ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Base Política De La Nueva Republica Hasta 1931 En Cuanto A


Enviado por   •  27 de Mayo de 2015  •  2.443 Palabras (10 Páginas)  •  154 Visitas

Página 1 de 10

Base política de la nueva republica hasta 1931 en cuanto a: Demografía, economía sociedad y política

En una mirada de conjunto a la historia política de Venezuela desde 1830 hasta hoy podríamos c–si no como una constante histórica, al menos como un fenómeno altamente recurrente– el ejercicio de la presidencia de la república por "hombres fuertes", auto convencidos de ser portadores de una suerte de "misión providencial" para salvar a la patria en un momento de aprieto y, de de trecho en trecho, el pueblo puso en ellos sus esperanzas para superar momentos difíciles en la vida colectiva de la nación. Todos esos gobernantes "salvadores" no han querido ver los elementos positivos o los balances favorables del tiempo inmediatamente precedente y han pretendido que con ellos comenzaba "una nueva historia". Como bien señaló en una ocasión don Mario Briceño Iragorry, "Venezuela ha renacido tantas veces como regímenes personalistas ha soportado". Llegados al poder por las vías de hecho (o, a veces, con apariencias de vías de derecho) todos esos "refundadores" recurrieron al hecho de apuntalar sus ejecutorias con constituciones fabricadas ad hoc, en función de sus personales intereses, para construir un "soporte legal" a lo que no se puede llamar de otra manera que "una autocracia". En otras palabras, aproximadamente el 80% del tiempo republicano, (1830-2005), en Venezuela ha dominado lo que yo llamaría el "mesianismo constituyente", es decir la presencia de caudillos o de líderes que se han creído destinados para "salvar a la patria", en un momento de crisis compenetrados con la convicción personal –rayana con la megalomanía– de que... "antes de mí era el caos… ahora yo encarno la revolución." Tal vez la excepción a esta circunstancia sea Juan Vicente Gómez pues, si bien él y los "doctores positivistas" que apuntalaron ideológicamente su régimen, estaban convencidos de que "antes de Gómez era el caos", nadie pretendió justificar la dictadura como una "revolución" ni una "nueva historia" sino más bien como la "rehabilitación" de un país, harto ya de "revoluciones", que sólo aspiraba a que se satisficieran las necesidades que anhelaba el sentimiento colectivo, sin distinción de clases: "Unión, Paz y Trabajo".

Para justificar legalmente este simplismo ideológico, los congresistas le fabricaron a Gómez siete constituciones. Así, este autócrata resulta ser, en toda nuestra historia, la máxima expresión del mesianismo constituyente del que venimos hablando, pues en ningún otro gobierno, hasta hoy, se ha visto tal servilismo para "legitimar" las decisiones personales de "Jefe único".

Lo cierto es que todos hegemones que pretendieron disimular su egocentrismo haciendo que el autoritarismo por ellos crearon quedase –según la cursi expresión de Guzmán Blanco– "revestido con el manto de la constitución y de las leyes". La concepción caudillista o personalista del gobierno se tradujo en constituciones, "fabricadas" a prisa –por parlamentos serviles– a la medida de las ambiciones e intereses personales de "el salvador" de turno y de la camarilla que le adula, que le sirve y se enriquece.

Un elemento común en la historia de estos "salvadores" es que todos, tarde o temprano (salvo Gómez), sufrieron el exilio y murieron en el olvido, es decir, fracasaron estruendosamente en su propósito de perpetuar su memoria como reales benefactores de la patria.

El trinomio "Hegemones, constituyentes y fracasos" comenzó en 1830. Páez fue el primer hegemón y "salvador" de la república contra las supuestas "ambiciones monárquicas del dictador Bolívar". Pero se debe reconocer que su hegemonía fue más de prestigio que de imposición forzosa. Siendo el caudillo más prestigioso del momento, no implantó un gobierno caudillista sino una autocracia disimulada dentro de un ambiente de formalidad constitucional y de libre deliberación republicana, por lo menos hasta 1846. Pero también su intento de "salvar a la patria" mediante la dictadura durante la guerra federal en 1861, le valdría el tener que morir en exilio.

Después el caso se repite a nuestro juicio (con mayor o menor fuerza y con matices, según los personajes), en los siguientes momentos históricos: José Tadeo Monagas (1848-1858), Julián Castro (1858-1859), Juan Crisóstomo Falcón (1863-68), Antonio Guzmán Blanco (1870-1888), Joaquín Crespo (1892-1898), Cipriano Castro (1899-1908) y Juan Vicente Gómez (1908-1935). Esas autocracias ocupan aproximadamente 85 años de los 105 trascurridos desde 1830 lasta la muerte de Gómez en 1935.

Desde la atalaya en la que miro la historia, veo a Gómez como el último de los caudillos decimonónicos, rurales todos ellos, con la sola excepción de Guzmán Blanco. Pero el "salvacionismo" personalista que aquéllos representaron, no desapareció después de su muerte, ya que –tras la transición López Contreras-Medina Angarita (1935-1948)– apareció otro "salvador": Rómulo Betancourt, quien fue el líder indiscutido de la consigna política clave que explica el éxito de su partido AD en su oposición contra un pretendido "medinismo", que en realidad no existía: "voto universal, directo y secreto ", para acabar con " esta autocracia con atuendo liberal". Tras el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, que aún no ha logrado salvarse de la censura de los historiadores, en el trienio 1945-48 se substituyó el personalismo caudillista con una "hegemonía partidista" en la que, aún bajo la presidencia de Rómulo Gallegos, Betancourt siguió siendo considerado por la mayoría de la opinión pública, como "el poder detrás del trono ". Por eso "los militares jóvenes", –ya no el caudillo con nombre y apellido–, sino la clase profesional representada en la ocasión por Marcos Pérez Jiménez, exigieron su salida del país en 1948 y, tras la negativa de del presidente Gallegos, dieron el golpe de Estado el 24 de noviembre de 1948 y abolieron la constitución "adeca" de 1947. Vino así la dictadura militar en su modalidad de autocracia personalista con Pérez Jiménez (1952-58) a cuya caída siguieron los ya famosos "40 años" que según el nuevo hegemón actual fueron el "pandemónium” que precedió a su sedicente gobierno revolucionario.

En el transcurso de las hegemonías las señaladas, hubo cortos intervalos en los cuales se quiso desterrar el personalismo, darle a la nación instituciones estables y eficientes para constituir definitivamente

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (15.7 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com