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Tres elementos de la belleza categorial desde Tomás de Aquino


Enviado por   •  29 de Marzo de 2017  •  Ensayos  •  1.292 Palabras (6 Páginas)  •  485 Visitas

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Los tres elementos de la belleza categorial.

La belleza es para ser vista y gustada.

El entendimiento humano siempre se ha ocupado y necesita ocuparse de la belleza. Si bien, la dificultad de entender lo bello ha movido a algunos a buscar su explicación por caminos irracionales, pero lo que  en ella se encuentra son vivencias, más no explicaciones.

Cuando se enfoca hacia al ser, cabe la pregunta: ¿Es la belleza algo añadido al ser o más bien se identifica con su identidad? Según este planteamiento, se alcanza a comprender la realidad del ser solamente por vía de lo óntico.

Para Tomás de Aquino, lo bello es resultado de la ordenación de tres elementos: Integridad, Proporción y Claridad. Por lo tanto, la esencia de lo bello es entendida a partir de la aprehensión de esta triada armoniosamente coherente.

En la escalera que asciende hacia el ser de la belleza se encuentra como primer peldaño la Integridad. Por íntegro se entiende aquello que no tiene defectos –visto desde el aspecto negativo-, no carece de ninguna de las partes que le competen y está exento de mutilaciones.

 Ahora bien, entendido en su sentido propiamente positivo, implica perfección. ¿Cómo entender la manifestación de la integridad? Si se tratara meramente de un concepto abstracto, entonces sería difícil distinguirla, sin embargo, se manifiesta a través de la grandeza, pues en ella es plenitud que se desborda. Ambas se subordinan a un elemento superior, el modo, establecido por el autor de la naturaleza que estable su modo de ser según cada especie. El modo perfecto íntegro de la especie humana es la razón y voluntad, lo que al ave le son las alas y el volar.

En la ascensión  que conduce a la belleza, el esteta se recarga en el segundo peldaño de lo análogo y lo propio, la proporción. Éste es un tanto más complejo debido a que en su unidad, tiene diversas sustancias. No es algo paradójico si se entiende desde una belleza cósmica, pues en su unidad se encuentra la diversidad entitativa. Para expresarse se vale de tres conceptos afines: simetría, armonía y ritmo.

 De la primera cabe decir que es la medida exacta de los elementos, lo que lo hace ser intuido, un ejemplo de ella se da en la esfera, símbolo de perfecta simetría; de la segunda, como es en música, se trata, sin más, de una ley o principio unificante que se encarga de regir la diversidad; y de la última, se predica que es el movimiento ordenado con unidad de tiempo y diversa acentuación, así se hace un parentesco con el primero, reduciendo a decir, el ritmo es para los seres fluyente lo que la simetría para los estáticos.

En cuanto a la proporción que cohabita entre materia y forma, ésta misma resume la esencia de belleza. Si por otra parte, se pretende entender qué es la proporción, se postula como la más alta aptitud y conveniente disposición para ser contemplado. Ahora bien, aquello que sea desproporcionado será lo que no es apetecible, en otras palabras, lo no bello, lo feo, lo monstruoso.

A pesar de todo lo anteriormente dicho, en continuidad hacia la contemplación plena de la belleza, se reclama el último peldaño que funcione como principio último de orden que debe estar aún más en conexión con el ser.

De tal modo, ya en la cima de esta escalinata se regala la claridad como factor principal de la belleza, entendida como luz que llegar a iluminar nítidamente al esteta y desvela el color de su contemplación. Así pues, se entiende como análogo al ver, pero ya no sólo desde fuera, sino como brotando de la misma entraña del ser concreto.

 Al tratar este punto, se puede entrever la influencia de San Agustín al sugerir una iluminación que viene del interior dictado por un maestro interior, sin embargo, Tomás de Aquino condujo la idea en el sentido de decir que es el intelecto el que ilumina, de esa manera no suprime la idea de iluminación interior. Lo bello necesita claridad y esplendor.

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