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ARTES CRISTIANAS


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  6.302 Palabras (26 Páginas)  •  304 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela.

Ministerio del Poder Popular para la Educación.

U.E.C. Nuestra Señora de Lourdes.

2año “A”

Docente: Integrantes:

Daunararis L. Fany C.

Daniela P.

Isabella S.

Puerto Ordaz 25-04-13.

Índice

Pág.

Introducción ------------------------------------------------------------------------------- 3.

Arte Cristiano ----------------------------------------------------------------------------- 4.

Arte Paleocristiano ---------------------------------------------------------------------- 6

Arte Bizantino ---------------------------------------------------------------------------- 9

Arte Románico -------------------------------------------------------------------------- 13

Arte Gótico ------------------------------------------------------------------------------- 15

Conclusión ------------------------------------------------------------------------------- 19

Anexos ------------------------------------------------------------------------------------ 20

Introducción

En este presente trabajo podemos conocer cómo eran los anteriores siglos con respecto al arte. Se puede decir que ya todos estos artes, en los tiempos de ahora, han cambiado o mejor dicho han evolucionado. Cada una de las artes que le presentaremos en el desarrollo será importante para nuestra vida para tener un cierto conocimiento.

Arte Cristiano

Es el arte religioso del cristianismo, las obras de arte inspiradas por sentimientos religiosos cristianos, o creadas para ilustrar, suplementar y representar en una forma tangible el mensaje cristiano.

Al ser el cristianismo la religión dominante en la civilización occidental desde el siglo IV, el arte cristiano se identifica con la mayor parte de las producciones artísticas de la Edad Media en Europa y siguió siendo muy importante durante toda la Edad Moderna, además de extenderse geográficamente. La secularización de la sociedad ha restringido al arte cristiano dentro de las principales corrientes artísticas de la Edad Contemporánea.

Como arte sacro, para los creyentes el arte cristiano tiene como fin esencial el culto. Edificios, imágenes (iconos, del griego εἰκών eikon) y objetos litúrgicos se consagran, con lo que dejan de ser simples obras de arte. Desde el cristianismo primitivo, y sobre todo en la Edad Media, los templos y monasterios se identificaban con las reliquias de los santos y mártires que contenían y que los denominaban. No sólo las reliquias o las denominadas vera ícono ("verdaderas imágenes" de Cristo), sino muchas otras imágenes, adquirieron fama de milagrosas y suscitaron peregrinaciones; llegando a extremos de religiosidad popular que suscitó discrepancias entre el propio clero, pues mientras unos defendían la virtud de estas devociones, otros las condenaban por supersticiosas o incluso idolátricas.

Casi todos los grupos cristianos usan o han usado de alguna manera el arte; aunque la importancia que se da al arte y a los distintos artes, así como a los medios, estilos y representaciones usadas, difieren notablemente entre católicos y protestantes. Incluso la música religiosa y la arquitectura religiosa, a pesar de ser vehículos más abstractos, expresan de forma evidente las diferencias o cualquier mensaje que se pretendiera incluir (a través del canto litúrgico o de las formas arquitectónicas alegóricas -elipse abierta de la Plaza de San Pedro-). Las artes figurativas (pintura religiosa y escultura religiosa), que son rechazados de forma radical por los movimientos iconoclastas, se emplean de forma también distinta; a pesar de que los temas son en gran parte comunes: la representación del ciclo de la vida de Cristo y algunos ciclos del Antiguo Testamento. Las representaciones de los santos son más abundantes en el catolicismo, el anglicanismo y la Iglesia ortodoxa; aunque no están ausentes de los altares luteranos. En los templos católicos tradicionales se aprecia la abundancia y abigarramiento de todo tipo de representaciones pictóricas y escultóricas (horror vacui), no sólo en el altar mayor, sino incluso en las múltiples capillas laterales, en elementos como el púlpito o la pila bautismal o incluso en el artesonado o las vidrieras. De forma diferenciada según el periodo histórico, las paredes se cubren con frescos (o se ocultan con lienzos o retablos) y todo tipo de elementos arquitectónicos sirven de soporte para la escultura (capiteles historiados, tímpanos, gárgolas), incluso en zonas no visibles por los fieles (se entiende que el destinatario de la obra es Dios, que todo lo ve), y hasta el suelo se cubre de lápidas. La decoración de las iglesias ortodoxas es incluso más abrumadora (iconostasios, mosaicos, indumentaria y orfebrería religiosa). En cambio, la simplicidad de que hacen gala los altares evangélicos fue imitada en las nuevas construcciones de iglesias católicas a partir del Concilio Vaticano II.

Cada pieza de arte cristiano, sin importar el medio, o el personaje, evento, pasaje bíblico (las pericopas, las parábolas) o concepto específico que represente, suele contener símbolos identificativos de la rama del cristianismo que lo produjo. A pesar de que existen algunos referentes comunes, conceptuales (amor -agape- y salvación como vida verdadera o vida eterna y triunfo sobre la muerte), textuales (la Biblia) o icónicos (la Cruz, las Imágenes de Jesús); ninguno de ellos tiene en realidad una total identidad, ni una lectura o interpretación común, lo que se expresa también en formas diferenciadas, a veces sutilmente, pero de manera suficiente como para que cada grupo identifique las suyas y considere ajenas y heterodoxas las de los demás: ni la Biblia es la misma, ni en las partes que sí coinciden su lectura coincide, ni el amor cristiano significa lo mismo, ni la salvación se consigue de la misma forma, ni la cruz se construye de la misma manera.

No obstante, la iconografía se centra en los mecanismos identificativos internos: cada rasgo facial (si el apóstol tiene barba o es calvo), cada color (si la túnica de Cristo es roja o el manto de la Virgen azul -lo habitual, aunque no es inusual utilizar otros, por criterios conceptuales, estéticos, y hasta económicos-, si se emplea el dorado para el fondo o los nimbos -además de su uso como colores litúrgicos-),12 cada sutil gesto de las manos (que oran, bendicen, acarician, ofrecen, oran, rechazan, señalan, etc.), cada objeto o parte del entorno, están convencionalmente fijados (a veces hasta negociados prolijamente en los documentos contractuales que se firman entre comitente y artista) y repetidos a lo largo de la milenaria historia del arte en el cristianismo.

Arte Paleocristiano

Se denomina arte paleocristiano al estilo de arte que se desarrolla durante los seis primeros siglos de nuestra era, desde la aparición del cristianismo, durante la dominación romana, hasta la invasión de los pueblos bárbaros, aunque en Oriente tiene su continuación, tras la escisión del Imperio, en el llamado arte bizantino.

En Occidente, Roma es el centro y símbolo de la cristiandad, por lo que en ella se producen las primeras manifestaciones artísticas de los primitivos cristianos o paleocristianos, recibiendo un gran influjo del arte romano tanto en la arquitectura como en las artes figurativas. Lo mismo que la historia del cristianismo en sus primeros momentos, en el arte se distinguen dos etapas, separadas por la promulgación del Edicto de Milán por Constantino en el año 313, otorgando a los cristianos plenos derechos de manifestación pública de sus creencias.

Arquitectura

• Catacumbas:

Hasta el año 315, el arte escultórico de los cristianos se centró en la excavación de las catacumbas y el reforzamiento de sus estructuras. Éstas eran cementerios romanos, excavados, en un principio, en los jardines de algunas casas de patricias cristianos, como las de Domitila y Priscila en Roma. Más tarde en el siglo V, y ante el aumento de creyentes, estos cementerios se hicieron insuficientes adquiriendo terrenos en las afueras de las urbes donde surgen los cementerios públicos, en los que se excavan sucesivos pisos formando las características catacumbas que ahora conocemos.

La primera vez que se aplicó el término catacumba es a la de San Sebastián en Roma. El cementerio o catacumba se organiza en varias partes: estrechas galerías (ambulacrum) con nichos longitudinales (loculi) en las paredes para el enterramiento de los cadáveres. En algunos enterramientos se destacaba la notabilidad de la persona enterrada, cobijando su tumba bajo un arco semicircular (arcosolium).

En el siglo IV en el cruce de las galerías o en los finales de las mismas se abrieron unos ensanchamientos (cubiculum) para la realización de algunas ceremonias litúrgicas. Las catacumbas se completaban al exterior con una edificación al aire libre, a modo de templete (cella memoriae) indicativa de un resto de reliquias que gozaban de especial veneración. Entre las catacumbas más importantes, además de las ya citadas, destacan las de San Calixto en Santa María en Trastevere, Santa Constanza y Santa Inés en Sant'Agnese in Agone, todas ellas en Roma, aunque también las hubo en Nápoles, Alejandría y Asia Menor.

• Basílicas:

En los templos de culto paganos las procesiones y sacrificios se celebraban al aire libre y en el interior sólo estaba el altar del dios. Estos templos eran muy pequeños. En el Imperio de Constantino surgió la necesidad de utilizar edificios con mayor capacidad para el culto cristiano. Las nuevas iglesias cristianas necesitaban más espacio para contener a los fieles que se acercaban a orar dentro del templo. Es por eso que las iglesias no tomaron de modelo los templos paganos sino que tomaron las grandes salas de reuniones públicas que ya eran conocidas con el nombre de basílicas.

Por eso, a finales del siglo IV y a comienzos del siglo V, comenzaron a suprimirse las iglesias de formas irregulares para reemplazarlas por iglesias de forma regular, es decir, basílicas regulares, de tres naves con un ábside en uno de los lados menores y en el otro lado menor la entrada frente al coro. En todo el Imperio quedó asociado el concepto de iglesia con el de basílica.

Después del Edicto de Milán, a partir del año 313, la basílica es la construcción eclesiástica más característica del mundo cristiano. Su origen es dudoso, pues se la considera una derivación de la basílica romana, o se la relaciona con algunos modelos de casas patricias, o, incluso, con algunas salas termales. La basílica organiza su espacio, generalmente, en tres naves longitudinales, que pueden ser cinco, separadas por columnas; la nave central es algo más alta que las laterales, sobre cuyos muros se levantan ventanas para la iluminación interior. La cubierta es plana y de madera y la cabecera tiene un ábside con bóveda de cuarto de esfera bajo la que se alberga el altar.

En las grandes basílicas, como la de San Pedro y San Juan de Letrán, en Roma, la estructura de su cabecera se completaba con una nave transversal llamada transepto que buscaba el simbolismo de reproducir la cruz de Cristo en la planta del templo. Al edificio basilical se accede a través del atrio o patio rectangular (antecedente de los claustros), con una fuente en el centro, que conducía hasta el nártex o sala transversal, situada a los pies de las naves, desde donde seguían la liturgia los catecúmenos. Las basílicas más notables, además de las citadas, son la de Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y la de Santa Inés.

Otros edificios de carácter religioso fueron los baptisterios, edificaciones de planta poligonal, frecuentemente octogonal, que tenían en su interior una gran pila para realizar los bautismos por inmersión. El más conocido es el Baptisterio de San Juan de Letrán, en Roma, construido en tiempos de Constantino. También son de planta central algunos enterramientos que siguen la tradición romana; de planta circular con bóvedas es el Mausoleo de Santa Constanza y de planta de cruz griega es el Mausoleo de Gala Placidia en Rávena.

En el arte paleocristiano oriental se acusa la marcada tendencia a utilizar construcciones de planta de cruz griega, con los cuatro brazos iguales, como la Iglesia de San Simeón el Estilita.

Escultura

La escultura de la época se halla especialmente representada por los sarcófagos decorados con temas del Crismón, estrígilos, escenas bíblicas y representaciones alegóricas. Entre ellos se destacan el de Leocadius en Tarragona y el de Santa Engracia en Zaragoza. También se conservan algunas estatuas exentas, como varias con el tema del Buen Pastor, laudas sepulcrales y mosaicos que por su técnica y sentido del color siguen los modelos romanos.

Pinturas

La pintura se veía representada en murales, mosaicos y miniaturas. Las iglesias se decoraban con mosaicos de pavimento. Los temas cristianos aparecían como alegorías. En la nave de la iglesia-basílica colocaban una alfombra de mosaicos con una ilustración alegórica de cómo la tierra era llevada a la fe de Cristo. Las más importantes datan del siglo VI pero luego se abandonó la ejecución de escenas religiosas en el piso para no tener que pisarlas.

Arte Bizantino

El arte bizantino es una expresión artística que se configura a partir del siglo VI, fuertemente enraizada en el mundo helenístico, como continuadora del arte paleocristiano oriental. En sus primeros momentos, Bizancio se consideró como el continuador natural, en los países del Mediterráneo oriental, del Imperio romano, siendo transmisor de formas artísticas que influyen poderosamente en la cultura occidental medieval. Los períodos del arte bizantino se ajustan, como es natural, a las grandes fases de su historia política.

Arquitectura

En la Primera Edad de Oro, época de Justiniano I, siglo VI, se realizan las más grandiosas obras arquitectónicas que ponen de manifiesto los caracteres técnicos y materiales, así como el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período.

Del mundo romano y paleocristiano oriental mantuvo varios elementos tales como materiales de ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico, arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc.Pero también aportaron nuevos rasgos entre los que se destaca la nueva concepción dinámica de los elementos y un novedoso sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante, el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula. Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a modo de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del cosmos divino.

Otra aportación de gran transcendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; así, el de tipo teodosiano es una herencia romana empleada durante el siglo IV como evolución del corintio y tallada a trépano, semejando a avisperos; otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza tronco piramidal decorada con diversos motivos y símbolos cristianos.

En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia que se concede a la cúpula, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basilical y las cruciformes con los tramos iguales (planta de cruz griega).

En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de nave principal, posea un atrio o nártex, de origen paleocristiano, y el presbiterio precedido de iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado se colocaban los iconos pintados.

La primera obra cristiana, del primer tercio del siglo VI, es la iglesia de los Santos Sergio y Baco, en Constantinopla (527-536), edificio de planta central cuadrada con octógono en el centro cubierto medio maricoiante cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave en su entorno. A este mismo momento de la primera mitad del siglo V, corresponde la iglesia rectangular con dos cúpulas de la Santa Paz o de Santa Irene, también en Constantinopla. Pero la obra cumbre de la arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa Sofía, iglesia de la divina sabiduría, dedicada a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, construida por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, entre los años 532 y 537, siguiendo las órdenes directas del emperador Justiniano I.

También fue importante la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla, proyectada como mausoleo imperial e inspirada en la iglesia de San Juan de Éfeso, ofrecía un modelo de planta de cruz griega con cinco cúpulas ampliamente imitada en todo el mundo bizantino, por ejemplo en la famosa iglesia bizantina de San Marcos de Venecia, obra del siglo XI.

No fue Constantinopla el único foco importante en esta primera Edad de Oro de Bizancio, es menester recordar el núcleo de Rávena (capital del Imperio bizantino en Occidente desde el siglo VI hasta el siglo VIII), el exarcado occidental situado en el nordeste de la península italiana, en las riberas del mar Adriático, junto a Venecia.

Las iglesias bizantinas de Rávena presentan dos modelos: uno de clara inspiración constantinopolitana relacionada con la iglesia de los Santos Sergio y Baco, la de iglesia de San Vital en Rávena (538-547), en la que, igualmente que su modelo, es de planta octogonal con nave circundante entre los elevados pilares y con una prolongación semicircular en la cabecera, delante del ábside del presbiterio; en los pies tiene un amplio atrio con torres laterales. En esta iglesia de San Vital están ya prefigurados los rasgos más característicos de la estilística en la arquitectura medieval de Occidente, sobre todo en los que se refiere al sentido vertical de la construcción en detrimento de la horizontalidad precedente. Las otras iglesias bizantinas de Rávena tienen influencia paleocristiana por su estructura basilical con cubierta plana. Son la iglesia de San Apolinar in Classe y la iglesia de San Apolinar il Nuevo, ambas de la primera mitad del siglo V y con destacados mosaicos.

Escultura

La plástica escultórica bizantina supuso la culminación del arte paleocristiano, manteniendo sus técnicas y su estética de progresivo alejamiento de las cualidades clásicas: la mayor rigidez, la repetición de modelos estereotipados, la preferencia del bajorrelieve a las obras de bulto redondo.

Tras la sistemática destrucción del período iconoclasta hay una vuelta al culto de las imágenes, pero para no caer en la idolatría y por influjo de las nuevas corrientes islámicas desaparece la figura humana en la os (marfil) que proporcionan pequeñas piezas, son los caracteres más destacados de la estatuaria bizantina de la estatuaria exenta.

Las obras más destacadas son las labores ornamentales de los capiteles con motivos vegetales y animales afrontados como son los de San Vital de Rávena o los sarcófagos de la misma ciudad en los que se representan los temas del Buen Pastor.

Pero las obras capitales de la escultura bizantina son las pequeñas obras, dípticos y cajas, talladas en marfil, destacándose el díptico Barberini, Museo del Louvre, del siglo V, o la célebre Cátedra del obispo Maximiano, en Rávena, tallada hacia el año 533 sobre placas de marfil con minucioso trabajo. El arte bizantino fue más importante que otros tipos de artes existentes en el mundo.

Pintura

La pintura bizantina es la manifestación pictórica del arte bizantino. Como éste, evolucionó a partir del arte paleocristiano y fijó su carácter desde el siglo VI (el de Justiniano I), continuando hasta el fin del Imperio bizantino en el siglo XV, e incluso en la Edad Moderna con la escuela cretense. La mayor parte de la producción pictórica de la primera época se destruyó durante la iconoclasia de los siglos VIII y IX, de modo que sólo han sobrevivido ejemplos en territorios ya no controlados por el imperio bizantino (como Italia o el Próximo Oriente). También la pintura tradicional rusa y de otras naciones eslavas es una prolongación de la bizantina.

La representación pictórica en la cultura bizantina y en la cristiandad oriental ejercía una función particularmente importante, pues se la consideraba materialización de la misma divinidad (revelación de lo divino o teofanía), en algunos casos incluso con la consideración de "realizada por manos no humanas" (acheiropoieta). En la cristiandad occidental esa misma función se reservaba más habitualmente a las reliquias.

Las principales técnicas de la pintura bizantina fueron el mosaico, el temple sobre tabla (iconos), el fresco y la iluminación de manuscritos.

Se distingue la pintura bizantina al mosaico por la riqueza de materiales, con abundancia de oro (mosaicos vítreos y dorados) y fastuosa ornamentación (horror vacui) y la pobreza en el movimiento artístico. Las figuras de los personajes se presentan ordinariamente alargadas, en pie y con los brazos en actitud algo movida o llevando algún objeto. La túnica o vestimenta con que aparecen cubiertas suele ofrecer pliegues rectos y paralelos, casi verticales. Pero el manto o capa los presentan más movidos y se recoge sobre el brazo izquierdo de la figura. El continente de las personas se ostenta siempre majestuoso, tranquilo y honesto; su mirada, de frente o a la derecha del espectador; sus ojos, grandes y abiertos; sus pies, pequeños o estrechos y terminados en punta.

Los elementos decorativos de los cuadros o composiciones consisten de ordinario en perlas, cintas, series de joyas, guirnaldas y grecas sin excluir algunas plantas sueltas como la palmera ni los motivos arquitectónicos. A los lados de las figuras o encima de ellas, se destacan a menudo sobre el fondo de oro inscripciones en sentido vertical u horizontal que fijan el nombre y el significado del personaje o de la escena que se representa. Los asuntos de tales composiciones son generalmente bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, además de algunas escenas religiosas de la corte imperial y representaciones de ángeles y santos. Es bastante común en el ábside o en la cúpula de las basílicas de Oriente la figura del Pantokrator (o Cristo en Majestad) rodeado de ángeles a imitación del tipo de Santa Sofía de Constantinopla.

El amaneramiento y el convencionalismo de la pintura bizantina que ya desde el principio más o menos la acompañan se hicieron más sensibles en el siglo VIII y llegaron a su apogeo en el XIII por la falta de expresión y el exceso de rigidez y angulosidad que se manifiesta en las figuras. Alguna restauración se vio aparecer en el siglo XIV bajo el imperio de los Paleólogos pero resultó escasa y la decadencia fue completa desde últimos del XVI refugiándose el arte en los monasterios del monte Athos (Grecia) centro artístico de la cristiandad oriental y donde la pintura se convirtió en una industria que seguía fórmulas de receta.

Arte Románico

El Románico fue un estilo artístico predominante en Europa durante los siglos XI, XII y parte del XIII.

El arte románico fue el primer gran estilo claramente cristiano y europeo que agrupó a las diferentes opciones que se habían utilizado en la temprana Edad Media (romana, prerrománica, bizantina, germánica y árabe) y consiguió formular un lenguaje específico y coherente aplicado a todas las manifestaciones artísticas. No fue producto de una sola nacionalidad o región, sino que surgió de manera paulatina y casi simultánea en España, Francia, Italia, Alemania y en cada uno de esos países surgió con características propias, aunque con suficiente unidad como para ser considerado el primer estilo internacional, con un ámbito europeo.

Arquitectura

Las iglesias eran en la Alta Edad Media el punto de encuentro de los fieles con Dios, y por tanto debía representarlo a Él. Pero el arte románico va a dar un cambio radical a estas edificaciones. Se deja un lado la sencillez que predominaba hasta entonces y se emplea de nuevo la majestuosidad de las construcciones romanas. Las naves de estos lugares estaban cubiertas de techos abovedados, en vez de madera y sus exteriores estaban decorados con estatuas y ornamentación arquitectónica.

Escultura

En esta época resurge la escultura monumental tallada en piedra, que hasta ese momento sólo se mantuvo como forma de decoración superficial u ornamento arquitectónico de talla reducida. En la Alta Edad Media la escultura en miniatura fue la tónica dominante, con pequeños relieves y figurillas realizados en metal o marfil; la escultura de gran escala se limitaba casi exclusivamente a la madera.

Al igual que en la arquitectura cada zona geográfica tenía su propio estilo escultórico, con características muy marcadas en cada una de ellas.

Pintura

Esta expresión artística no se desarrolla de la misma forma que la arquitectura ni la escultura del románico, y apenas puede hacerse una distinción entre la pintura de la Edad Media y la pintura románica. Pero no por este hecho la pintura deja de ser importante en este estilo artístico.

De igual forma que la arquitectura y la escultura albergó gran número de variaciones locales, aunque las producciones más bellas nos llegan desde los monasterios de Francia, Bélgica y el sur de Inglaterra. Porque no debemos olvidar que la pintura era la base fundamental de la iluminación de manuscritos. Las obras de estas zonas son muy parecidas entre sí.

En la representación de San Juan Bautista en el Evangelio del Abad Wedricus existe una tendencia románica a realizar el dibujo con formas lineales, aunque suavizadas por la influencia bizantina, pero sin dejar el ritmo de las formas. El personaje principal se centra en un marco, del que parece no tener salida. Esta expresión del dibujo lineal y los sencillos contornos que lo definen, se adaptan con gran facilidad a las diferentes escalas de las pinturas románicas, que podían ser representadas en murales, tapices, vidrieras de colores o relieves escultóricos.

El “Tapiz de Bayeux” es un friso bordado en paño, de unos 70 cm. de longitud, que narra la invasión de Inglaterra por Guillermo el Conquistador. En este friso, no se centra la imagen principal dentro de un marco si no que se divide en tres partes horizontales. La parte superior está adornada con pájaros y otros animales, pero la franja inferior está decorada con imágenes de soldados y caballos, lo que la hace estar más integrada en la composición central del tapiz.

Aunque improvisto de todos los refinamientos de la pintura clásica, el tapiz nos recrea una visión sorprendentemente intensa y detallada del arte militar en el siglo XI. La superposición de las figuras hace de cada combatiente un héroe individual que de una forma u otra ayuda incluso cuando ha sido derrotado.

“La Construcción de la Torre de Babel”, representada en la nave central de la iglesia de St. Servin-sur-Gartempe, trata una composición realmente dramática en la que el propio Dios participa directamente en la narración.

Fue a mediados del siglo XII cuando la pintura románica comenzó a sufrir cambios tanto en Francia como en Inglaterra. “El paso del mar Rojo”es una plancha esmaltada realizada por Nicolás de Verdún y que compone el retablo de la abadía de Klosterneuburg (Austria), se aleja de las formas lineales y recobra de súbito una forma de líneas tridimensionales. Los pliegues de la ropa tienen el volumen del cuerpo que las lleva puesta. Es aquí dónde podemos observar ese predominio clásico que hasta entonces estuvo perdido en la pintura románica.

A partir de este momento la pintura románica deja de ser considerada como tal y es simplemente un paso transitorio entre el románico y el gótico.

Arte Gótico

El arte gótico es un estilo que se desarrolló en Europa occidental durante los últimos siglos de la Edad Media, desde mediados del siglo XII hasta la implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia), y bien entrado el siglo XVI en los lugares donde el gótico pervivió más tiempo. Se trata de un amplio período artístico, que surge en el norte de Francia y se expande por todo Occidente. Según los países y las regiones se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra y España.

Arquitectura

A nivel arquitectónico, el estilo gótico nació en torno a 1140 en Francia, siendo considerada como el primer monumento de este movimiento la basílica de la abadía real de Saint-Denis (edificada por el abad Suger, consejero de Luis VII de Francia).

También desde finales del siglo XII y comienzos del XIII se divulga por los monasterios de la orden del Císter un estilo despojado de ornamentación y reducido a la pureza de los elementos estructurales, expresión de las concepciones estéticas y espirituales de Bernardo de Claraval, que se suele denominar arte cisterciense.

Este arte se ha definido durante mucho tiempo de manera bastante superficial, exclusivamente por la utilización de uno de sus elementos, el arco apuntado, al que suele llamarse ojival, del que se deriva la bóveda de crucería que permite desplazar los empujes a contrafuertes externos, que se alejan aún más de los muros mediante el uso de arbotantes. Eso permitió la construcción de edificios mucho más amplios y elevados, y el predominio de los vanos sobre los muros. Los elementos sustentantes (pilares de complicado diseño) quedan mucho más estilizados. Pero la utilización de un elemento no puede definir un estilo de forma global, se trata de un problema más amplio, de una nueva etapa histórica, una nueva concepción del arte y con él del mundo. Un elemento estructural, por importante que sea, no puede resumir un concepto global sobre la vida.

Escultura

En la escultura gótica las tallas en piedra continúan usándose para la decoración de la arquitectura, además de cumplir la función evangelizadora (el catecismo de los analfabetos, la inmensa mayoría de la población) pero cada vez se emancipa más (paso del relieve al bulto redondo). La escultura gótica evolucionó desde un estilo alargado y rígido, aún en parte románico, hacia un sentimiento espacial y naturalista a finales del siglo XII y principios del siglo XIII. La influencia de las esculturas griegas y romanas que aún se conservaban se incorporó al tratamiento de las telas, las expresiones faciales y la pose.

Las esculturas góticas nacieron en los muros de las iglesias, a mediados del siglo XII en la Isla de Francia, cuando el abad Suger hizo construir la abadía de Saint-Denis (h. 1140), considerada el primer edificio gótico, y muy pronto le siguió la catedral de Chartres (h. 1145). Anteriormente, no había tradición escultórica en la Isla de Francia, así que los escultores se traían de Borgoña, quienes crearon las revolucionarias figuras que actuaban como columnas en el Pórtico Real de Chartres. Era un invento enteramente nuevo y proporcionaría el modelo para una generación de escultores.

Las ideas francesas se divulgaron. En España la penetración del gótico francés se hizo a través de maestros y obras que llegaron procedentes de este país, por ejemplo en Cataluña la influencia del taller de Rieux es bastante evidente en la virgen del Patrocinio de Cardona. En Alemania, desde 1225 en la catedral de Bamberg en adelante, el impacto se encuentra en todos los lugares. La catedral de Bamberg tiene el más amplio conjunto de escultura del siglo XIII, culminando en 1240 con el Caballero de Bamberg, la primera estatua ecuestre en el arte occidental desde el siglo VI, y que se cree que retrataba a Conrado II.

En Inglaterra la escultura estaba más limitada a monumentos funerarios y decoraciones no figurativas, en parte debido a la iconoclastia cisterciense. En Italia aún persistía la influencia clásica, destacando obras como el púlpito del baptisterio de Pisa (1269) y el de la catedral de Siena. Una obra maestra tardía de la escultura gótica italiana es la serie de tumbas de los Scaligeri en Verona.

Las técnicas de tallado de madera se hacen cada vez más sofisticadas, llegando a su máximo esplendor en la integración del color y el diseño arquitectónico de complejísimos retablos. La recuperación de la tradición clásica de la fundición del bronce deberá esperar al renacimiento italiano.

El escultor flamenco-borgoñón Claus Sluter y el gusto por el naturalismo marcó el comienzo del fin para la escultura gótica, evolucionando hacia el clasicista estilo renacentista a finales del siglo XV.

Vitrales

Los vitrales, por el lugar que ocupan en las iglesias y catedrales serán, en la Francia del siglo XIII, la verdadera Pintura Gótica. Los vitrales sustituyen allí a la pintura mural que se había desarrollado ampliamente durante el periodo románico pero que en el gótico quedó como un arte complementario. El arte de los vitrales se convierte en el arte hegemónico del color y del dibujo, toma las funciones simbólico-docentes de la pintura mural con sus completos programas iconográficos que hicieron converger a la mayor parte de los talleres y centros artísticos europeos, principalmente de Francia, en el dibujo de los cartones que es el paso previo para la realización de un vitral.

La catedral gótica evoca la imagen de la Jerusalén celeste y constituye la obra colectiva de los habitantes (burgueses) de las ciudades de la Baja Edad Media. Cada nueva generación de albañiles y artesanos, al tomar el relevo de la generación anterior, hará avanzar la construcción del presbiterio o de las capillas laterales y del crucero. Cada nueva iglesia o catedral hará sus naves más altas que las anteriores, suprimiendo progresivamente el muro de fábrica o muro de carga y sustituyéndolo por lo que se ha denominado el «muro translúcido», es decir, por los amplios ventanales con vitrales de color que proporcionan al interior de las iglesias y catedrales una atmósfera cálida, coloreada e irreal donde los fieles pueden sentirse seguros al amparo de la Iglesia mientras contemplan la «luz de esencia divina» tal como decía el abad Suger que fue quien impulsó la construcción de los vitrales del coro de la Basílica de Saint-Denis de París, mediado el siglo XII.

El arte de los vitrales domina sobre las demás técnicas de pintura a las que impone sus leyes: la composición enmarcada en medallones, nichos u otros compartimentos, los colores vivos y saturados, las formas delimitadas y precisas, etc.; son pautas estéticas que hayamos también en las ilustraciones de libros y miniaturas ampliamente difundidas por Europa. Este predominio del vitral tiene su excepción en Italia, donde la tradición muralista no se había interrumpido desde la antigüedad, o en otros lugares que como Cataluña acusaban desde el románico las influencias italianas.

Sus temas son tomados del Antiguo y Nuevo Testamento, las historias de la Virgen María y de los santos así como las representaciones de las actividades gremiales o escenas de la vida cotidiana, las cuales, progresivamente suben también a lo alto de los vitrales de las catedrales.

Al avanzar el estilo se modificó la técnica con una nueva gama de color basada en los fondos incoloros o grises, en los tonos quebrados y los temas más humanizados. La invención del color amarillo de plata llevará al arte de los vitrales, durante el siglo XIV, a un preciosismo dorado y a una ligereza que constituye su culminación.

Un recorrido por las iglesias y catedrales con los vitrales más destacados se ha de iniciar por la Catedral de Chartres, en Francia ya que sus vitrales constituyen el más bello y así mismo el conjunto de vitrales mejor conservado de Europa. Comprende 146 ventanas con 1359 temas de los cuales el vitral de "Notre-dame de la Belle-Verrière" es el más famoso. También son destacados los vitrales de San Eustaquio, los rosetones y la vidriera de colores del zodíaco.

Conclusión

Esto nos dio a conocer que existen diferentes tipos de arte, que no es uno solo nada más, que todos se caracterizan por ser diferentes y tener su estilo propio.

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