Alameda CAMINO DE HISTORIAS

ALAMEDA

CAMINO DE HISTORIAS

La cañada que un día dio lugar a la ruralidad y al paseo de la pequeña elite santiaguina decimonónica, se convirtió en el escenario principal en donde los distintos movimientos sociales dejaron, y dejan, desplegadas sus consignas. Alameda; camino de historias cuenta, a través de imágenes y textos museográficos referidos a hechos claves en la historia de la importante avenida, algunos de los relatos que se desenvolvieron en una de las principales calles de Santiago. Relatos que muchas veces sirvieron como reflejo del contexto nacional político y social.

La muestra comienza con un mapa de Santiago hecho por Amedée François Frezier  en 1716, en este se muestra una cañada  escaza de edificaciones a sus alrededores. Esta imagen da la partida a una narración, construida con grabados y pinturas, que da cuenta del desarrollo urbano que se genera en torno a la cañada.

Amedée François Frezier, mapa, 1716

En en la pintura de Ernest Charton de 1863 se puede ver a la cañada rodeada de un contexto bastante rural. Esto cambia cuando, de la mano de Bernardo O’Higgins, se decide convertirla en un moderno paseo arbolado. Un paseo donde la sociedad Santiaguina, especialmente la elite, saldrá a mostrarse (Felsenhardt). Esta nueva  cañada, que pronto pasa a llamarse “alameda de las delicias”, se puede advertir ya en el grabado (1872) de Frederic Sorrieu.

[pic 1][pic 2]

La exposición continúa con tres pinturas que muestran a un Santiago unido al progreso y dan cuenta de la vida moderna ya instaurada en la capital chilena. Un punto importante a mencionar es que no solo es posible apreciar la representación de una sociedad moderna, sino que también esa modernidad se presenta en la técnica y el modo de pintar de los artistas. La museografía recalca, especialmente, a  quien se convirtió en un caso excepcional dentro  del país, me refiero a Juan Francisco Gonzales, pintor que podríamos catalogar como moderno. En la pintura La Alameda Bernardo Ohiggins, Gonzales, a través de un paisaje urbano lluvioso, demuestra una pincelada que no se esconde tras el intento de imitar a la realidad, más bien se deja ver, reconociendo, en el mismo cuadro, que  la imagen se trata de una pintura y no de un trozo de realidad. El artista capta la sensibilidad del momento.

Juan Francisco González, óleo sobre tela, s/f.

La imagen que le sigue a la serie moderna es una fotografía del año 1920, este cambio de técnica es intencionado y da el paso a una nueva forma de representación de la alameda, esta vez escaza de pinceles.  

Sin autor, Alameda, fotografía, 1920

Luego de la fotografía, viene uno de los puntos más importantes de la curatoria, me refiero al hecho de posicionar al mismo nivel, y juntos, los retratos de Bernardo O’Higgins y Augusto Pinochet.

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