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Socrates, reflexiones sobre sus enseñanzas

neylar76Ensayo2 de Septiembre de 2016

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD RAFAEL BELLOSO CHACÍN

VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO

PROGRAMA DOCTORAL CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

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FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

GRANDES FILÓSOFOS DE LA EDUCACIÓN

Autoras  Mg. Angélica Acosta Cañas

                                                                                      Esp. Marta Terraza Escorcia                                                                                        

Esp. Neyla Rodríguez Pérez

Mediador: Dr. Marcos Gutiérrez

                                                                                   

Maracaibo, noviembre 2015

SÓCRATES, EL INCANSABLE PREGUNTÓN. REFLEXIONES SOBRE SUS ENSEÑANZAS

¿Cómo se pueden contextualizar en la Educación del siglo XXI los importantes aportes de Sócrates, el sabio ateniense?

     El anterior interrogante es el que anima a las autoras a realizar el presente escrito. Atendiendo a este y con el objeto de lograr una mayor comprensión, se decidió ir desglosando el pensamiento del sabio en mención y al mismo tiempo contextualizarlo a luz de nuestros días, sirviéndonos de teorías educativas y psicológicas vigentes en nuestro sistema educativo.

     Ciertamente, todo el planteamiento de Sócrates parece (sin saber si pecaremos de atrevidas) que hubiera sido la fuente que inspiró a muchos filósofos, pedagogos y psicólogos en la construcción de su teoría. No en vano es llamado “Maestro de maestros” Sócrates es un sabio de referencia de la Grecia que sería el germen de toda la cultura occidental. Sin dudas de ninguna clase una de las mentes más influyentes de la historia. El antiguo sabio logró establecer un sinnúmero de enseñanzas que tienen una grandísima importancia, en los campos antes mencionados, tanto  que aún hoy tienen gran validez.

El autoconocimiento

     Ahora bien, Hernández (2008) devela que era una preocupación de Sócrates que los jóvenes estuvieran en una búsqueda constante de la verdad lo cual lo llevaría a entender y a conocer el mundo, pero antes a conocerse a sí mismo. Lo primero para Sócrates, era el conocimiento personal, el control de los impulsos, la serenidad de espíritu, el alejamiento de las riquezas y las pasiones, para luego  conocer el universo exterior. Siendo para él la mayor riqueza el ser y tener sabiduría. Para Sócrates la virtud consiste en obtener conocimiento  a partir del alma, por lo tanto el saber es virtud. Dice Sócrates que para tener conocimientos debemos ser conscientes primero de que no sabemos. De ahí su frase célebre “Solo sé que nada sé”.

    Es de gran magnitud este pensamiento de Sócrates, un pensamiento desde la humildad, desde el convencimiento de  que no sabía nada, de su propia ignorancia. Tal reflexión socrática nos lleva a replantear si realmente hemos aprendido en el transcurso de nuestra existencia, al mismo tiempo que a buscar estrategias fértiles que nos lleven a alcanzar el conocimiento.

     En este sentido, Sevillano (2011) señala que:

el conocimiento interior permite que el estudiante sepa realmente quién es él, cuál es su más alto potencial, qué cualidades posee. Basándose en el conocimiento de sí mismo, de su potencialidad y de su capacidad de hacer, en

el conocimiento de su personalidad, es cuando el ser humano podrá alcanzar la plenitud, la dignidad y “el techo” que le corresponde; podrá colaborar para la transformación de lo que es exterior, la sociedad y el mundo en que vive. La transformación del exterior es facilitada por el conocimiento interior e individual para el yo colectivo o transpersonal. (p. 24)

    Es por esto que el ser humano debe ocuparse de sí mismo, cuidar su interioridad, y para ello debe examinar su vida, lo que piensa y hace, pues lo que hace está determinado por lo que piensa.

     

Aprender a pensar

     Llama la atención cómo las enseñanzas del gran pensador están vigentes en los planteamientos de reconocidos investigadores y didactas. Tal es el caso, de la Doctora López (2011) al plantear la necesidad de enseñar a pensar, cuando afirma que  “actualmente, los avances en el conocimiento y la tecnología son alarmantes. Lo que aprendemos ahora es obsoleto minutos más tarde” (p.1). Enfatiza que:

En el siglo pasado los estudiantes se graduaban de bachillerato con el 75% de la información que iban a adquirir el resto de su vida. En la actualidad los estudiantes se gradúan con el 2% de la información que van a adquirir el resto de la vida. ¿Cómo van a adquirir estos conocimientos los estudiantes si el 98% de lo que van a aprender lo van a hacer cuando estén fuera de los colegios? (López, p .1)

     En concordancia, Sevillano (2005) sostiene que “con todas las transformaciones que están ocurriendo en el mundo, es preciso aprender a vivir con la incertidumbre” (p.23). Los estudiantes y los profesores debemos aprender a aprender. Para la autora aprender a aprender o saber pensar significa “tener capacidad de reflexionar, analizar, tomar conciencia de lo que se sabe, disponernos a cambiar los conceptos y los conocimientos que poseemos, sea para procesar nuevas informaciones, sea para sustituir conceptos cultivados en el pasado y adquirir nuevos conocimientos” (p.23).

     En las anteriores afirmaciones es donde cobra vigencia las enseñanzas del antiguo pensador griego, a nuestra consideración al más grande sabio, Sócrates. Indudablemente las necesidades del siglo XXI exigen enseñar a pensar, por esto es que las instituciones educativas deben brindar herramientas a los estudiantes para que aprendan a aprender y aprendan a pensar.

     De este modo, se observa cómo esta metodología, planteadas por las autoras mencionadas anteriormente, posibilita la autonomía de los estudiantes, dando cabida al ejercicio de la innovación, la creatividad y especialmente a la crítica. Engloba en sí la necesidad de la apropiación del conocimiento. Es por esto que ya está devaluado el papel de la escuela como transmisora de contenidos y de información. La exigencia actual es adquirir la capacidad de construir y reconstruir conocimientos.

     Con el ánimo de responder los cuestionamientos arriba presentados por la Dra. Luz Stella López y adentrarnos más a las enseñanzas socráticas. Traemos a colación las palabras del maestro De Zubiría (2006) “hay que reconocer que el conocimiento se construye por fuera de la escuela, pero que es reconstruido de manera activa e interestructurada a partir del diálogo pedagógico, entre el estudiante, el saber y el docente” (p. 15).

   

El diálogo como construcción de conocimiento

     Con respecto al diálogo como una construcción de conocimiento afirma Hernández (2008) que el trabajo filosófico socrático consistiría en profundizar sobre las opiniones del sujeto por medio del diálogo, mediante las preguntas socráticas, lo que se conoce como mayéutica, el maestro ha de hacer preguntas, estimular al alumno para que ordene sus ideas de manera que produzca el resultado esperado, no pretendía transmitir contenidos. Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, lo ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber. Se preocupaba por el hombre y por la sociedad.

Es así, como cobra sentido entonces el diálogo mayéutico, tal vez el mayor mérito del ateniense. Con este método inductivo permitía que sus alumnos resolvieran problemas que se planteaban, usando como recurso preguntas muy hábiles que lo hacían llegar al conocimiento. Queda claro, que su enseñanza se hacía efectiva mediante el diálogo, en el intercambio vivo de la conversación, formulando preguntas, buscando conjuntamente respuestas. Así, enseñó a pensar a sus discípulos. Decía que la sabiduría se obtenía en las conversaciones. El conocimiento verdadero se obtendría mediante el diálogo mayéutico.

     En suma, su método de conversación dialéctico, mayéutica,  hacía conscientes a sus discípulos de su no saber como preámbulo para llegar mediante el diálogo a la propia construcción del conocimiento verdadero. La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea ese papel en blanco en el que se pueden escribir las distintas verdades. Sócrates rechaza la forma tradicional de conocer, de aprender, que es la forma memorística, dejando a un lado la creatividad, o en sus palabras a “la inspiración natural” (Hernández, 2008, p. 6). Considerando que los conocimientos no se imponen, sino que deben ser descubiertos por la misma persona que aprende, el maestro no inculca al alumno el conocimiento. La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos.

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