Nacionalismo Vasco
Israelius22 de Septiembre de 2013
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Antes de desarrollar un análisis sobre el nacimiento de ETA como producto del nacionalismo vasco, debemos empezar por los conceptos generales que merecen ser definidos y clasificados para luego derivarnos a la particularidad del nacionalismo vasco, y su relación de violencia. El nacionalismo es una de las ideologías y movimientos políticos más particulares y conflictivos en los dos últimos siglos. Pero por otro lado, dentro del último tiempo, ha sido una de las corrientes más revisadas y analizadas en su esmero por traducir, y explicar los hechos más violentos que ha provocado, o que se le ha asignado, ubicándole como motor de pasiones. El camino hacía definir el nacionalismo es difícil, está minado por innumerables aportes, que claman por voz, consideración y validación a la hora de trabajar. En palabras de B.Anderson el nacionalismo vendría a ser la fuerza que da vida y representa a una comunidad imaginaria que recibe el nombre de “Nación” . Esta comunidad tiene en común ciertos elementos que son los que propician esa suerte de fuerza. Por otro lado, Ernest Gellner, en una senda sociológica, se niega a aceptar aquella consideración por la cual se entiende al nacionalismo solo arraigado en lo cultural. Para él, la nación, centro de esta ideología, es la mejor solución política para los problemas que puede provocar la organización de la sociedad moderna cuando esta tiene por principio el progreso económico sin fin. El Nacionalismo es una intención política por hacer coincidir las fronteras políticas con otro tipo de fronteras (étnicas, linguisticas, territoriales) para enfrentar los desafíos de la sociedad moderna.
Por otro lado, en una línea más histórica tenemos al historiador Elie Kedourie, quién refiere los orígenes del movimiento nacionalista en dos factores ; Primero, La Revolución Francesa (1789) que fue quién generó los bosquejos de un discurso nacionalista, pero siempre bajo los preceptos de la ilustración. Y segundo, cree que la filosofía moral de I.Kant y sus principios de autodeterminación individual dan singulares e interesantes aportes a la germinación de esta ideología, puesto que en la filosofía política de Kant se habla mucho de que el individuo regido bajo los principios de la autodeterminación, aceptación y la disciplina.
Ante este ya expuesto gran aporte de Kedourie, podemos traer a palestra a otros dos autores que respaldan estás consideraciones. Eric Hobsbawm e Isaiah Berlín. El primero también cree que el nacionalismo (como tantas otras creaciones de la sociedad moderna) es hijo directo de la doble Revolución; Revolución Francesa y Revolución Industrial, especialmente, de la primera, ya que esta habría abierto los caminos de un nuevo lenguaje liberal, radical y democrático, donde los valores del Antiguo Régimen se verían desplazados por valoes patrióticos.
El segundo por su lado hace particular alusión a Kant como origen del nacionalismo. Berlín, filósofo e historiador opina que Kant y su filosofía moral cimentaron el camino por donde se deslizaron las pasiones nacionalistas, en especial alemanas . Asegura que las ideas actua por si mismas, como si tuvieran vida propia y pueden que evolucionen en sentido contrario del cual fueron creadas, como es lo que pasó con algunas ideas kantianas que llegaron a un terreno muy fértil, donde el principio de “autonomía de la voluntad” prospero demasiado y algunos discipulos como Johann Gottlieb Fichte la llevaron a un absolutismo erróneo. Por último, es de reconocer que Berlin manifiesta que el nacionalismo brota de uno de los deseos más ultrajados, el sentimiento de reconocimiento. Los Estados pequeños y los pueblos piden el reconocimiento para ser reconocidos como entes soberanos de su cultura y territorio, y en ese afán de reconocimiento luchan contra los grandes Estados, declarando el derecho a sobrevivir, desarrollarse libres, y autodefinirse.
Es así que por lo que hemos podido ver, el nacionalismo es un sentimiento de autodeterminación de una colectividad determinada, que al mismo tiempo busca la unidad política y el reconocimiento, y esa búsqueda no está solamente ligada a lo cultural, sino también se compone de otros aspectos como los valores.
Ya después de haber trabajado en definiciones y establecimiento de ciertos paradigmas a considerar, es prudente también dar paso a clasificacioes que nos ayudan a estructurar el nacionalismo, que nos llevan además a un analisis completo del tema. Para esto me apoyaré en un autor al cual tuve acceso y que su análisis considero es digno de reconocimiento. Carlos Floria, quién en su libro “Pasiones nacionalistas (1998)” desarrolla un analisis acerca del nacionalismo y las distintas fuerzas que han confluido en la formación distintos tipos de nacionalismo, y sobre los cuales se han basado las naciones modernas para crear sus naciones y Estados. Ante todo, Floria cree que el nacionalismo es idea y doctrina al mismo tiempo, es decir, una ideología que puede ir envolviendo otras ideologías, y así desarrollando nuevos perfiles de su propia ideología. Floria reconoce dos tipos de concepciones que lideraron la historia de Europa en el siglo XIX; La primera es la concepción francesa de nación (que abarca la concepción norteamericana), la cual hace alusión a un carácter más voluntarista del sentimiento nacionalista, y segundo está la concepción alemana de nación, de un carácter más intríseco e interno.
La concepción francesa nació de la Ilustración y la Revolución Francesa y se le conoce como “nación cívica” o “nacionalismo cívico”. Floria coincide con Hobsbawm cuando cree que este nacionalismo nacido de la Revolución propugno fue clave en el nacimiento de un nuevo lenguaje político y de ideas que las naciones tomaron para autodeterminarse. El nacionalismo cívico, tiene en Ernest Renan un soporte intelectual reconocible, ya que este lo definió como un “plebiscito de cada día” . La nación es un contrato electivo cívico-territorial que depende básicamente de la voluntad política del ciudadano, que concibe una sociedad civil, un pueblo de ciudadanos basado en la ciudadanía efectiva. El nacionalismo cívico aboga por una construcción nacional abierta hacía el porvenir del ciudadano, gracias a la libertad y el individualismo, es decir, la voluntad de querer vivir juntos en un mismo Estado, bajo los preceptos de la ciudadanía, soberanía y libertad. Esta concepción es más que nada política, y para Floria, gir en torno al contrato social, que es clave para concebir una nación como la unión de voluntades de libre asociación, no importando el lugar que nazcas, sino tu voluntad de querer ser parte y querer integrarte adoptando los valores soberanos y ciudadanos. Floria termina este tipo de nacionalismo con una frase; “No se nace frances, se deviene” -
Luego encontramos el segundo tipo de nacionalismo, que es el nacionalismo étnico, concepción alemana de nación o como Andrés de Blas Guerrero lo llamaría “nacionalismo cultural”. El nacionalismo étnico esta basado en la construcción de una nación en base a la unidad étnica y cultural de la población. Es decir, la unidad de una comunidad esta basada bajo la pertenencia a un territorio, bajo el dominio de un lenguaje en común, de una tradición en común y bajo la pertenencia de una historia en común. Estos serían los preceptos que le dan al individuo el sentimiento de pertenencia a una nación, y que al mismo tiempo, los diferencia de las demas naciones. En este nacionalismo, hay un sentimiento de pertenencia por cuanto se vive la herencia cultural a través del lenguaje, la historia y la tradición, y se proyectan hacía un nuevo tipo de ciudadanía más exclusivo en su pertenencia. Este segundo tipo de nacionalismo se encuentra en contra del primero, por ser el primero muy abierto, y el segundo muy cerrado. Es en este segundo tipo de nacionalismo donde se avivan las pasiones nacionalistas, y en algunos casos, se foguean de mala manera. El nacionalismo étnico trae a palestra el aspecto racial, como factor de autodeterminación.
Ahora perfilando a un más el tema, es necesario traer a revisión el nacionalismo vasco del cual se pretende trabajar para el nacimiento de la ETA.
El nacionalismo vasco se encasilla en este segundo tipo de nacionalismo. El nacionalismo vasco es localista que pretende excluir a cualquier comunidad española que no sea vasca. Antonio Ramos-Oliveira en su libro “Historia de España” (1952) hace la conexión entre el nacionalismo alemán y el vasco, apelando a que estos dos tienen en común el aspecto racial por sobre lo político. Ramos-Oliveira afirma que el caso alemán, el japonés y el vasco, prueban que la rápida industralización de una nación de alma primitiva, romántica, que basa su sistema de pertenencia a lo étnico, puede derivar en un complejo de superioridad racial.
El nacionalismo vasco es una ideología político y cultural, que apela a la defensa de la entidad cultural y la unidad de los territorios habitados por la nación vasca que se emplazan entre España y Francia. La comunidad a la cual hace referencia este nacionalismo es al Pais Vaco, o Euskadi en el idioma vasco. Ubicado al norte de España y el Sur de Francia, el País Vasco abarca las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, así como también Navarra, que tiene derecho a formar parte de la comunidad autónoma del País Vasco. El nacionalismo vasco surge en Bilbao, en la última década del siglo XIX, coincidiendo con la primera oleada de inmigrantes económicos, procedentes de otras tierras de la península, que pronto se convertiran en personajes importantes de los centros económicos del país. Se reconoce en Sabino Arana su fundador, que en un escenario impactado por la industrialización
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