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Vasco Núñez De Balboa


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  5.482 Palabras (22 Páginas)  •  374 Visitas

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EL MAR DEL SUR 1513-2013. VASCO NUÑEZ DE BALBOA

Vasco Núñez de Balboa, célebre conquistador español, incorporó el mar del Sur a la cartografía de la época el 25 de septiembre de 1513 unos 500 años a la fecha. El trascendental acontecimiento complementó y realzó el descubrimiento del Nuevo Mundo efectuado por el insigne Almirante D. Cristóbal Colón, acaecido hacía poco más de dos décadas. Desde esa fecha, el globo adquirió sus verdaderas dimensiones al agregarle los vastos espacios del océano Pacífico, cuyas aguas aún esperaban ser surcadas por las rodas de los frágiles navíos del intrépido Hernando de Magallanes.

Balboa, según los datos más verosímiles, nació en Jerez de los Caballeros en 1475; su progenitor, D. Nuño Arias de Balboa, era un ilustre hidalgo desprovisto de fortuna. En su adolescencia, entró al servicio de D. Pedro Puertocarrero, señor de Moguer, en calidad de paje y escudero: “Que le educó en letras, modales y armas”.(1) Cuando joven, avecindado en las proximidades del puerto de Palos, presenció como espectador privilegiado el excitante zarpe de la Santa María, Pinta y Niña rumbo a lo desconocido; más tarde, observó el apoteósico retorno del Almirante Colón con evidencias concretas de las fascinantes tierras, pueblos y riquezas situados en la orilla opuesta del Atlántico.

Ya adulto, Balboa se trasladó a Sevilla y acuciado por sus incitantes recuerdos se enroló en la expedición dirigida por el navegante y escribano D. Rodrigo de Bastidas secundado por el afamado piloto Juan de la Cosa. Los bajeles de la flotilla levaron anclas desde Cádiz en 1500, descubrieron y recorrieron el litoral caribeño de Darien y Colombia hasta el cabo de la Vela. Bastidas y los exploradores se dedicaron al reconocimiento de la zona ribereña sin progresar al interior ni asentarse en lugar alguno, se limitaron a un diligente y lucrativo comercio con los nativos acumulando un cuantioso volumen de oro y especies de valor. La obra viva de los veleros, en el prolongado trayecto, fue carcomida por la broma afectando su flotabilidad. Ante este infausto percance, el jefe de la expedición tuvo la obligación de dirigirse a la Española; pero en la travesía perdió a la mayoría de sus averiados buques, aún cuando logró salvar parte de los tesoros.

Con los recursos obtenidos en la empresa, Balboa adquirió un predio en la Villa Salvatierra de Sabana en el occidente de Santo Domingo. “La vida reposada y tranquila del granjero no cuadraba con sus grandes alientos y espíritu aventurero y enérgico”. (2) Más aún, cuantiosas deudas contraídas en el juego le impedían abandonar la isla; en consecuencia resolvió escapar en la primera oportunidad y participar en alguna aventura de conquista.

Fernando V autorizó la colonización de la llamada Tierra Firme o Castilla del Oro en 1508, mediante Cédulas Reales designó a dos gobernadores por un período de cuatro años. A D. Alonso de Ojeda le correspondió las Tierras de Uraba, cuya jurisdicción abarcaba el sector caribeño de la actual Colombia; mientras a D. Diego Nicuesa le concedió Veragua englobando los territorios de Nicaragua, Costa Rica y Panamá, el límite entre ambas dependencias era el Golfo de Uraba. El Gobernador Ojeda con tres bergantines y 220 hombres se hizo a la mar desde la Española el 10 de noviembre de 1509 y encargó a Martín Fernández de Enciso, Alcalde Mayor de la gobernación, la remisión de víveres y refuerzos. El otro mandatario colonial, Nicuesa, con cinco navíos, dos bergantines y 580 expedicionarios tomó rumbo a su destino ocho días más tarde.

El Capitán Ojeda desembarcó en las inmediaciones de Cartagena dominio de los feroces caribes, organizó una columna de 100 soldados para someter a los aborígenes, capturar esclavos y saquear las aldeas; se internó en la selva, obtuvo éxitos iniciales pero, luego, se le enfrentó una multitud de nativos dispuestos al combate. Una nube de flechas envenenadas causó la caída de 70 españoles y la huida de la diezmada partida. Entre los muertos se contaba el famoso cartógrafo Juan de la Cosa; Ojeda resultó herido en una pierna, que a la larga le generó una progresiva invalidez y muerte.

Corrientes y vientos caprichosos hicieron recalar a la flota de Nicuesa en Cartagena, el recién llegado reforzó las malogradas huestes peninsulares con 400 efectivos. Esta potente agrupación sorprendió, aniquiló y en seguida depredó los poblados de los indígenas acopiando un suculento botín. Finiquitada la tarea punitiva, ambos Capitanes se separaron y se encaminaron a sus respectivas posesiones.

Ojeda se afincó en el golfo de Uraba escogiendo un lugar estimado como adecuado a fin de cultivarlo, fundó la villa San Sebastián en febrero de 1510. “El aventurero español, en la primera época de los descubrimientos, no abandonaba su patria y familia para establecerse definitivamente en aquellos sitios, iba en busca de oro con la esperanza de en un breve plazo regresar convertido en un potentado, y se encontraba en vez de la fortuna que soñara con un país que carecía de los animales que sirven de alimento o de poderoso auxilio en el trabajo, y tan mísero de productos naturales e industriales que se hacía preciso llevar de España todo lo necesario para la vida del hombre civilizado, y cuando los víveres se agotaban o corrompían no les quedaba más recurso que por buenas o por la fuerza obtener de los indígenas maíz, pescado y frutas, con lo que iban sosteniéndose hasta la llegada de algún barco de la Península”. (3) A lo anterior, se sumaban un clima sofocante y malsano, agua insalubre, enfermedades tropicales, animales venenosos, frecuentes escaramuzas con los nativos, estos y otros inconvenientes producían serios estragos a los colonos iberos.

Transcurridas unas semanas, a la flamante colonia se le agotaron las provisiones. Providencialmente, un navío a cargo de Bernardino Talavera arribó con 70 hombres a bordo, descargaron los preciados suministros, pero ninguno de los viajeros quiso engrosar a la escuálida guarnición. Cuando nuevamente comenzaron a faltar los vituallas, Ojeda resolvió retornar a la Española en la embarcación de Talavera con la intención de requerir a las autoridades un pronto auxilio e inquirir las razones de la ausencia de Enciso con los refuerzos previstos. Delegó el mando en Francisco Pizarro, futuro conquistador del Perú, y le ordenó, si no recibía asistencia en 50 días, evacuar la posesión. El buque zarpó de San Sebastián en mayo y las desventuras se ensañaron con el desdichado Gobernador. Vendavales y marejadas arrastraron a la nao a las inmediaciones de Cuba zozobrando en insidiosos bajíos. Los náufragos deambularon en las insalubres ciénagas

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