CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812
anizbeApuntes23 de Octubre de 2018
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BLOQUE 5: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833): LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO.
TEMA 1. CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812
1.- CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
1.1. LA CRISIS DE LA MONARQUÍA CARLOS IV
En los primeros años del siglo XIX la monarquía de Carlos IV se encontraba muy desprestigiada. Las razones residían en una crisis del sistema de gobierno cuyas figuras más destacadas eran entonces el rey, su esposa, María Luisa de Parma, y, sobre todo, el favorito, Manuel Godoy, quien desde 1802 había acumulado un gran poder. La fuerte oposición se materializó en un anhelo de regeneración en el estilo de gobernar “las cosas de España”, que se expresó en dos corrientes contrarias, una en sentido conservador, la otra de signo liberal.
La desamortización ordenada por Godoy en 1798 para hacer frente a la crisis financiera generada por las guerras con Francia y el Reino Unido había enemistado a la Iglesia con el valido. Los bienes de obras pías fueron vendidos en pública subasta en 1808. Sin embargo, el déficit de la Hacienda se agravó por las guerras y un sistema fiscal poco eficaz.
Otro motivo de descontento era la subordinación de la política exterior españolas a las necesidades de la Francia napoleónica. Una de las consecuencias más graves de esta sumisión fue la derrota en la batalla de Trafalgar en 1805, donde fue destruida gran parte de la armada española. Un nuevo acuerdo con Francia, el Tratado de Fontainebleau en 1807 permitió la entrada de tropas francesas para ocupar el reino de Portugal, aliado tradicional del Reino Unido, principal rival de Francia en Europa.
Esta política errática levantó la oposición de un llamado “partido antigodoyista”, también conocido como fernandino. Estaba integrado por nobles y clérigos favorables al príncipe Fernando, hijo de Carlos IV. El partido fernandino preparó una conspiración contra el rey. El llamado proceso de El Escorial mostró las miserias de la monarquía española, pues el mismo Fernando pidió perdón por haber conspirado contra su propio padre y rey.
El segundo acto de esta crisis sucedió en marzo de 1808 cuando el motín de Aranjuez provocó la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando. Aunque el motín de Aranjuez ofreció una apariencia de protesta popular, la alta nobleza del partido fernandino estuvo implicada en él.
La caída de Godoy y Carlos IV agravó la crisis de la monarquía. Las tropas napoleónicas, ya en España gracias al Tratado de Fontainebleau, eran mal vistas por los españoles. El ataque a Portugal se percibía como una excusa francesa para ocupar toda la Península.
A la vez Napoleón intervino en los asuntos de la familia real española y la convocó a la ciudad francesa de Bayona. Obedeciendo esta llamada, Fernando VII, su padre y Godoy llegaron allí a finales de abril de 1808. Otros miembros de la familia real debían salir de Madrid el 2 de mayo.
1.2. EL LEVANTAMIENTO CONTRA LOS FRANCESES
Ese día, el 2 de mayo de 1808, ante la salida de los últimos representantes de la familia real, el pueblo de Madrid se alzó contra las tropas francesas presentes en la ciudad. El ejército francés, al mando del general Murat y formado por 30.000 hombre, reprimió duramente el levantamiento popular.
Mientras tanto, en Bayona, Napoleón había obligado a Fernando VII y a Carlos IV a renunciar al trono y cedérselo a él para que este decidiese el nombre del nuevo rey. El elegido es José Bonaparte, José I, hermano del emperador. Las abdicaciones de Bayona evidenciaron las verdaderas intenciones del emperador.
La insurrección se extendió a muchas localidades de España conforme llegaba la noticia de los sucesos de Madrid. En ellas se publicaron bandos contra el invasor, se declaró la guerra a los franceses y se formaron juntas en las principales ciudades (Sevilla, Valencia, Zaragoza etc) para organizar el gobierno y la defensa. Las palabras nación, patria, rey y religión serán frecuentes en los bandos y proclamas de las juntas.
Aunque se ha insistido en el origen popular de estos movimientos, una parte notable de cargos del Antiguo Régimen integraron o dirigieron estas Juntas, que organizaron la defensa frente al invasor y aprovecharon el vacío de poder producido por la invasión.
El levantamiento, popular y espontáneo, sorprendió al ejército francés, que no pudo ocupar ciudades como Gerona, Zaragoza o Valencia, cuyos sitios fueron ejemplo de heroísmo y resistencia frente al invasor.
1.3. EL ESTATUTO DE BAYONA Y EL GOBIERNO FRANCÉS
Los franceses intentaron instaurar por la fuerza en España un sistema de gobierno basado en los principios del liberalismo político, aunque con un marcado carácter autoritario y respetando ciertos aspectos de las tradiciones del país. Este sistema quedó plasmado en el estatuto de Bayona, un texto redactado por ilustrados españoles, siguiendo las directrices de Napoleón. En realidad, era una carta otorgada por la que el rey reconocía ciertos derechos a sus súbditos, sin que estos interviniesen en dicha concesión, es decir, no respondía a una decisión popular sino a la imposición imperial.
El texto reconocía a España como un país católico y la soberanía del rey que concentraba todos los poderes. No obstante, incluía una limitada declaración de derechos y algunas reformas de carácter liberal: libertad de imprenta, libertad de comercio y el habeas corpus o derecho de un detenido a comparecer ante un tribunal sin dilación para que éste determine la legalidad de su arresto.
Sin embargo, la subordinación de José I a Napoleón fue absoluta pues sus iniciativas estaban sometidas a las necesidades de Napoleón y el carecía de autonomía en el gobierno. No obstante, intentó modernizar el país con la ayuda de un grupo reducido de ilustrados, los llamados “afrancesados”.
1.4. EL DESARROLLO DE LA GUERRA
La guerra de independencia fue una respuesta “nacional” a la invasión francesa, y tiene tanto un carácter interno como internacional: interno, por la crisis del reinado de Carlos IV que desembocó en la presencia francesa en España y en el alzamiento militar del pueblo contra el dominio francés; e internacional, pues España formaba parte del proyecto hegemónico de Napoleón, al que se oponían otras potencias como Inglaterra.
La Guerra de la Independencia puede dividirse en varias etapas:
a) Conquista francesa y reacción española (1808)
Las tropas francesas que atravesaban la Península como aliadas tras la firma del Tratado de Fontainebleau, se transforman en enemigas a partir de los sucesos de 2 de mayo de 1808, en los que el pueblo madrileño se rebela contra la presencia francesa y sus manejos con la Corona, extendiéndose su rebelión rápidamente por toda España.
Una vez dentro de la Península, la victoria francesa dependía de tener el camino despejado de Madrid a los Pirineos y ocupar cuanto antes el país. El primer objetivo contó con el obstáculo de la resistencia de Zaragoza, que soportó heroicamente su asedio. El segundo objetivo sufrió un gran revés con la victoria del ejército español del general Castaños en Bailén (19 de julio de 1808) sobre el general francés Dupont. Esta victoria obligó a José I y al ejército francés a replegarse más allá del Ebro.
b) Ocupación francesa y fase de desgaste (1808–1811)
La derrota en Bailén obliga a Napoleón a intervenir personalmente en España dirigiendo la campaña peninsular entre noviembre de 1808 y enero de 1809, obteniendo la victoria de Ocaña (noviembre, 1808) tras la cual acaba con la resistencia organizada en la Península.
Los franceses se dedican a sofocar los aislados centros de resistencia, alcanzando su máximo control del suelo español en torno a 1810. Pero encuentran un obstáculo inesperado, la gran voluntad de resistencia del pueblo español que se plasma en el desarrollo de la guerrilla, que contribuyó al desgaste del ejército francés facilitando, de esta manera, que el ejército anglo español pudiera reorganizarse y fuera capaz de enfrentarse a las fuerzas napoleónicas.
c) Contraofensiva aliada (1812–1814)
Napoleón ha de retirar parte de su ejército en España para destinarlo a la Campaña de Rusia en el verano de 1812. Esto es aprovechado por Wellington, que derrota a los franceses en Los Arapiles (22/7/1812), liberando posteriormente Madrid. Los franceses hacen un último esfuerzo y concentran sus ejércitos bajo el mando de Soult, forzando a Wellington a retirarse de nuevo a Portugal. Sin embargo, los apuros de Napoleón en centro-Europa, donde se enfrenta a un ejército combinado de rusos, prusianos y austriacos, exige cada vez el traslado de más fuerzas desde España hasta el frente oriental. Debilitados por esto, los franceses inician una retirada paulatina ante la presión anglo–española, para sufrir las derrotas definitivas de Vitoria (13/6/1813) y San Marcial (31/8/1813), que marcan la retirada definitiva de las tropas francesas y el final de la guerra.
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