Aparece El Comerciante

Consiste en que hace mucho tiempo, en el primer periodo de la edad media no existía una forma específica en utilizar el dinero puesto que no se le daba mucha importancia como en la actualidad que se utiliza para consumir casi todo lo que necesita un ser humano. No se necesitaba el dinero en la antigüedad porque no se necesitaba casi nada además de que en lugar de dinero se manejaba el trueque por ejemplo intercambiar productos por vino, además de que todo lo que llegaba a sus manos, productos de impuestos o multas, no podía ser invertido en empresas de negocio, porque había muy poco negocio. Todo el capital de los clérigos y los guerreros era inactivo, fijo, inmóvil, improductivo. Pues en ese entonces los productos eran fabricados por las mismas personas ya que eran consideradas artesanas y así de esa manera la aldea feudal se abastecía así misma. Aunque si existían una especia de mercados semanales, esos mercados estaban bajo el control del obispo o del señor feudal y era donde todo sobrante de productos de los siervos y artesanos, podía canjearse. Pero teniendo aquel comercio un nivel muy limitado, no había motivos para fabricar en mayor escala. Tampoco se practicaba el comercio en si puesto que los caminos eran muy difíciles de pasar pues estaban muy deteriorados y fangosos, muy inadecuados para viajar. Y además los comerciantes eran frecuentados por dos clases de ladrones: los bandidos y los señores feudales que detenían a los comerciantes y les hacían pagar derechos por transitar esos senderos. Había otras dificultades para el comercio por ejemplo que el dinero era escaso además de que variaba en los distintos lugares su valor. Así que el transporte de mercancías era molesto, peligroso, difícil y demasiado costoso. Por todas esas razones, el tráfico en estos mercados feudales locales fue pequeño. Pero no fue siempre. Vino un tiempo en que creció y creció hasta afectar profundamente la vida de la Edad Media. El siglo XI vio como este transformaba a la Europa Occidental. Después las cruzadas le dieron un gran ímpetu. Esos cruzados que regresaron de su jornada al oriente trajeron de allá un apetito por las ropas y las comidas extrañas y lujosas que habían conocido y disfrutado. Muchas de las nuevas generaciones eran gentes sin tierra que vieron en las Cruzadas una oportunidad para mejorar su posición en la vida.

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