Auge De La Teoría De La Dependencia
mmdomsed4 de Septiembre de 2013
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Durante la década de los años 50 y 60 se desarrolla una vertiente teórica enmarcada en los debates que se dieron en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) con motivo de la redefinición del escenario mundial después de la segunda Guerra Mundial, conocida como “La teoría de la dependencia”. Economistas y politólogos como Raúl Prebisch, Wallerstein o Teotonio dos Santos dieron cuerpo a una teoría que inicialmente reivindicaba la independencia y evolución de las economías latinoamericanas, pero que posteriormente fue utilizada por los EEUU para legitimar su actuación e intervencionismo sobre todo el territorio latinoamericano (focalizado en el Cono Sur) para mantener la hegemonía económica y territorial frente al bloque soviético.
En este contexto y amparados en dicha teoría, nacerán conceptos aparejados al de “dependencia” como “subdesarrollo” o “tercer mundo” que hipotecarán el futuro de una región en pos de una economía centrada en las relaciones entre países centrales y países periféricos; así pues, lejos de la reivindicación inicial de dicha teoría que propugnaba un desarrollo a partir de la interdependencia o dependencia mutua entre países “desarrollados” y aquéllos “subdesarrollados”, las consecuencias de la realidad económica supusieron la explotación de los países periféricos por los países centrales.
El sistema de la teoría de la dependencia fraguado, como ya hemos comentado, en la CEPAL, se centró desde el inicio en varias premisas. En primer lugar, se estableció la afirmación de que el capitalismo, como sistema económico, es un fenómeno de dimensiones globales; dicho sistema económico, a modo de segunda premisa, está estructurado en países centro y países periféricos con realidades divergentes pero que se relacionan entre sí unidos por un sistema de mutua necesidad. En tercer lugar, dicho sistema de relaciones en vez de generar el progreso para ambos bloques de países, genera la desigualdad y el subdesarrollos de aquéllos periféricos. Por tanto, “la estructura del mercado mundial será desequilibrada y esta contradicción o desequilibrio se traducirá en una tensión conceptual entre la situación real de la periferia y la falsa <totalidad> encubierta en la noción universal de <colectividad>”
A grandes rasgos, lo que finalmente promulgaba dicha teoría era la concepción de una realidad económica que no supusiera la continuidad del subdesarrollo como condición del desarrollo de otros. Así mismo, como posteriormente apuntara dos Santos, el estado de subdesarrollo no es previo a aquél de desarrollo ya que los países industrializados no estaban menos desarrollados previamente a la Revolución Industrial; por tanto, estamos ante un problema dialéctico que confunde el capitalismo con “desarrollo” y se aprovecha de ello para encubrir e implantar las relaciones de subordinación y, finalmente, el imperialismo.
Por otra parte, en el marco de dicha teoría y realidad se fraguaron e impusieron las relaciones de dependencia entre América Latina y los EEUU, caracterizadas por un fuerte control de la economía, la sociedad y la política por parte de los norteamericanos, en orden de mantener el control económico y estratégico sobre la zona para mitigar y alejar cualquier atisbo de unión entre el bloque soviético y el continente americano que, en última instancia, supondría el declive del sistema capitalista tal y como queda explicado en la teoría de la dependencia económica. En este sentido, la actuación de los EEUU para con la “periférica” Latinoamérica, queda resumida en las palabras del subsecretario de Estado George Kennan que afirmó que los EEUU representaban sólo el 6’3% de la población mundial pero controlaban el 60% de los recursos mundiales.
Así pues, para poder preservar dicha hegemonía y mantener los intereses económicos y políticos
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