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Valores Humanos

jmiller4 de Mayo de 2013

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1. NOCIONES DE ÉTICA

1.1. QUÉ ES ÉTICA

La ética se ocupa de la moralidad que es una cualidad correspondiente a los actos humanos exclusivamente, por el hecho de proceder en libertad, en orden a un fin último y que determina la consideración de un acto ya sea bueno o malo y en un sentido muy concreto no existible a los actos o movimientos libres.

Para llegar al “hecho moral” objeto de la ética, analizaremos brevemente la fenomenología del arrepentimiento.

Sentimos “pesar” por haber hecho o dejado de hacer alguna cosa. Sentimos “dolor” cuando recibimos un maltrato moral. Cuando vemos padecer a una persona querida o cuando causamos un mal a otro. “Nos pesa” no haber ido a una fiesta. A la hora de un examen “nos pesa” no haber estudiado. “Nos duele” la ingratitud. “Nos duele” que nuestros padres, hermanos o amigos se mueran. “Nos duele” haber obrado mal en determinada circunstancia.

Los anteriores ejemplos de situaciones cotidianas nos llevan a pensar que el “pesar” y el “dolor” tienen algo en común.

El “pesar” se refiere a un hecho pasado e irremediable que no posee necesariamente connotación moral, ya que puede sentirse por algo en que no es culpable o no, como el hecho de haber ofendido a alguien o de haber perdido la billetera. Cuando nos mortificamos por una acción culpable decimos “siento mi falta”.

Entremos pues a la zona de lo moral con el “remordimiento que es el sentimiento de pesar por una acción culpable. El remordimiento lo experimentamos como una mordedura dolorosa en la conciencia pasiva, como una herida en ella por una falta. Así el remordimiento es un dolor que mide la distancia entre la razón que proclama la burla de un valor y la libertad que aparece atada a una culpa.

El “remordimiento” trae como consecuencia un replegarnos sobre nosotros mismos y un aislarnos de los demás. Se halla íntimamente vinculado a nuestro orgullo. El “remordimiento” supone una acción Disolvente, a la cual se opone el “arrepentimiento” que comprende en sí el sentido del “recogimiento” como un abandono de nuestro mundo cotidiano, como un entrar en sí mismo no por la sola introspección, ni por el reconocimiento de la propia pobreza espiritual, sino por una apertura del alma hacia un más allá. Este “recogimiento” supone una “confrontación” con algo distinto al propio “YO” que no es simplemente un desdoblamiento de él sino una “transmutación” ó, como escribe MAX SCHELER, “un cambio de nivel en mi existencia espiritual”.

“Yo me arrepiento” significa: entro en mí mismo, confrontando mi actitud con un valor, siento un dolor por la falta cometida y renuncio a ella, rompiendo los lazos que a ella me atan y emprendo a una nueva vida. Cuando me “arrepiento” de una falta estoy procediendo de una manera libre, por cuanto estoy viviendo una experiencia personal y estoy comprobando mi capacidad de recobrarme de mi falta por un acto tan libre como el de haberla cometido.

Fuera de lo anterior; el arrepentimiento incluye conversión espiritual, porque en virtud de él rompo con aquello que había roto la paz de mi espíritu y me vuelo al “renacer” de los valores morales en un sentido total, pues no se trata de borrar mi falta completa sino de un cambio en mi interior, producido por una cualidad nueva que se introduce en mi alma.

Pero como “arrepentimiento” equivale a “acusarme” de mi falta, ¿ante quién lo hago? No ante algo ó alguien personal, no ante mi propia conciencia, además como el arrepentimiento equivale a librarme, a tomar nuevas decisiones para mi futuro, ¿quién puede darme fuerzas para hacerlo?, ni yo mismo ni el concurso de energías biológicas. Es necesario concluir que el acto de arrepentimiento es una experiencia cuyas líneas directrices convergen a DIOS.

No puede explicarse claramente sin el concurso de la religión. Concluimos que la fenomenología del arrepentimiento nos lleva descubrir los rasgos esenciales del “hecho moral” pues pone ante nosotros los siguientes elementos.

• Es acto libre por proceder de una lección de la voluntad.

• Es una renuncia de la voluntad a su propio egoísmo y un dolor espiritual que repercute en la sensibilidad.

• Es una liberación que rompe la cadena del pecado y conduce al universo de los valores rechazados por la falta.

• Aunque el arrepentimiento solo concierne al pecado personal, tiene siempre implicaciones comunitarias, pues pecado es el rechazo al otro.”

2. UBICACIÓN DE LA ETICA EN EL PENSAMIENTO HUMANO

Si dentro del proceso evolutivo fuera posible determinar un momento límite entre un estado animal previo y uno característico “humano”, este sería aquel que por primera vez un antropoide tuvo un saber en su cerebro, y fue consciente de él. En dicho instante se vieron los cambios fundamentales en el origen del hombre: se superaron las relaciones meramente instintivas con la naturaleza al parecer una representación consciente, aquel primer miembro de la nueva especie fue consciente de sí mismo. Las representaciones abstractas y la autoconciencia son características exclusivas del ser humano. Observe entonces, como se da primero la conciencia de lo externo, y este a su vez, genera la autoconciencia.

2.1. NECESIDAD HUMANA DEL SABER

Si sabe bien que todos los seres tienen pensamientos de acuerdo a sus medios en los que viven, pero el hombre que sobre sale como ser especial o privilegiado por DIOS ya que el hombre es el único ser capaz de auto evaluarse y analizar todo lo que ocurre en su entorno. A diferencia del animal el hombre se encuentra en una diversidad de relaciones con el mundo exterior “lo transforma materialmente, lo conoce, lo contempla estéticamente etc.” Su comportamiento diverso y variado responde a su vez a la variedad y diversidad de necesidades.

2.2. AUTOCONCIENCIA

Para hablar de autoconciencia tenemos que hablar primero de lo que es conciencia. Este término puede utilizarse en dos sentidos; uno en general el de la conciencia propiamente dicha y otra en conciencia moral, ejemplo:

• “PEDRO NO HA PERDIDO LA CONCIENCIA”

• “JUAN NO TENIA CONCIENCIA DE LOS GRAVES PELIGROS QUE LE AMENAZABAN”

Con estas expresiones concuerda también la de “tomar conciencia de nuestros actos” que equivale a la de “SER CONCIENTES DE LO QUE ESTAMOS HACIENDO”, en todos estos casos el conocimiento ó reconocimiento de algo y el tener conciencia de estar en acuerdo en algo que está sucediendo ó registrar su existencia y ponerse a cierta distancia de lo real.

Fue relativamente fácil para el primitivo comprender que los fenómenos naturales eran impulsados por “fuerzas” similares a las que él mismo tenía: y él era cociente de esa fuerza, siendo entonces lícito pensar que aquellas fuerzas eran de algún modo conscientes de sí mismas. El haber convertido los fenómenos naturales en fuerzas concientes y por tanto autónomas y poseedoras de voluntad, le obligó a rendirles un culto que propiciara las buenas relaciones.

A esto se le da el nombre de ANIMISMO. El hombre conciente de sus fuerzas = fuerzas naturales concientes de sí mismas = CULTO ANIMISTA. Cuando el observador primitivo encuentra que no todas las fuerzas particulares son diferentes, sino que entre ellas se pueden encontrar semejanzas, es muy posible que hayan pasado en la existencia de voluntades menos particulares que esas fuerzas animadas tales como deidades o seres mitológicos, quienes controlaban su antojo a un grupo de fenómenos. Así es como aparecen los dioses del agua, del fuego, la fertilidad de los suelos y de la muerte entre otros.

Y cuando hay varios iguales, entre sí y aún más, con el temperamento que les imprime ser dioses de tal grupo de fenómenos o de tal otro empiezan a inventarse historias apareciendo la MITOLOGÍA. Aquí se presenta una primera generalización en la explicación de los fenómenos.

A través de los mitos son explicados como actos voluntarios e individuales la creación de las montañas, mares, ríos, el fuego, el sol, los hombres, el amor, los cuales surgen en instantes de ira, generosidad, emoción, venganza, y todo tipo de vicio humano reflejado en los dioses. Estas son historias mitológicas como las de Bochica, Zeus, Atón, etc.

3. ESTRUCTURA DEL ACTO MORAL

3.1. EL SUJETO MORAL.

Es un individuo dotado de conciencia moral. Este sujeto no es un ente abstracto o ideal, sino un ser concreto, ubicado en una determinada circunstancia histórica y social. Por ello también se le llama sujeto real.

3.2. MOTIVOS O INTENCIONES.

Cuando nos preguntamos qué es lo que nos lleva a actuar o a perseguir un determinado fin, nos estamos refiriendo a los motivos o intenciones de nuestros actos.

Podemos decir que un mismo acto puede realizarse por diferentes motivos: buenos, malos, conscientes o inconscientes. Pero, en todo caso, los motivos inconscientes son desterrados del mundo moral, por lo que, el acto moral, se centrará solamente en los Motivos Conscientes del Sujeto.

3.3. CONCIENCIA DEL FIN QUE SE PERSIGUE.

Se entiende por ello la anticipación ideal del resultado que se pretende alcanzar. La conciencia del fin le da al acto moral el carácter de voluntario.

El sujeto moral tiene capacidad para sopesar los alcances, las consecuencias, las

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