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Del equilibrio de enemistades a la cooperación bilateral


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2018  •  Resúmenes  •  1.875 Palabras (8 Páginas)  •  287 Visitas

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Del equilibrio de enemistades a la cooperación bilateral.

  • Vicente G. Massot

Durante todo el período virreinal, e inclusive antes de haber adquirido las futuras Provincias Unidas ese status político, las pujas de la corona española y portuguesa se tradujeron en otros tantos conflictos allende el océano. Desde 1640 hasta mediados del siglo pasado, en las posesiones americanas de los dos reinos ibéricos se reflejó una contienda que se extendió ininterrumpidamente en el tiempo (con picos en 1828 y 1852). Las tensiones cedieron por unos años, durante la Guerra de la Triple Alianza, pero renacieron inmediatamente después, hasta el gobierno de Figueroa Alcorta.

En 1915 se firma el tratado ABC (Argentina, Brasil y Chile) donde se sentaron las bases de una política de resolución de los conflictos por la vía pacífica. A partir de entonces, se afianzaron los lazos con el país vecino mediante visitas presidenciales (Vargas y Justo).

Durante el 60 las tensiones recrudecieron, hasta el punto de verse mutuamente como antagonistas, e inclusive posibles beligerantes. Se creía que Brasil, en su siempre presente impulso expansivo, buscaría avanzar desde su litoral atlántico hacia sus fronteras orientales y surorientales. El principal énfasis estaba puesto en el inevitable choque de las cuencas del río Amazonas y del Río de la Plata. La proyección continental de Brasil constituía una hipótesis seria. El tema de las represas del Alto Paraná (Itaipú-Corpus) y el de las “fronteras vivas” fueron los dos principales problemas que perturbaron las relaciones bilaterales.

En ese entonces se consideraba que el balance de poder era ampliamente favorable a Brasil. La convicción profundamente arraigada del país vecino era que “territorio es poder”. El espacio, como factor relevante del poder del Estado, hacía que su correlato natural fuese la doctrina de las “fronteras vivas”. Ésta refiere a la presión constante y dinámica (no militar) que ejercían los brasileños sobre sus vecinos, especialmente los más débiles. La expansión era producto de los elementos sociales, culturales y demográficos.

Hoy, la triple frontera es convencional, útil y fecunda. En ella, la presión incesante brasileña contrasta con la frontera seca argentina.

Se creía que todo el conflicto en torno a la represa de Itaipú era el reflejo de una política anti argentina. Brasil presentaba hechos consumados, decididos unilateralmente a través de los cuales se irradiaba a los países vecinos, y a toda la cuenca, la influencia nacional brasileña. Constituía una forma activa de presión sobre las fronteras argentino-paraguayas.

La preocupación argentina se entendía a partir de un hecho indisimulable: quienes formulaban en Brasil las propuestas geopolíticas tenían la influencia suficiente para convertirlas en objetivos de gobierno.

Las presiones entre ambas naciones sudamericanas se dieron en un doble marco: el de la guerra fría, en la que, aunque del mismo bando, las fuerzas armadas de cada una se consideraban entre sí adversarias potenciales. Sin embargo. nunca los entredichos pusieron en serio riesgo una paz, un equilibrio de enemistades.

La “enemistad” era el resultado de haber importado a esta parte de América ciertas concepciones geopolíticas en función de las cuales se desarrolló toda una teoría de la confrontación que hallaba su epicentro en la Cuenca del Plata.


La caída del Muro de Berlín, es decir, fin de las coordenadas ideológicas de la Guerra Fría, la globalización económica, las nuevas necesidades de inserción de América del Sur en el mercado mundial, la caducidad de las concepciones de cuño geopolítico y la poca entidad de la idea según la cual la Cuenca del Plata era el escenario donde los dos gigantes de la región dirimirían sus supremacías, hicieron que las hipótesis de conflicto entre Argentina y Brasil dejasen de existir.

En la tendencia a la integración, lo económico y comercial fueron prioridades. No es que los temas atinentes a la defensa hayan sido voluntariamente descartados, sino que se ha encontrado conveniente no apresurarse en la cuestión.

La Argentina es hoy (aún con los altibajos del plan nuclear) el país más desarrollado en cuanto a lo nuclear y misilístico. Sin embargo, en cuanto a lanzadores satelitales y propulsión nuclear, Brasil se nos adelantó.

El 28/11/1990 se firmó la Declaración sobre Política Nuclear Común Argentino-Brasileña que fue el principal punto de partida de un proceso de coordinación en la materia. En 1991, los dos países firmaron un tratado sobre el uso pacífico de la energía nuclear. A fines de ese año, Argentina y Brasil suscribieron el Acuerdo de Salvaguardias Omnicomprensivas y el de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares con la OIEA (en esta ocasión negociaron como una sola delegación binacional).

El 26/08/1992, Argentina, Chile y Brasil firman el Tratado de Tlatelolco. Un año más tarde, los tres países suscribieron la Convención Internacional sobre Control y Almacenamiento de Armas Químicas.

Siendo los países con mayor desarrollo nuclear de América Latina, Argentina y Brasil han concluido un Protocolo sobre “Información inmediata y asistencia recíproca en casos de accidentes nucleares y emergencias radiológicas”.

Asimismo, en el campo de las maniobras y operativos navales, la cooperación ha prevalecido, dando lugar a un proceso de evidente confianza mutua (ej: operativos UNITAS y Fraterno). En 1966, los marinos de ambos países habían establecido el sistema de Coordinación del Área Marítima del Atlántico Sur (CAMAS). Desde entonces ha funcionado de manera ininterrumpida, cumpliendo con el propósito de controlar el tráfico marítimo en el Atlántico sur-occidental.

El fin deseable de todos estos operativos es la defensa cooperativa.

La diferencia notoria y notable entre las FFAA de ambos países nace de la distinta performance de unas y de otras en materia gubernamental. En Brasil, las FFAA participaron en la transición democrática, mientras que, en Argentina, luego de la derrota en Malvinas, las FFAA huyeron del escenario político escarnecidas. Este desequilibrio no es un factor que impida el lento proceso de integración en marcha. Los sectores castrenses de uno y otro país, si bien no están preparados para integrarse, no tienen entre sí deudas pendientes o diferencias insalvables. Puede haber reticencia, pero la misma no es producto de la enemistad.

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