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ÉTICA Y MORAL MILITAR

1 de Mayo de 2014

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UNIDAD 3

ÉTICA Y MORAL MILITAR

Esta lectura te permitirá analizar el fundamento ético y moral militar, como base teórica que sustenta el desarrollo de las cualidades y virtudes del líder o jefe militar dentro de la UNEFA y de la Fuerza Armada Nacional.

CAPITULO I

ADOCTRINAMIENTO PROFESIONAL EDUCACION MORAL

LOS CUADROS DE OFICIALES Y CLASES

El Ejercicio del Mando por el Oficial.

El oficial está consagrado a la función militar, su deber es dedicar su persona. Voluntariamente y en absoluto, a las tareas que corresponden con la misión del Ejército El mando que ejerce es Impersonal, y no deberá usar¬lo, jamás, para satisfacer sus intereses. Deberá ver en sus jefes, en sus subordinados y en sus iguales, colaboradores suyos en el cumplimiento del deber, con quienes esta obligado a prestar ayuda leal y apoyo constante no pudiendo engañarlos, abandonarlos ni desconocerlos. sin incurrir en traición.

Profesional del deber militar y jefe de unidades en el conjunto de la nación en armas, el oficial, está obligado a demostrar capacidad y seguridad en el mando que se le ha confiado con relación a los demás integrantes del Ejército, tiene que desarrollar el Sentimiento del Deber, la Abnegación, la Disciplina, el Honor, la Valentía y el Espíritu Militar.

El Oficial ejerce la función de mandar: de modo que pierde tal condición si deja de emplear su autoridad. Toda facultad que permanece inactiva, se debilita al dejar de mandar el Oficial se transforma progresiva¬mente, según las nuevas ocupaciones que lo embarguen, adoptando el aire de un apaciguador; trata entonces de encontrar en los papeles o en los reglamentos, los medios de su orientación pierde el sentimiento de la fuerza especial que debe animarlo en tiempo de guerra, y, el día en que de nuevo se le dé el mando de tropas, carecerá de condiciones para el mando militar.

El Oficial, instructor y Educador

La estructura psicológica del Ejército moderno ha transformado el papel del Oficial asignándole, además de su condición tradicional de jefe e instructor de su unidad la misión de educador. En efecto, el Ejército moderno se compone de adolescentes sin experiencia, muy permeables a los desfallecimientos y al contagio mental, que ven su permanencia en fila como un accidente de su vida, teniendo en consideración que estas características lo diferencian del antiguo. Hay que recurrir a procedimientos distintos para su instrucción y educación.

Esta es la misión que la patria asigna al Oficial respecto a la edu¬cación de la tropa, confiada en que la desarrollará de todo corazón, por puro patriotismo, no limitándose a darle un Ejército fuerte, sino a formar un país rico, lleno de prosperidad, progresista y feliz por la unión de todos sus conciudadanos. Aunque parezca enorme, esta labor, no esta por encima de las fuerzas del cuerpo de Oficiales cuyos conocimientos de todo orden puede sumarse a los profesionales civiles de las guarniciones en sus distintas especialidades, Además, la labor educativa del Oficial se complica al considerar las condiciones sociales y la falta de educación cívica del resto de los contingentes, porque en el hogar y en la escuela no se inicia esa educación durante la infancia de la juventud.

La naturaleza por demás heterogénea de los contingentes que integran el Ejército moderno, da un aspecto de aparente incoherencia, pues los hombree no están unidos por los lazos da la tradición y disciplina que tienen los soldados profesionales, y no conocen a sus superiores hasta el día de su incorporación a filas.

Si las masas que forman el Ejército moderno no estuvieran animadas do la voluntad de defender sus libertades, sus hogares y el sagrado suelo de la patria, se producirían grandes confusiones e inmensas catástrofes sociales y políticas, Por consiguiente, hay que buscar en la educación en mo¬ral del soldado El freno pera los instintos materialistas y desordenados del hombre, fortaleciendo el carácter y elevando el espíritu de los contingentes.

El Oficial consigue formar el espíritu y el corazón de los reclutas que se le confían penetrando en su fuero interno con bondad, persuasión y paciencia, poderosos factores de una disciplina consciente y voluntaria, muy distinta flor cierto de la brutal y tiránica de antes.

El educador no puede ser muy severo ni muy indulgente; no debe confundirse la severidad con la rudeza ni la indulgencia con la debilidad Lo mejor es juntar la bondad a la firmeza, atemperando la una con la otra. Con la fuerza y en brutalidad sólo se obtiene una disciplina superficial, capaz de impresionar a un observador poco perspicaz, pero insuficiente para adueñarse de la voluntad del hombre. Este, al verse constreñido, se siente afectado en su dignidad, aparenta sumisión, pero en su fuero interno se revele: con él las lecciones más elocuentes y los mejores consejos son absolutamente estériles, contentándose con recibirlos, mes sin llegar a convencerlo, y oponiendo a la voluntad que se le impone, la voluntad que ínsurge en su interior llega, por ultimo, hasta sentir aversión por el Oficial si este recurre a la violencia como medio educativo.

Para que la educación logre sus frutos y los buenos sentimientos se desarrollen, es preciso que tenga confianza en su Oficial para abrirle su corazón y comunicarla sus impresiones, esto no puede conseguirlo un edu¬cador de carácter violento, pues sólo el método basado en la buena voluntad reciproca hace fructífera la labor de instructor y educador de la tropa.

El soldado es un niño grande y hay que tratarlo como tal: máxime si se trata del soldado campesino, cuyo corazón no he sentido aún la huella de los grandes amores, ni de las grandes ilusiones, ni de las grandes pasiones. El Oficial debe moldear la psicología de ese soldado con ahínco y fe, desarrollándole su sensibilidad, su inteligencia y voluntad, es decir, formándolo.

El Oficial no tiene solamente la misión exclusiva de dar a los reclu¬tas la instrucción conveniente para cumplir los programas señalados; su tarea es mucho más elevada, puesto que debe preparar hombres de volun¬tad firme, de inteligencia clara y corazón generoso.

Para dar al soldado la noción el gusto por el cumplimiento de sus deberes, el Oficial tiene a su disposición el tesoro histórico del país y su palabra, pero nada hay tan eficaz como el ejemplo. Al soldado se le con¬vence firmemente, pero con hechos.

Formar la voluntad es quizás la parte más delicada del trabajo del Oficial, y para ello hay que tratar de que los reclutas sepan la razón y el fundamento de lo que se les manda Por otra parte la educación para ser eficiente, requiere que el recluta ame a su superior; para que tenga no sólo el deseo de aprender sino el de satisfacer a este ultimo. Cuando la enseñanza no llena este requisito y se produce en el soldado la violencia de sus sentimientos y una lucha continua en su alma que rechaza repulsi¬vamente lo que no ha llegado a comprender amar y sentir. El educador debe despertar [la simpatía del aducando y no el temor, pues sólo la primera da efectos duraderos y sólidos.

El Papel de los Clases.

Puesto que en la conducción de la tropa todo depende en última ins¬tancia de las condiciones del superior, se deduce lógicamente que es de la mayor importancia dar una fuerte educación moral a los Clases, que están en contacto inmediato con la tropa y cuya elevada misión en el Ejército moderno tiene el triple aspecto de instructores, educadores y conductores. En efecto, a causa de su constante relación con el soldado, el Clase está en condición de ejercer una marcada influencia sobre la disciplina y la moral y de ser un poderoso auxiliar del Oficial en la tarea educativa. El Clase da en forma permanente el ejemplo de abnegación y de espíritu de sacrificio; vigila el cumplimiento de las órdenes; ejercita su influencia para mantener la más severa disciplina y emplear todos los medios para mante¬ner a los hombres en la senda del deber.

Los Clases constituyen el esqueleto del Ejército porque viven cons¬tantemente con los hombres, los vigilan los acomodan, los animan en su proceder de todos los instantes. El contacto casi continuo con el soldado le da oportunidad de conocer una serie de detalles y de hechos menudos que escapan al Oficial, pero que en muchos casos pueden tener gran importancia. Una de las obligaciones que el Oficial debe imponer a los Clases es que estos lo tengan al tanto de la mentalidad y del estado de espiritual de la tropa.

Hay Ejércitos que disponen de Clases profesionales que ocupan una situación intermedia entre el Oficial y el individuo de tropa y en los cuales el Oficial tiene confianza limitada; pero tal no es el caso de nuestro Ejér¬cito, en cuyo seno el Oficial si bien puede ser secundado con relativa eficacia por los Clases no puede dar a estos entera amplitud, sino que deben controlarlos muy de cerca, porque, a pesar de todas sus buenas cualidades y deseos, son elementos por demás transitorios que no tienen una personalidad militar bien definida y que no dejan huella profunda de su actividad.

EL JEFE

1 - Cualidades que debe reunir.

El Jefe está llamado en tiempo de paz, a ser educador e instructor de su tropa: en tiempo de guerra, su conductor. Tiene coma atribuciones: dar órdenes sobre ciertos asuntos, enseñar el oficio a sus subordinados: administrar y gobernar su unidad en todo lo relativo a derechos, deberes, servicio, orden conducta, y mandar su unidad en el combate. Se esforzará por mantener y desarrollar el organismo de guerra puesto bajo sus órdenes y por comunicarle la fuerza que debe tener. El Jefe debe

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