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Carta A Garcia


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2013  •  2.455 Palabras (10 Páginas)  •  288 Visitas

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Hubo un hombre cuya actuación en la Guerra de Independencia de Cuba brilla en mi memoria como el sol en su pleno esplendor.

Sucedió que en aquella guerra, cuando los Estados Unidos decidieron intervenir en favor de los rebeldes cubanos, se vio muy clara la necesidad de un entendimiento inmediato entre el Presidente Norteamericano y el jefe de los patriotas el General Calixto García. ¿Pero cómo hacerlo? Hallábase García en esos momentos. Diso sabe dónde, en alguna tenebrosa montaña escondida en el interior de la isla. Y era absolutamente necesario ponerse en comunicación con él para organizar los planes de ataque y de defensa. ¿Pero cómo hacer llegar a sus manos un despacho?

¿Que hacer?

Alguien dijo al Presidente: "Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz en el mundo de dar con García es él:"Rowan".

Llaman a Rowan. Le piden que vaya en busca de García, esté donde esté, y que a costa de cualquier sacrificio, le haga llegar esa carta importantísima.

Rowan toma la carta. La guarda bien escondida en una bolsa que cierra contra su corazón, desembarca a los cuatro días en las costas de Cuba, desaparece en la selva primitiva para reaparecer de nuevo a las tres semanas al otro extremo de la Isla, cruzando un territorio hostil, y entrega la carta a García. Los dos frentes coordinan acciones y se gana la guerra. ¿Cómo logró llegar hasta donde estaba el destinatario de su carta? Es algo interesante que merecer escribir aqui el modo como esto sucedió. son cosas de las cuales no tengo especial interés narrar aquí. El punto sobre el cual quiero llamar la atención es éste:

"McKinley da a Rowan una carta para que la lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿en dónde podré encontrar al tal García?". ¿Por donde me voy a ir? ¿Esto será fácil? ¿No traerá peligros este oficio? ¿Y por qué yo y no otro?". Nada de esto pregunta ni comenta. Se va sin más a cumplir lo que se le ha encomendado.

¡Por Dios vivo!, que aquí hay un hombre cuya estatua debería ser vaciada en bronces eternos y colocada en cada uno de los colegios del universo. Porque lo que debe enseñarse a los jóvenes no es esto o lo de más allá; sino vigorizar, templar su ser íntegro para el deber, enseñarlos a obrar prontamente, a concentrar sus energías, a hacer las cosas, "a llevar la carta a García".

El General García ya no existe. Pero hay muchos Garcías en el mundo. Qué desaliento no habrá sentido todo hombre de empresa, que necesita de la colaboración de muchos, que no se haya quedado alguna vez quedado estupefacto ante la imbecilidad y la pereza del común de los hombres, ante su abulia, ante su falta de energía y de perseverancia para llevar a término las tareas que cada uno debe cumplir!

Por todas partes se ve flotar el descuido culpable, el trabajo a medio hacer, la despreocupación, la indiferencia. Esta parecen ser la regla general en el obrar de muchos. Muchos empleados cumplen tan descuidadamente sus deberes que si fueran soldados en una guerra ya los habrían fusilado por desertores. Bajo estas condiciones no se puede tener éxito, si no se logra por uno u otro medio la colaboración completa de los subalternos, a menos que Dios en su bondad, obre un milagro y envié un ángel iluminador como ayudante.

Amable lector: ¿quiere poner a prueba mis palabras para saber si es cierta o no la afirmación de que si el progreso no nos llega es porque no se encuentran personas dispuestas a cumplir sus deberes con entusiasmo y hasta con sacrificio?. Llame a uno de los muchos empleados que trabajan a sus órdenes y dígale: "Consulte usted la Enciclopedia y hágame el favor de sacar un extracto de la biografía de Corregio".

¿Cree usted que su ayudante le dirá: "Sí señor, por supuesto", y ponga manos a la obra?

Pues no lo crea. Le lanzará una mirada vaga y le hará una o varias de las siguientes preguntas:

¿Quién era él?

¿En qué Enciclopedia busco eso?

¿Pero es que ese oficio me corresponde hacerlo a mí?

¿No será la vida de Bismark la que usted necesita?

¿Por qué no ponemos a Carlos a que busque eso?

¿Necesita usted de ello con urgencia, o lo podemos dejar para la semana entrante?

¿Quiere que le traiga el libro y saca usted mismo el resumen?

¿Para qué quiere saber eso?

Y apuesto diez contra uno a que después de que usted haya respondido íntegramente el anterior cuestionario y haya explicado el modo de verificar la información y para qué la necesita usted, el prodigioso ayudante se retirará y buscará otro empleado para que le ayude a buscar a "GARCÍA" y regresará luego a informarle que tal hombre no existió en el mundo.

Puede suceder que yo pierda mi apuesta, pero si la ley de los promedios es cierta, probablemente no la voy a perder. Si usted no quiere complicarse la vida, no va a perder más tiempo explicándole a su ayudante que Corregio se busca en la C y no en la K, y otros detalles más, sino se sonreirá y suavemente le dirá: "Déjemos eso". Y buscará usted personalmente lo que necesita averiguar.

Y esta incapacidad para la acción independiente, para la iniciativa personal, estupidez moral, esta flojedad de voluntad, esta mala gana para remover por sí mismo los obstáculos, este no hacer trabajar la propia inteligencia, es lo que retarda el bienestar colectivo de la sociedad y no deja a los individuos llegar al éxito. Si ni siquiera cuando se trata de conseguir provechos personales la gente está dispuesta a buscar soluciones y a derrochar energías y tiempo por obtener las soluciones, ¿qué será cuando se trata de conseguir éxitos para su empresa o su nación?

Que lástima que a muchos lo único que les hace trabajar sea la mirada amenazadora y la voz tormentosa del capataz o del jefe. El temor de ser despedidos el sábado por la tarde es lo único que retiene a muchos trabajadores en su puesto. Ponga un aviso solicitando un secretario, y de cada diez aspirantes, nueve no saben ni ortografía ni puntuación. Parecen haber olvidado la consigna bíblica: "Que el que trabaja en servicio de otros no haga su oficio solo porque lo están viendo

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