Batalla entre lo autóctono y lo extranjero.

Batalla entre lo autóctono y lo extranjero.

     El presente trabajo trata de abordar el pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento. Centrando la atención en los aspectos que para éste representaban la encarnación de la civilización y la barbarie, lo cual se determinaba dependiendo de una serie de atributos marcados fuertemente por el medio en el que se habitaba. Todo lo autóctono era bárbaro y todo lo extranjero, europeo, era civilizado.

     Sarmiento escribió el libro “Facundo o Civilización y barbarie” con el fin de comprender la estructura cultural y política de Argentina sometida a la dictadura de Juan Manuel de Rosas. Él no pretendía enriquecer y hacer crecer de manera positiva lo que existía en nuestro territorio, sino que pensaba hacer Europa en América. Pero ¿cómo se fue dando todo este proceso?

     Todo comenzó cuando Bernardino Rivadavia unía al utilitarismo inglés y a la ideología, corriente europea de corte conservador.

    “Su visión geopolítica era estrecha pues se circunscribía a los intereses de los porteños de levita y quería desembarazarse del interior. Se subordinaba a la larga mano de Inglaterra, con la cual contrató el empréstito con la Compañía Baring Brothers que podríamos señalar como fundador de nuestra política de endeudamiento externo. […] (Adriana Puiggrós, 1.845, Pág. 39)

     Juan Manuel de Rosas compartía la concepción educacional colonial y sostenía que la Iglesia Católica era la única que podía encargarse de la enseñanza. La enseñanza no debía apartarse de los contenidos ideológicos referentes al gobierno y a la Iglesia Católica. En 1.829 Rosas asumió el poder. Él le daba a la educación un papel ligado al orden y no al trabajo; no dejó que su política cultural pase a depender de la Iglesia, entonces dio más importancia a los terrenales y expulsó a los jesuitas.

     La Generación del 37, reunía jóvenes liberales que bregaban por la democracia; querían poder lograr que el hombre sea libre en sus creencias, que no exista una religión de Estado sino que la sociedad religiosa sea independiente de la sociedad civil.

     Pero el pueblo ignorante estará privado del ejercicio de la ciudadanía y de la libertad. La democracia marcha hacia nivelamiento de las clases, pero entretanto, los que carezcan de instrucción permanecerán temporalmente bajo tutela y en minoridad. Oportunamente, la Asociación presentará un plan completo de instrucción popular. El soberano delega sus poderes y delibera a través de sus representantes. (Adriana Puiggrós, 1.845, Pág. 45)

     Más adelante Alberdi desvalorizaba las cualidades argentinas para producir progreso. Decía que para poder prosperar era necesario invertir trabajo y esfuerzo, y no creía capaces a los nativos de poder lograrlo. Consideraba que mediante la educación se podría mejorar la economía y la cultura. Por lo tanto, primero había que traer inmigrantes, los cuales producirían cambios de hábitos y valores; y luego se podría educar, ya que no bastaba con alfabetizar sino que había que enseñar a trabajar.

     Domingo Faustino Sarmiento también intentó construir un nuevo modelo de ciudadano argentino, borró al sujeto social real y lo idealizó como la misma imagen de las personas extranjeras. Pero esto no se pudo concretar completamente debido a que sólo se obtuvo una proyección de todo lo que se pretendía lograr. Adriana Puiggrós (2.002) afirma: “Colonos productivos y progresistas se instalaron en el Litoral. Salesianos, gendarmes e inmigrantes noreuropeos avanzaron hacia la despoblada Patagonia y hacia los límites nordestes […]” (Puiggrós, 2.002, Pág. 19).

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