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Alemania La Revolución Y El Fascismo


Enviado por   •  12 de Marzo de 2014  •  4.291 Palabras (18 Páginas)  •  225 Visitas

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I

La historia del fascismo es también la historia del análisis teórico del mismo. La aparición simultánea de un fenómeno social nuevo y de las tentativas efectuadas para comprenderlo es más sorprendente en el caso del fascismo que en cualquier otro ejemplo de la historia moderna.

Esta simultaneidad tiene sus orígenes en el hecho de que la súbita aparición de ese nuevo fenómeno parecía alterar el curso de la historia hacia el «progreso». El shock que experimentaron los observadores atentos del proceso fue todavía más fuerte en la medida en que esa sacudida de la historia vino acompañada del ejercicio directo de la violencia física sobre los individuos. Bruscamente, el destino histórico e individual de millares, y posteriormente de millones de seres humanos, se transformaron en una misma cosa. No sólo sucumbieron los partidos políticos sino que la existencia, la supervivencia física de importantes grupos humanos se convirtió súbitamente en un problema.

Por todo esto, podemos entender por qué aquellos que se sentían directamente afectados se esforzaron casi inmediatamente por llegar a comprender la situación en la que se hallaban inmersos. De las cenizas de la primera «casa del pueblo» que incendiaron las bandas fascistas en Italia surgió inevitable la pregunta: ¿qué es el fascismo? Durante 40 años (hasta el período inmediato a la post-guerra) esta pregunta fascinó simultáneamente a los principales teóricos del movimiento obrero y la intelectualidad burguesa. A pesar de que la presión de los acontecimientos históricos y del «pasado no aprehendido» se ha relajado en alguna medida en las últimos años, la teoría del fascismo sigue constituyendo un tema obsesionante para la sociología y la ciencia política.

Para los que conocen hasta qué punto las pretendidas ciencias de la historia se encuentran determinadas socialmente, no resulta extraño constatar que las tentativas de interpretación de la mayor tragedia de la historia europea contemporánea contienen a menudo más ideología partidista que análisis científico. Los hechos objetivos, indiscutibles de la realidad histórica contemporánea constituyen el material básico del análisis científico. Cada nueva generación de investigadores de las ciencias políticas y sociales hereda la mayor parte de los conceptos operativos mediante los que pueden organizar y reorganizar ese material básico. Esos conceptos sólo se renuevan parcialmente y puede considerárseles, asimismo, como adquiridos. Sin embargo, ni los conceptos operativos ni el material determina, en ningún caso, la forma en que esos instrumentos analíticos son aplicados al material, ni los resultados a los que conduce esa aplicación.

No es, por tanto, un azar que el renacimiento del marxismo creativo en Alemania Occidental (renacimiento estimulado sobre todo por la radicalización masiva de los estudiantes) haya despertado el interés por la teoría del fascismo.

Justo es, también, que el primer libro de las obras completas de León Trotsky que se publicó en Alemania Federal esté consagrado a sus escritos sobre el fascismo. Pues, entre el pequeño número de teóricos que comprendieron correctamente la esencia y la función del fascismo, Trotsky ocupa, indiscutiblemente, el primer lugar.

II

La teoría del fascismo de Trotsky es el resultado del método marxista de análisis de la sociedad. Expresa de modo sorprendente la superioridad de este método y de los resultados de su aplicación en comparación con la plétora de teorías históricas y social-burguesas.

Esta superioridad reside en primer lugar en el carácter «totalizador» del método marxista e implica dos aspectos: primero, la tentativa de englobar todos los aspectos de la actividad social según se relacionan y coordinan estructuralmente unos con otros. Segundo, el esfuerzo de identificar, en el interior de ese complejo integrado por relaciones en constante modificación, los elementos que lo determinan, es decir, separar los cambios que pueden ser integrados dentro de la estructura social existente de aquéllos que sólo pueden llevarse a efecto por medio de una explosión violenta de la misma.

Resulta sorprendente constatar la debilidad argumental con que la mayor parte de los teóricos burgueses se aproximan a la cuestión de saber qué nivel, si el político o el económico, era preeminente; cuestión que, por otra parte, juega un importante papel en el debate sobre la teoría del fascismo. Provistos de una penosa pedantería intentan interpretar esta o aquella acción del régimen hitleriano preguntándose cosas como: «¿Era ese el interés del gran capital?», «¿Era contrario a los deseos explícitos de los capitalistas?». Nunca se preguntan la cuestión fundamental: ¿el régimen fascista, niega o verifica las leyes inmanentes que rigen el desarrollo del modo de producción capitalista?.

La gran mayoría de la burguesía americana puso el grito en el cielo con motivo del New Deal de Roosevelt, e incluso el Fair Deal de Truman provocó indignadas protestas contra el «socialismo rampante» sin embargo, ningún observador objetivo del desarrollo económico y social de América durante los últimos treinta y cinco años negaría hoy que la acumulación de capital dio más bien un salto hacia delante que hacia atrás, durante este período, que las grandes sociedades americanas son ahora incomparablemente más ricas y poderosas que en los años veinte, y que la voluntad de otras clases sociales (en particular la clase obrera industrial) de poner fin de inmediato, política y socialmente, a la dominación de esas sociedades es hoy más débil que durante e inmediatamente después de la Gran Depresión. De todo esto se deduce la conclusión inevitable de que Roosvelt y Truman consolidaron la dominación de clase de la burguesía americana. Ante este hecho innegable, el calificar a Roosvelt y Truman de «hombres de Estado anticapitalistas» no refleja el resultado real neto de sus acciones; más aún, revela una incapacidad manifiesta para juzgar a los partidos y a los gobiernos por lo que realmente hacen en vez de por lo que ellos u otros dicen.

Las debilidades metodológicas de todas esas aproximaciones llevadas a cabo por las teorías burguesas del fascismo son evidentes. Como no comprenden las estructuras sociales y los modos de producción, los ideólogos burgueses son incapaces de comprender la unidad dialéctica de los elementos contradictorios de la realidad del fascismo y de identificar los factores que determinan a la vez la integración y desintegración (el auge y la caída) que se deduce de esos elementos en una totalidad coherente.

La superioridad metodológica del marxismo reside en su capacidad de integrar con éxito elementos analíticos contradictorios

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