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Religion de los aztecas


Enviado por   •  27 de Abril de 2015  •  Informes  •  1.123 Palabras (5 Páginas)  •  271 Visitas

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Religion de los aztecas

Religion- Mitologia

La religión azteca era politeísta, aunque solo profesaban culto a unas pocas divinidades principales. Los dioses más importantes tenían relación con el ciclo solar y agrícola. Algunos de ellos eran Tezcatlipoca (dios de la noche y de los guerreros), Quetzalcoátl (creador del hombre y protector de la vida y la fertilidad), Huitzilopochtli (dios del Sol y la guerra) y Tláloc (dios de la lluvia y el trueno). En la religión azteca los sacrificios humanos eran muy corrientes.

El núcleo doctrinal de la religión azteca gira en torno a la leyenda de creación del mundo. Dicha leyenda aseguraba que éste había sido creado y destruido cuatro veces por los dioses. Las creaciones obedecían al deseo de que hubiera hombres buenos que les rindieran culto. Las destrucciones eran consecuencia de los pecados de los hombres, que no terminaban de vivir ordenadamente, como los dioses mandaban. El primer mundo fue arrasado por grandes huracanes; el segundo, por inundaciones; el tercero, por una lluvia de fuego, y el cuarto, por unas fieras salvajes. Después de esto, los dioses estuvieron tentados de no volver a crearlo de nuevo y dejarlo en la oscuridad, sin sol ni estrellas; pero éstos se reunieron en Teotihuacán (una ciudad anterior a los aztecas) y decidieron hacer un último intento. Para ello, un dios se arrojó al fuego y se convirtió en sol, mientras otros hicieron lo mismo para transformarse en estrellas, lunas, etc. Surgió así el último mundo, el quinto, en el que vivía la humanidad. Las tradiciones aseguraban que terminaría igual que los anteriores, cuando los hombres dejaran de obedecer las normas morales de sus dioses. Sobrevendría entonces un enorme terremoto que lo asolaría todo. El cataclismo comenzaría cuando el sol perdiera su fuerza y dejara de brillar.

Hay una creencia básica azteca que no hay que olvidar: un hombre no lograba una eternidad diferente según como se había conducido en la tierra, sino según la manera de morir. Así, los difuntos iban a diferentes moradas según las circunstancias de la muerte. Cada una estaba regida por dioses propios, y la manera en que morían los individuos era el medio por el que reclamaban en su séquito. Las víctimas sacrificadas se unían igualmente a las deidades a las que se ofrecían.

Por ejemplo, el guerrero muerto en combate o en la piedra de los sacrificios iba al paraíso este del Sol, llamado Tonatiuhichan (la casa del Sol), y podía convertirse en ququuhtecatl (compañero del Sol). Con las cohortes de sus compañeros muertos de la misma manera, acompañaba al astro rey desde que salía hasta el cenit, y ocupaba su tiempo libre en justas y combates simulados que daban a cada uno el brillo de la gloria y la felicidad. Cuatro años más tarde, guerreros y sacrificados se metamorfoseaban en colibríes que, con el privilegio de una libertad total, volaban de flor en flor, allí donde brillaba el Sol.

El paraíso oeste del Sol, llamado Cincalco (casa del maíz), nacía con el cenit del Sol, que entraba de ese modo en el lado femenino del mundo, ciutlampa. El oeste era la morada de las diosas-madres y también de las mujeres muertas al dar a luz, que a su vez, se convertían en diosas ciutatec, de las que los mortales tenían tendencia a desconfiar, ya que las noche de luna llena bajaban a la tierra, se ocultaban en los cruces y devoraban a los niños que se habían demorado…

El paraíso del sur del Sol, Tlatocan, pertenecía al benévolo Tlaloc, que atraía

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