El comercio como factor de disolución del orden feudal
lala55522Tesis19 de Septiembre de 2013
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Primera Parte- Las economías regionales de subsistencia (siglos XVI al XVIII)
I. El comercio como factor de disolución del orden feudal
1. Papel dinámico del comercio.
El aislamiento impuesto por la expansión musulmana (siglo VII) a los pueblos de Europa Occidental sienta las bases del orden social de la Edad Media primitiva y de las economías cerradas que producían para el autoconsumo. Las principales características de estas economías eran la falta de mercados exteriores y la casi total ausencia de intercambio con otras regiones. La agricultura constituía la base fundamental de la actividad económica y la población activa estaba casi totalmente concentrada en la producción rural. La propiedad de la tierra, en manos de grupos reducidos, proporcionaba el fundamento del orden político y social.
Desde un punto de vista dinámico, el rasgo distintivo de la economía feudal era la ausencia del progreso técnico y el consiguiente estancamiento de la productividad. La acumulación de capital era prácticamente inexistente. El bajo nivel de productividad sólo permitía a los trabajadores rurales subsistir y pagar los tributos al señor. Cuanto más bajo es el nivel de productividad de una economía, más alta es la proporción de la población activa que se dedica a ocupaciones destinadas a producir alimentos y artículos esenciales para la subsistencia. Siendo el comercio la única vía del aumento de la productividad dentro de la economía feudal, constituía su sector por excelencia y posibilitó la acumulación de excedentes económicos en otras manos que las de los señores feudales. Estos excedentes vinieron a cumplir un papel totalmente distinto al de los excedentes apropiados por la clase feudal. Éstos se consumían, aquellos volvían a volcarse a la actividad económica, intensificando el ritmo del intercambio. La acumulación de riqueza en manos de los nacientes núcleos de comerciantes, el aumento de la productividad del sistema a que dieron lugar sus actividades y las consecuentes transformaciones en la estructura social y económica, sentaron las bases de la disolución del orden feudal y del nacimiento del capitalismo comercial, una de cuyas consecuencias relevantes fu la ocupación de las tierras americanas.
2. Las rutas mercantiles
Los dos centros dinámicos de la expansión comercial fueron en el norte, el Mar Báltico y el Mar del Norte y, en el sur, el Mediterráneo Oriental. El tráfico por estas restableció paulatinamente el intercambio entre Oriente y Occidente interrumpido por la expansión musulmana. A partir del siglo IX el comercio de las ciudades de la península itálica dejó de estar limitado a Constantinopla y los puertos cristianos del Asia Menor. El comercio con los pueblos musulmanes de África y Siria comenzó a alcanzar una importancia creciente. En estas ciudades, principalmente Venecia, se fueron creando núcleos económicos cuya principal actividad no era la agricultura de subsistencia sino el comercio y las artesanías. Ellas se constituyeron en los centros de irradiación de las fuerzas que irían disolviendo el orden feudal.
El comercio entre los pueblos cristianos de Occidente y los pueblos de Oriente se intensificó al quedar librado el Mediterráneo del control musulmán. Los productos intercambiados eran principalmente artículos de lujo provenientes de los pueblos orientales y materias primas y alimentos producidos en Occidente.
En el norte de Europa el comercio, primitivamente impulsado por los escandinavos, recibió nuevos estímulos con la expansión de los germanos hacia el este. El contacto entre el norte de Europa y el Mediterráneo y el comercio del Oriente se restableció por vía marítima navegando en torno a la península Ibérica y Brujas se constituyó en el centro del intercambio de los productos de los pueblos eslavos y del norte de Europa con los provenientes del tráfico mediterráneo con Oriente.
3. Limitación de las transformaciones estructurales
El impacto producido en la estructura social y económica de Europa Occidental, por la expansión comercial producida entre los siglos XI y XV, estuvo condicionado por las limitaciones objetivas impuestas al intercambio de la época. Los primitivos métodos de transporte terrestre y los azares de la navegación marítima hacían sumamente costoso el transporte, y los elevados márgenes de ganancia de los comerciantes multiplicaban en los centros de consumo el precio original cobrado por los productores. Estas condiciones imponían que las mercaderías objeto de tráfico fueran especialmente aquellas de poco peso y mucho valor, únicas que podían soportar los elevados gastos de comercialización. Los únicos sectores en condiciones de adquirir los costosos productos de importación eran los miembros de la clase terrateniente feudal, en parte la eclesiástica y la nueva clase de comerciantes.
Desde que comienza a reactivarse el comercio europeo hasta la revolución tecnológica del siglo XVIII, la expansión del mercado a través de la ampliación de los contactos comerciales de los países de Europa constituyó el elemento dinámico fundamental del desarrollo. La precariedad del proceso técnico condicionaba el impacto que la ampliación del mercado podía provocar en la transformación de la estructura productiva interna y, en última instancia, en el ritmo de crecimiento de la producción.
Las nacientes ciudades, con el aumento de la población ocupada en las artesanías y los servicios vinculados al tráfico comercial, plantearon problemas de abastecimiento que no pudieron ser adecuadamente resueltos durante toda la Edad Media debidos a la escasa productividad de las actividades agrícolas y las grandes dificultades del transporte a larga distancia de productos voluminosos y pesados.
Las actividades comerciales fueron por excelencia el sector dinámico de la economía feudal, en cuanto constituían el principal sector que permitía el incremento de la productividad del sistema económico. Otro factor que complementó el impacto del comercio en este aspecto fue la presión demográfica. El crecimiento de la población no podía ser totalmente absorbido por la oferta limitada de tierras, a los mismos niveles tecnológicos y dentro de los mismos marcos institucionales
del feudalismo. Esto provocó migraciones internas de los pueblos de Europa Occidental principalmente hacia el este y la expansión de la ocupación territorial.
II. Formación de la economía colonial americana
Nuevos problemas de la expansión comercial europea
La dinámica del capitalismo comercial naciente llevaba de manera obligada a procurar la expansión del mercado. La expansión turca de la segunda mitad del siglo XV y la conquista de Constantinopla, interrumpieron las tradicionales rutas comerciales con el Cercano y Extremo Oriente, estrechando repentinamente el campo operativo de las ciudades comerciales, particularmente las italianas. Portugal, a través de las empresas precursoras de Enrique el Navegante, abre la ruta marítima hacia Oriente en torno al África y le siguen España, Inglaterra, Francia y Holanda.
El desplazamiento del centro de gravedad del comercio del Mediterráneo Oriental al Océano Atlántico, puso fin a la preponderancia comercial de las ciudades italianas y trasladó el principal teatro de los acontecimientos comerciales a los estados europeos de la cuenca del Atlántico y del Mar del Norte. El descubrimiento de América fue un episodio clave de la expansión comercial europea, repentinamente estrangulada por el control turco de Asia Menor y el Mediterráneo Oriental.
El capital comercial europeo no penetró en la organización de los pueblos de oriente con quienes mantenía relaciones económicas. Los despojaban por la fuerza de parte de su riqueza o, cuando esto no era posible, comerciaban.
Pero como norma general, los comerciantes occidentales no organizaron en la periferia, como se diría más tarde, empresas industriales o agrícolas, manejadas por ellos, en las que pudieran cumplir un auténtico papel de empresarios, esto es, combinar los factores productivos en una rama concreta de la producción.
La realidad encontrada en América rompió los moldes operativos tradicionales de la expansión comercial europea. En este Continente, los europeos se encontraron con civilizaciones indígenas sometibles por la fuerza o con regiones de vastos recursos naturales inexplorados.
El primer tipo de relación económica establecido, dadas las condiciones imperantes, fue, lógicamente, el pillaje. Pero esta relación económica, necesariamente transitoria, dejó en pie la distinta naturaleza de la nueva empresa que implicaba América para todas las potencias coloniales. Por primera vez, en la historia de la expansión comercial europea, se planteaba en gran escala la necesidad de organizar la producción directamente, esto es, conjugar factores productivos, capital y mano de obra, en el aprovechamiento de los recursos naturales.
Esta nueva realidad planteó problemas concretos, como el de la mano de obra y la organización de la unidad productora, la ocupación territorial en gran escala, la organización política e institucional de los nuevos territorios y, finalmente, la captación de riqueza para los gobiernos metropolitanos.
La necesidad de organizar la producción planteó principalmente el problema de la disponibilidad de mano de obra. El imperio español era el que contaba con más abundancia de fuerza de trabajo indígena aprovechable y su movilización hacia la producción fue el principal objeto de la política colonial y de los colonizadores. Las tradicionales organizaciones de la mita y el yanaconazgo,
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