El Cabildo
natiicabj6 de Junio de 2015
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al momento de la fundación de nuestra provincia, el representante del Virrey Don Francisco de Toledo, Licenciado Don Hernando de Lerma acatando las normativas establecidas por la corona española, distribuyó aquel 16 de abril de 1582, las parcelas destinadas a los edificios principales de la nueva ciudad; uno de ellos y frente a la futura iglesia, fue la sede del Cabildo.
Al presente se desconocen datos documentales que posibiliten contar con una idea aproximada acerca de las características arquitectónicas del primitivo ayuntamiento, pues su estructura sufrió diversas modificaciones a causa de los avatares que debieron enfrentar sus pobladores: por un lado, los ataques de los indígenas, por otro, contribuyeron también a sus periódicos deterioros, la precariedad de su construcción original, la existencia de un río que cruzaba la ciudad, situado entre la actual calle Urquiza y la avenida San Martín, como también los incesantes embates de los tagaretes, que eran profundas zanjas que traían consigo importantes caudales de agua.
Si bien todos los investigadores salteños coinciden que en ocasión de delimitarse los sitios para la construcción de los edificios de mayor importancia, al Cabildo se le destinó su actual predio, no todos son concomitantes en su parecer con respecto a la primera edificación que tuvo el primero. Muchos cronistas que transitaron por aquella Salta primitiva, registraron para la posteridad sus impresiones relativas a la evolución económica de la ciudad, la idiosincrasia de los lugareños y los rasgos particulares de su conformación edilicia. Aquellas narraciones describen a una pequeña metrópoli cercada por dos extensos tagaretes que impedían una normal circulación para sus pobladores, mientras sus alrededores estaban rodeados de árboles y una vegetación por demás diversa.
Uno de aquellos historiadores que con mayor rigurosidad indagó los antecedentes relativos al origen de nuestro Cabildo, fue don Miguel Solá, que en sus obras reflejó en vívidos relatos los sucesivos percances y posteriores reformas.
En 1675, a través de un acta capitular, los cabildantes establecen la necesidad de construir dos puentes para resguardar a todos los miembros de la comunidad de los desbordes de las aguas provenientes de los tagaretes, debido a la incidencia que las mismas estaban causando a la propia sede gubernamental. En 1676, el Capitán don Diego Vélez de Alcocer, confirma las disposiciones emanadas el año anterior y resuelve su reconstrucción: “propuso contrato, hacer de nuevo todo el techo de las casas altas y bajas del cabildo, cárcel y calabozos, con tirantes, costaneras, varas y lata nueva con su torta de barro bien acondicionada…”.
Durante el gobierno de Don Esteban de Urízar y Arespacochaga, se emite otra disposición con el objeto de solventar los gastos de mantenimiento para las obras de preservación y recomposición del solar, en el cual se desarrollaban las funciones políticas, de justicia y policía. Miguel Solá aseveró enfáticamente “Setenta y cinco años más tarde, el gobernador Andrés Mestre, uno de los más progresistas que tuvo Salta, hacía reedificar totalmente el viejo cabildo, dejándolo en la forma en que se ha conservado hasta hoy”.
“La reconstrucción de 1780 fue obra de un señor Figueroa” según aseveró en un artículo publicado en 1864, en el Correo del Domingo, Don Olegario Ojeda. Otro dato para ser tenido en cuenta es que las construcciones en nuestra ciudad, ya en el Siglo XVIII, eran de altos y sus propietarios de cualquier estrato social, “también al modesto y sencillo vecindario, que solía habitar los bajos para alquilar los altos”, según transcribió Solá, de las narraciones escritas por Concolocorvo en su paso por Salta en 1771. De allí se infiere que la fisonomía arquitectónica del Cabildo, no constituyó una excepción al perfil tan peculiar de la época.
¿Cómo
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