (Barcelona).
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
Desde la convicción de que tanto la pregunta por el sentido como la apertura a la Trascendencia surgen y se viven en la vida y en la cultura, el autor orienta la pregunta por el sentido desde los tres caminos que se abren a todo ser humano: la relación consigo mismo, con los otros y con los acontecimientos; y perfila una apertura gradual a la Trascendencia hasta llegar al Dios de Jesús. Desde aquí propone algunas claves para educar esta necesaria apertura.
Quisiera comenzar con una afirmación que enmarca mi reflexión y el desarrollo de las páginas que siguen: tanto la pregunta por el sentido, como la apertura a la Trascendencia surgen y se viven en la entraña de la vida y de la cultura; y la orientación de dicha pregunta y apertura depende en gran parte de la profundidad que tiene nuestra apertura a la realidad. Creemos con frecuencia que poseemos ya una visión completa de todo; y, sin embargo, no hay tal. No pasamos de vivir de sensaciones, impresiones y experiencias más o menos superficiales, sin percatarnos de los ejes subterráneos que las organizan; ejes que se enraízan en la dimensión más específicamente humana que es la apertura: hacia uno mismo, los otros y el mundo natural. Enumeramos dos de estos ejes o dinamismos:
Vivimos buscando.
Vivir significa buscar. Todo en la vida humana está en función del proceso establecido entre necesidad-tener, buscar-encontrar, conocido-por conocer, desear-satisfacer... Está búsqueda nos ayuda también a comprender lo que es relativo o absoluto. En efecto, el hacernos preguntas evidencia que no podemos pretender la posesión de la verdad definitiva, y en ese sentido hemos de aceptar nuestra indigencia y provisionali¬dad. Y el obtener respuestas nos sitúa en un horizonte de "absoluto", que nos lanza a buscar más allá; lo cual "relativiza" los pequeños hallazgos de cada día, y nos abre el camino a una respuesta más satisfactoria.
La vida humana entre la pregunta y la respuesta
Expresión de la vida como búsqueda es el proceso de preguntas y respuestas, presente tanto la propia biografía como en la historia. En toda pregunta expresamos la necesidad radical que hay en nosotros. Y recibimos una respuesta cuando personalizamos las necesidades y deseos ya satisfechos.
Pero hay un trasfondo en este binomio pregunta-respuesta no fácilmente detectable. Muchas veces se absolutiza la respuesta (por ejemplo, cuando se concibe y ofrece la educación como mero trasvase de conocimientos; o el camino de la fe se identifica con el simple ejercicio de memorización de fórmulas, práctica de unos ritos, o sometimiento a una autoridad...), olvidando que donde no hay una pregunta no cabe proponer una respuesta. Y si la misma pregunta es impuesta, olvidamos la capacidad de preguntarse que tiene toda persona. No habrá auténtica respuesta porque nunca nació de una pregunta previa. Pero también se puede absolutizar la pregunta olvidando la necesidad de respuestas para vivir. Necesitamos saber para vivir. Y no se recibe la respuesta porque la pregunta continua le cerró el paso (por ejemplo, cuando educación se reduce a mera discusión; la Biblia a comentario de textos; la oración a meditación trascendental o sesión terapéutica; y el cristianismo a mero humanismo...).
1. 1. La pregunta por el sentido en los tres caminos de la apertura humana
Esta capacidad de preguntarse y buscar se desarrolla en los tres caminos que se abren delante de toda persona, apenas es consciente de lo que le rodea: La relación consigo mismo/a: hasta lograr una identidad madura; la relación con los otros y los acontecimientos: contribuyendo al logro de una sociedad y cultura más humanas; y la relación con el mundo natural: para hacer de él una morada digna y habitable de la humanidad.
En este triple camino, con visos de auténtica aventura, no partimos de cero. Nos ayudan:
- El conjunto de saberes, patrimonio de la humanidad. Saberes de todo tipo:(científicos, tecnológicos, humanísticos, lingüísticos, religiosos, estéticos, simbólicos),.todos ellos al servicio de la vida y de su verdad. Todas las personas han de tener el derecho y la oportunidad de analizarlos y asimilarlos...
- Y el conjunto de valores que los hombres y mujeres han creado y vivido en la historia. Todas las personas están llamadas a elegir y vivenciar un cuadro de valores que favorezca el propio crecimiento y el del entorno; y dejar a un lado todo aquello que impida este proceso.
Pero todos somos conscientes de que los saberes y valores no son suficientes, necesitamos algo más. Necesitamos una perspectiva y un horizonte donde situar unos y otros para que contribuyan al éxito en la triple aventura antes mencionada. Y es aquí donde aparece la búsqueda de sentido, es decir, aquello por lo que una persona vive, ama, se relaciona, lucha, trabaja...Cada persona es libre y autónomo, es responsable de la propia búsqueda; por eso existen diversidad de sentidos: humanista, materialista, hedonista, inmanente, trascendente, cristiano; sentidos a corto, medio o largo plazo, parcial o global, temporal o definitivo. Es aquí, en la pregunta y la búsqueda de sentido, donde se enraíza y se inicia la apertura a la Trascendencia.
2. 2. La Trascendencia: una realidad poliédrica
El tema de la Trascendencia está de moda. A alguno le puede chocar semejante afirmación, sobre todo si se piensa en los altos porcentajes de indiferencia religiosa, agnosticismo y secularismo en países tradicionalmente católicos como el nuestro. Pero es cierto que el término (trascendencia, trascendente, trascendental....) aparece por doquier, y en torno a las situaciones y ámbitos más dispares, tanto en su acepción laica como religiosa. Algo querrá decir...En cualquier caso, un signo de que el ser humano no se resigna a quedar encerrado en el estrecho marco de lo inmanente y cotidiano, y aspira a “Algo más” o a “Alguien” que está en la raíz o en el horizonte de sus deseos más profundos.
La palabra “trascendencia”, desde el punto de vista etimológico, expresa un “movimiento” de travesía (trans) y de subida (scandere), un cambio de lugar o un cambio de nivel. “Ir de un lugar a otro, atravesando o traspasando cierto limite” [1]. Este significado espacial no aparece normalmente en nuestras conversaciones ordinarias. Aparece más frecuentemente para identificar realidades, valores, actitudes y situaciones que “sobre-pasan” los límites normales de lo ordinario o cotidiano de la vida; realidades que son importantes porque apuntan a “algo más”. Desde esta acepción, es normal escuchar frases como: Esto es trascendental para mi vida...para mi carrera... para mi trabajo. Estamos ante un hecho trascendental para la vida de nuestro país... Sentido trascendente de la vida...Educar para la Trascendencia...
Dejando al margen el significado “espacial” de la palabra trascendencia, partimos de la acepción “vital” del termino, más común en nuestras conversaciones, e intentamos un camino gradual de apertura a la Trascendencia, que nos permita identificarla, desde sus perfiles y significados más laicos o profanos, hasta llegar al Dios de Jesús, en quien creemos los cristianos. Se trata de un camino gradual y pedagógico, en el que, como en la pintura de cuadro cuyos trazos se hacen cada vez más nítidos gracias al trabajo del artista, o en el revelado de una fotografía, se van dibujando poco a poco los siguientes perfiles:
- - La trascendencia como “apertura” del hombre a la realidad (Yo, los otros, el mundo)
- - La trascendencia identificado con “lo Absoluto”, horizonte de todo crecimiento humano.
- - La Trascendencia identificada con el “Misterio de Dios” y sus distintas manifestaciones en la vida y cultura humanas.
- - La Trascendencia identificada con el Dios, desvelado en la vida y mensaje de Jesús, el Cristo.
En este camino presentamos también claves que hacen “razonable” la apertura de la persona a la Trascendencia, junto a algunos valores, actitudes o experiencias que nutren esta apertura.
2.1. La Trascendencia como “apertura” del hombre a la realidad.
La realidad se presenta como algo-significativo-para-el-hombre; «dice algo», «habla». La realidad no discurre ante nuestra mirada de forma indiferente, sino que nos permite abrirnos a múltiples posibilidades y realizarnos como personas. Pero la realidad es significativa a distintos niveles. Se nos “muestra” y nos “habla” de diferentes formas; da pie a múltiples experiencias y, consecuentemente, origina diferentes niveles de conocimiento y de lenguajes.
- - Si la realidad nos habla en su dimensión meramente fenoménica-empírica (lo perceptible a través de los sentidos externos), la experiencia y el lenguaje subsiguientes se situarán en el plano empírico; es el caso de la lectura científica de la realidad.
- - Pero la realidad se nos presenta también repleta de intencionalidad y simbolismo, como sucede para el artista o el poeta; con una carga afectiva que invita a entrar en comunión con ella. Entonces la experiencia y lenguaje consiguientes se sitúan en un horizonte más global
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