Ciencia y su finalñidad en el capitalismo
vycmacApuntes13 de Septiembre de 2015
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CIENCIA Y SU FINALIDAD EN EL CAPITALISMO
El desarrollo de las ciencias se halla no sólo dirigido, sino también orientado por el poder económico, recostado a su vez en el poderío militar. La ciencia no "avanza" por los caminos de la utilidad hacia la "concreción tecnológica" de sus inquisiciones. Ello implica, pues, que mientras no logre liberarse de la esfera exclusiva de lo pragmático, no laborará en pos del beneficio común.
Ahora bien: la ciencia se halla posibilitada por la herramienta tal vez más compleja que puede ofrecer sobre el planeta la Naturaleza: el cerebro humano. Y nos encontramos por tanto abocados a la siguiente paradoja: si se limitan los beneficios que una investigación científica libre, no acotada, acarrearía, el propio sistema capitalista limita sus posibilidades de expansión.
Iremos detallando, a continuación, algunos de los ítems que nos acercan a dicho aserto.
Sin pretender obviamente agotar posibilidades extensión y consecuencias que de los mismos podrían llegar a inferirse. Dada la magnitud acotada del presente trabajo, descansamos pues en nuestros amables lectores, en la inteligencia que sabrán ellos completar el universo de aquellos conceptos que estamos a punto de enumerar, y aún de ampliarlo.
1.Así es; la pregonada "libertad de mercado", al descansar casi en su totalidad en la concreción de intereses individuales (ello es no globales), lo único que acaba logrando es limitarlo. Vemos pues, que el capitalismo no tiende hacia una ciencia como motor del desarrollo humano, sino que tutela su dirección como instrumento para la acumulación de capital, y, al mismo tiempo, como freno a la posible competencia que para su hegemonía implicaría un dominio y difusión uniformes de los logros basados en investigaciones técnicas y/o aplicadas.
Resulta central en la concepción capitalista del mundo, cierta visión cortoplacista en sus objetivos, y dicha concepción suele enemistarse con otra que, al estudiar las causas, reconoce a largo plazo sus efectos. De ello se desprende que, si los intereses sectoriales o individuales del capitalismo se ubicasen bajo los parámetros de la lógica científica en su diversidad de ramas, maximizarían sus ganancias y lograrían, en conjunto, el crecimiento global del sistema y la factibilidad de su viabilidad a mediano y largo plazo.
De aquí en adelante, nos dedicaremos a realizar algunas puntuaciones y reflexiones a las cuales nuestro punto de partida nos conduce.
a) Pensamiento científico como opuesto a pensamiento capitalista: el científico solo aspira al regalo, hacia aquello que podríamos denominar una "donación consensuada" del resultado de su labor, apuntando a lograr la máxima difusión de sus actividades entre la mayor cantidad de individuos posible.
Mide su éxito o fracaso por la aceptación de sus descubrimientos, y no por el rédito económico de los mismos.
Por el contrario, la máxima aspiración del segundo apunta a que todo conocimiento, toda investigación, redunde en ganancias concretas, tangibles, y, en la medida de lo posible, en un horizonte que no exceda, a lo sumo, el mediano plazo.
Cuando el modelo obtiene algún avance científico, o bien tecnológico sobre sus competidores de mercado, tiende, bien a ocultarlo, bien a capitalizar para sí la exclusividad de las ganancias que dicho conocimiento generen. Contrario sensua, la actitud del científico de exponer sus logros a la mayor cantidad de gente y en forma, la más de las veces, gratuita, pues en el orgullo que provoca, per se, el logro obtenido, se halla el placer de su realización.
b) Los desarrollos científicos se hallan, cada época, subordinados a la utilización que de ellos pretenda hacer el sistema. Así verbigracia, la investigación pura, para lograr aportes de capital, debe resultar factible en la producción de beneficios económicos colaterales.
c) El desarrollo de las ciencias se halla dirigido y orientado por el poder económico, apoyado a su vez en el poder militar.
La ciencia pues, no "avanza" hacia la realización de logros de utilidad general, sino que apunta más bien a la "concreción tecnológica" de sus postulados; y ello implica per se, una amplia gama del espectro del conocimiento posible (vg. en disciplinas tales como la Antropología, la Arqueología, la Historia, la Biología, etc.), que ve detenidas sus aspiraciones al no ser considerados sus descubrimientos, prima facie, redituables.
Al mismo tiempo y por similares razones, el sistema delimitará, en el campo del saber, "bettes noires" cuyo desarrollo debe ser quisquillosamente vigilado y sus descubrimientos cuidadosamente silenciados al resultar sus contenidos francamente adversos a una ideología que pretende convertirse no solo en hegemonizante, sino también eterna. (Baste al respecto recordar la difusión alcanzada en su momento por trabajos "académicos" como el puesto a nuestra consideración con el ampuloso postulado "Fin de la Historia", sin dar en mientes que el simple desarrollo de un concepto tal implica dar por anuladas aquellas capacidades que han permitido a la especie humana evolucionar y construir su propia historia, y que sólo tendrá su fin cuando se ponga freno a su inventiva.)
d) Mientras la ciencia no logre liberarse pues de los mecanismos de presión que una visión capitalista del mundo aplica sobre ella, seguirán produciéndose algunas interesantes paradojas:
Al ser los frutos de su investigación inconvenientemente distribuidos, la ciencia, utilizada al servicio de una maximización de las ganancias, producirá en realidad menores beneficios.
La técnica (aplicación de los saberes científicos concebidos) limitará la extensión de sus ganancias por la simple reducción del mercado demandante.
Esta reducción del mercado demandante (debida a la concentración de capital y su inequitativa distribución) obligará a su vez a la restricción de aportes hacia el campo de la ciencia pura, de la investigación base, alejada, por razones de índole temporal, de la concreción de beneficios en términos de transferencia a tecnología. La inevitable restricción de inyección de capitales implica a su vez un recorte al presupuesto otorgado por las potencias centrales a ramas de investigación consideradas como "no estratégicas" según el modelo ideológico imperante; desinversión que, a mediano y largo plazo, acotará la capacidad de aplicación de los modelos científicos previamente diseñados por simple disminución de estos últimos.
Vemos así que el esquema basado en la "libertad de mercado" lo único que logra es concentrarlo, lo cual implica limitarlo.
¿A cuántos futuros cerebros, potenciales productores de nueva ciencia y tecnología condena este modelo? ¿Y no es un modelo que condena al ostracismo a buena parte de sus generadores y consumidores, un modelo suicida? ¿Uno condenado a agotarse? El humano es, entre todas las especies que habitan el planeta, aquel que mayor individuación alcanza. Su instrumento principal: el sistema nervioso central. Reducir pues la cantidad de cerebros potencialmente aptos para producir nueva ciencia, tecnología, y conocimiento, resulta ser francamente vesánico.
e)La pregunta central resultaría, pues, ser: ¿Es lógico el modelo capitalista?, ¿Válida su visión del mundo, sus implicancias y consecuencias? ¿Si su idea central se halla basada en la iniciativa individual, es decir, en el potencial que cada sujeto/cerebro posee para aportar al desarrollo de la especie: ¿Cómo se compatibiliza ello cuando es el sistema en sí quien deja de lado al menos 2/3 partes de la cantidad total de individualidades capaces de llevar a buen puerto sus declarados objetivos?
Estos datos no deben ser imputados a una visión distorsionada de la realidad por nuestra parte. Surgen por el contrario, de datos que organismos dependientes de las U.N. tales como el P.N.U.D. y la O.M.S. proporcionan anual o bianualmente. A la lectura de tales informes remitimos, pues, a nuestros lectores.
Lo cual, lógicamente, nos lleva a formularnos la próxima pregunta: ¿Sus objetivos declarados,: ¿Coincidirán con sus objetivos reales?
f)A esta altura de nuestros razonamientos, se nos antoja lógica una sola conclusión: En realidad, tras la ilusoria "mascarada" de la "iniciativa individual", el "sistema se halla diseñado para obtener el poder y los beneficios que de él dimanan, en beneficio de, a lo sumo, 15 / 20 % de la población del planeta, hecho con el cual plantea su propia inutilidad: ¿Qué no lograría con el 70/80% de los cerebros hambreados restante?
Pensamos por ello: en contra de sus ilusorios postulados, el sistema capitalista resulta ser profundamente conservador y antiprogresista.
g)Considerando lo anteriormente expuesto, afirmamos, pues, que el capitalismo no aspira a una ciencia como potencial de un desarrollo humano sostenible, sino que utiliza a la misma como un instrumento para la acumulación de capital. Y si, como sostenemos, el conocimiento científico se halla subordinado a intereses económicos, valdría formularnos el interrogante: ¿Qué cosa es, por tanto, ciencia? ¿Qué "conocimiento científico"?
h)Lo anteriormente consignado nos obliga a reflexionar concordantemente a nuestras elucubraciones ya consignadas en el apartado "C", sobre el siguiente punto: ¿Existirían, existen, por tanto, áreas del conocimiento a las cuales resulta beneficioso acceder, y por tanto, resultan ser recompensadas con mayores aportes de capital, y conceptos, ello es, líneas del conocimiento a las cuales, merced a la ideología imperante, resulta "beneficioso" ignorar y evitar, con la consiguiente mengua del capital (tanto en volumen como en composición) que ello conlleva?
Creemos que las recientes investigaciones (últimos 40, 50 años) en el ámbito de la ecología, y la luz que sus reflexiones arrojan sobre los efectos que nuestra interacción con el medio establecen, ameritan ser pruebas asaz suficientes de la sospecha que con anterioridad hemos dejado planteada.
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