Bicentenario

Por qué somos los últimos en celebrarlo?

El 9 de diciembre de 1824, la batalla de Ayacucho selló la independencia de Sudamérica, culminando guerras y revoluciones que venían durando veinte largos años. Por su parte, el 28 de julio de 1821 José de San Martín había proclamado la independencia del Perú. Ambas fechas son consideradas por la ciudadanía peruana como las culminantes del proceso de emancipación nacional. Por ello, el bicentenario aún está lejano en la mente de los peruanos de hoy.

Pero, tanto Bolivia como Ecuador ya han “celebrado” sus respectivos bicentenarios el año pasado y en 1810 es el turno de medio continente. ¿A que se debe esa diferencia? ¿Acaso la independencia peruana fue tan retrasada con respecto al resto de Latinoamérica? En realidad, no. Es una de las últimas, pero corresponde claramente al mismo proceso. No obstante, los países latinoamericanos tenemos distintas costumbres con respecto a las fiestas patrias.

La mayor parte de América Latina celebra el primer grito de independencia. Mientras que el Perú festeja la consumación final. Si fuera como en el Perú, Ecuador celebraría el triunfo de Simón Bolívar en Pichincha, que recién fue en 1822 y Bolivia esperaría hasta el derrumbe del último ejército realista, capitaneado por el general Pedro Antonio Olañeta, que ocurrió comenzando 1825.

Así, el momento elegido para las celebraciones del bicentenario no responde solamente a los hechos de la independencia, sino a las formas diferentes de encarar las celebraciones de la patria naciente. En el caso peruano, hemos preferido la consagración, antes que el anticipo. Por ello, tenemos tiempo por delante y podemos aprovecharlo para reflexionar sobre los problemas que afronta el país, transcurridos dos siglos de esfuerzo por construir un estado nación.

La independencia del Perú, un hecho complicado.

De hecho, la independencia es problemática en la tradición peruana y siempre lo ha sido. Es un proceso más complicado que en la mayor parte de Sudamérica y el país carece de héroes propios. No sólo falta un San Martín o un Bolívar de talla universal, sino que tampoco existen héroes intermedios que consagren el nacimiento nacional.

Así, con respecto a la emancipación, la cuestión en el Perú es encontrar un motivo claro y definido para celebrar. No se trata solamente de cuándo celebrar el bicentenario, sino saber qué estamos festejando, el nacimiento de qué tipo de nación y con qué perspectivas.

Los matices de las celebraciones

Con esta inquietud, la generación de historiadores que celebró el centenario en 1921 resaltó a los próceres. De acuerdo a su interpretación, el Perú carecía de líderes políticos y militares de la independencia, pero era el país clave de sus prolegómenos. Fue el papel del jesuita arequipeño Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, quien planteó por primera vez el tema de una patria propia de los latinoamericanos, como entidad distinta y opuesta a España. La célebre Carta a los Españoles Americanos abrió la lucha independiente en todo el continente. Por ello, en el curso de la primera expedición patriota, dirigida por Francisco de Miranda en Venezuela, el folleto que se repartió como propaganda era el famoso texto de Vizcardo.

Años después, la generación de historiadores de 1950 rescató a Tupac Amaru. El Perú no era el último país en independizarse, sino el primero en iniciar la lucha. En esa interpretación, el Perú es la cuna del primer grito de rebelión en Latinoamérica. Además, la gesta del cacique de Tinta venía acompañada por un relevante papel de su esposa, Micaela Bastidas. Por ello, el verdadero héroe de la rebelión de 1780 era una pareja, evocando la creación del Tawantinsuyu. Manco Capac y Mama Ocllo asomaban detrás de Tupac Amaru y Micaela Bastidas.

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