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Tetes O De La Ciencia

Chel199215 de Mayo de 2013

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Platón

Teetetes o de la ciencia

Teetetes, el hijo de Eufronios de Sunio es el interlocutor sobre el que gravitan las disertaciones de Platón en boca de Sócrates, a lo largo de este complejo diálogo que sigue la tradición mayéutica del filósofo ateniense.

Una vez contextualizados los personajes que participan en la disertación, Platón precisa el objetivo fundamental de la conversación que ha de iniciar con el joven Teetetes: escudriñar sobre lo que debe entenderse por CIENCIA.

Sócrates plantea cinco interrogantes sustanciales para el cabal entendimiento del tema propuesto en esta obra:

Aprender, ¿no es hacerse más sabio en lo que se aprende?

¿Los sabios no lo son a causa del saber?

¿Qué diferencia hay entre el saber y la ciencia?

¿No es uno sabio en las cosas que se saben?

¿El saber y la ciencia son una misma cosa?

Envuelto en la magia del método socrático, Teetetes se atreve a aventurar diversos conceptos que más tarde son rebatidos con magistral manejo de la lógica y de la epistemología por el sabio griego. En un principio el joven aprendiz afirma categóricamente una confusión evidente entre ciencia y arte que sólo arranca de Sócrates precisiones incuestionables y llenas de certeza conforme a su contexto histórico, particularmente la distorsionada idea de considerar como ciencia a los objetos del conocimiento científico.

Teetetes señala que la ciencia se identifica con la sensación, que sabemos lo que vemos y entendemos, a lo que Sócrates expresa que si bien no es despreciable lo aseverado por su interlocutor, influenciado claramente por las ideas antropocentristas de Protágoras, el filósofo griego se sirve de las ideas del movimiento y del alma para desvirtuar la limitada visión evidenciada por Teetetes.

Sócrates puntualiza que el alma al adquirir las ciencias se conserva y se hace mejor a través del estudio y la meditación, actividades que en sí mismas implican movimiento. Este concepto encuentra en nuestro autor una presencia ecuménica, a través de dos clases infinitas en número: una activa y otra pasiva.

Rebate la idea de que se sabe lo que se ve a partir de la memoria, ya que al no ser visto algo, resultaría que de estar albergado en la memoria, ya no se sabe ese algo, concluyendo que ese sistema en el que se confunde a la ciencia con la sensación lleva a una cosa imposible.

En otra afirmación lapidaria, Teetetes considera que los juicios verdaderos representan a la ciencia, lo que motiva la respuesta de Sócrates en el sentido de descartar esta perspectiva en razón de que no es posible juzgar ni sobre lo que no existe, ni sobre un objeto real, ni sobre un ser abstracto. En contraposición explica lo que debe entenderse por un juicio falso (todo yerro de cierto género en que incurrimos cuando, tomando un objeto real por otro objeto real, se afirma que tal objeto es tal otro.)

Al abordar el tema del pensamiento, Sócrates manifiesta que el acto de pensar consiste en establecer un diálogo con el alma, que el pensar es un discurso que el alma se dirige a sí misma sobre los objetos que considera.

Retoma nuestro autor la idea de asociar al saber con el hecho de tener ciencia, expresando una importante modificación a esta posición al aclarar que lo conveniente es afirmar que saber es poseer ciencia, distinción de particular relevancia para entender el alcance de estos conceptos, es posible poseer a la ciencia sin tenerla.

Poseer y tener son dos verbos con un contenido diferente. El acto de tener implica ser dueño, en tanto que la posesión no es propiedad sobre la cosa cognoscente; ahora bien, hace una distinción prudente entre poner la ciencia en otras manos (lo que significaría enseñar) y recibir dicha ciencia (aprender). En este

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