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Civilización Y Barbarie


Enviado por   •  14 de Abril de 2015  •  796 Palabras (4 Páginas)  •  148 Visitas

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Civilización y barbarie por Antonio Caballero, Revista Semana, enero 10 de 2015

Francia participa en la guerra contra el Estado Islámico y no ha dejado de intervenir en el África negra musulmana con el único resultado de que se fortalece el fundamentalismo islámico.

El sangriento atentado cometido por yihadistas islámicos contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en París, puede verse de dos maneras diferentes y contrapuestas. Una, desde la tolerancia y el relativismo de la civilización liberal y democrática hoy imperante en el Occidente laico, a la cual se ha llegado tras siglos de barbarie, a partir del impulso de la Ilustración dieciochesca y no sin retrocesos frecuentes. La otra, desde la barbarie misma.

De la primera manera la interpretó el presidente de Francia François Hollande cuando decretó el duelo nacional por la masacre, diciendo que la agredida había sido “la República, que es la libertad de expresión, la cultura, la creación, el pluralismo, la democracia”. Contra todo eso, dijo Hollande, “apuntaban los asesinos”. Y esa era también, sin duda, la postura de los caricaturistas asesinados, que llevaban hasta el extremo del anarquismo libertario su concepción de la libertad de prensa. Una libertad por encima de la corrección política y del buen gusto, que no se detenía ante la ofensa o el insulto sino que los reclamaba como un derecho natural, y no respetaba lo que para otros es sagrado: las patrias, las religiones, la autoridad, la vejez, la infancia. Su humor, tal como lo definían ellos mismos, era —sigue siendo, pues la revista sigue después de la tragedia— bête et méchant: estúpido y malvado. Provocador y subversivo.

Pero la provocación, la subversión, el libertinaje, son actitudes que desde hace tiempo la civilización occidental tolera sin pestañear. El Estado francés que hoy representa Hollande nunca les puso a las audacias y excesos de Charlie Hebdo más trabas que alguna multa o un cierre temporal cuando pisaban demasiado los bordes del código penal republicano. Al contrario: daba protección policial al semanario contra posibles ofendidos menos permisivos (dos policías murieron en el asalto), y llegó al extremo de distinguir con la roseta de la Legión de Honor a Wolinski, uno de sus más feroces colaboradores. Igualmente curioso es que Wolinski hubiera aceptado la condecoración: también él se movía en el ámbito de la tolerancia mutua.

La otra manera de considerar el asunto es la de los propios asesinos, fundamentalistas religiosos que ejecutaron la bárbara matanza al grito de “¡Alá es grande!”. Consiste en verlo como un episodio de violencia legítima dentro de un conflicto de gigantescas proporciones: la guerra casi universal, religiosa y política, espiritual y territorial, que libran la Cristiandad y el Islam desde hace catorce siglos. Así lo ve el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL)

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