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Conflictos entre el cetro y la espada. Las misiones protestantes en las regiones de frontera: Perú y Chile (1868-1929)

lunamansillaEnsayo8 de Octubre de 2025

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Conflictos entre el cetro y la espada

Las misiones protestantes en las regiones de frontera: Perú y Chile (1868-1929)

Introducción

Miguel Ángel Mansilla

Juan Fonseca

El protestantismo ya es una religión histórica en Chile y Perú. Ciertos rezagos del discurso nacional - católico, así como la poca atención que este movimiento religioso ha tenido en la academia histórica de ambos países, han alimentado la idea de que el protestantismo es una corriente religiosa aislacionista y desvinculada de los procesos históricos que configuraron al Estado y la sociedad. No obstante, esta situación está cambiando progresivamente a partir de estudios que constatan la presencia protestante en diversas coyunturas históricas[1]. Asimismo, las investigaciones históricas sobre el protestantismo, muchas de ellas realizadas por los mismos protestantes, están superando el enfoque intrarreligioso y hacen esfuerzos por vincular la evolución del protestantismo con procesos generales de la historia chilena y peruana.

Bajo estas premisas, es interesante comprobar que los estudios históricos sobre el protestantismo chileno y peruano, no hayan abordado todavía con profundidad su relación con uno de los procesos centrales en el discurso histórico nacional de ambos Estados: la Guerra del Pacífico. Aunque puede haber muchas explicaciones para esto, es evidente que es un tema que merece mucha mayor atención por parte de los científicos sociales, especialmente los historiadores. Asimismo, la evolución del protestantismo en las regiones afectadas de manera directa por las secuelas políticas de la guerra, básicamente el sur peruano y el Norte Grande de Chile, tampoco ha recibido demasiada atención.

Una de las causas que explica este olvido está en los límites temporales y espaciales que los estudios sobre el protestantismo han planteado hasta hoy[2]. Para el caso del Perú, a partir de los límites temporales, se ha establecido como fecha inicial de la presencia protestante a 1888, año en el cual, Francisco Penzotti, misionero metodista ítalo-uruguayo, llegó al Perú y estableció de manera permanente la primera congregación protestante formada por fieles peruanos[3]. Bajo ese paradigma, se ha construido un discurso que deja de lado o coloca como “proto-historia” del protestantismo peruano a todo lo que ocurrió antes. Y evidentemente, ocurrieron muchos acontecimientos antes. Por otro, desde el enfoque espacial, pareciera que el discurso historiográfico sobre el protestantismo ha quedado dependiente de las transformaciones que ocurrieron en los límites del territorio del Perú republicano. Así, los procesos ocurridos en regiones antiguamente peruanas, han quedado olvidados en los estudios historiográficos del país. Eso es lo que ha ocurrido con la historia de las misiones protestantes en el sur peruano. Lo que ocurrió en Tarapacá y Arica antes de la Guerra del Pacífico, pareciera que entró al limbo del discurso histórico peruano, y dentro de ello lo que ocurrió en las misiones protestantes.

Para el caso chileno las pocas investigaciones sobre el protestantismo en estos territorios se debe a que el crecimiento del protestantismo ha sido muy lento y nunca ha superado el promedio estadístico nacional, como si lo han sido el centro y sur chileno y por lo tanto son los que más atención ha recibido. En segundo lugar, la sociología y la antropología ha sido las disciplinas en las que ha habido una mayor preocupación por estudiar el protestantismo y el pentecostalismo; la disciplina histórica ha estado ausente. Por lo tanto en este sentido ha importado más las regularidades y generalidades que las particularidades que presenta el protestantismo en sur de Perú y Norte Grande de Chile. En tercer lugar ha sido el pentecostalismo que ha acaparado las investigaciones, dejando de lado el protestantismo histórico.  

Por otro lado, existen escasas investigaciones comparativas entre Chile y Perú, como sí las hay entre Chile y Brasil (Wheeler, 1926; Willems, 1963ª, 1963b, 1967). Los escasos trabajos que existen entre Chile y Perú vienen de la teología (Browning, 1926; Kessler, 1967). Desde la teología el trabajo más importante es el libro de Juan Kessler,  A study of the older Protestant missions and churches in Perú and Chile. With special reference to the problems of division, nationalism and native ministry, es un excelente trabajo histórico: una investigación minuciosa y concienzuda que logra no sólo describir, sino también analizar y comparar las problemáticas propias del protestantismo en cada país, así como sus obstáculos y deficiencias.

No obstante Argentina, Chile y Perú, en los inicios de sus periodos republicanos comparten una historia en común con respecto a los comienzos del protestantismo, sobre todo de la mano de James Thomson colportor e ideólogo del sistema lancasteriano de educación. Thomson es un protestante patrocinado por San Martín en 1820 en Argentina, en 1821 es invitado por O´Higgins para implementar el sistema lancasteriano en Chile y luego invitado por San Martín en Perú en 1822 (Armas, 1998; Martínez, 2011; Fonseca, 2001).  

En este breve artículo procuraremos plantear algunas ideas y datos para proponer líneas de investigación que ayuden a superar esas carencias.

Inmigrantes y misioneros. Los protestantes en el sur peruano (1868-1877)

Durante todo el siglo XIX, la costa sur fue una región con una economía muy dinámica. A partir de la década de 1850, Tacna fortaleció su importancia como gran centro urbano del sur peruano gracias, principalmente a tres factores: el establecimiento del ferrocarril Tacna-Arica en 1856, el mejoramiento urbano y la puesta en marcha de proyectos de irrigación (Seiner 2007, 882-884). La ruta comercial que permitía a Bolivia y al sur andino peruano importar y exportar hacia el exterior pasaba por el eje Tacna y Arica. De acuerdo con Seiner, “si por Arica ingresaba toda la mercancía que circulaba hacia Bolivia, era en Tacna donde se registraba el control de la misma. Y todas las instancias administrativas del Estado, políticas, fiscales y judiciales, emanaban de Tacna” (Seiner 2007, 882). Una interesante complementariedad económico-administrativa que fue desarticulada con la Guerra del Pacífico.

Esta situación favoreció la llegada masiva de inmigrantes europeos a la región atraídos por las oportunidades comerciales de la zona. Así, ingleses, alemanes y norteamericanos, muchos de ellos protestantes, se establecieron en Tacna y apellidos como Campbell, Hay, Outram, Zizold o Tornley prosperaron en rubros como la importación mercantil, la construcción, la banca, la fotografía o la relojería. La presencia inmigrante se intensificó con la inauguración del ferrocarril Tacna – Arica en 1856. El proyecto fue encargado al británico José Hegan y su compañía The Arica & Tacna Railway Company (Oviedo 1861, v. 6, 143-145), y su construcción efectiva estuvo a cargo del ingeniero norteamericano Walton Evans (Basadre, 2005, v. 6, 65). Años después, en 1868, llegó a Arica el misionero J.W. Sloan, de la South American Mission Society (SAMM), una agencia misionera de la Iglesia de Inglaterra. Sloan aprovechó la influencia de la comunidad británica para obtener pases libres para trasladarse en el ferrocarril. Además, la compañía ofreció el salón de espera de la estación del tren como capilla, lugar donde Sloan celebró servicios religiosos durante ese año (Bahamonde 2003, 99; Maldonado 2011, 40).

La presencia de inmigrantes extranjeros en Tacna no solo fue importante en el aspecto económico, sino también en el político. Algunos de ellos, como Juan Campbell y Guillermo MacLean, hijo de un inmigrante británico, llegaron a ser alcaldes de Tacna. MacLean era alcalde cuando Tacna fue ocupada por el ejército chileno durante la Guerra del Pacífico. La presencia de estos inmigrantes en puestos claves de la administración pública y su capacidad de influencia política, facilitó la posterior expansión de las primeras misiones protestantes. Así lo relata Wenceslao Bahamonde:

“La obra fue iniciada en Tacna y Arica por el Rev. J. W. Sloan, quien llegó a Arica el 9 de marzo de1868. La mayoría de los miembros de la comunidad inglesa habían mostrado un interés especial en los servicios religiosos cuando el Dr. Hume, el representante de la Sociedad hizo una encuesta de las necesidades religiosas de los residentes ingleses. Encontró que el Alcalde de Arica era un súbdito inglés y el hombre más rico de la ciudad. Con su ayuda y la de otros prominentes hombres de negocios, el Sr. Hume recorrió la ciudad recolectando las suscripciones por trescientas setenta y cuatro libras peruanas para el establecimiento de la obra, la mayoría de las cuales se cancelaron inmediatamente. Tal era el ansia de la gente por tener un ministro. De la cantidad mencionada, doscientas libras peruanas habían sido ofrecidas por los ingleses y ciento setenta y cuatro por otros extranjeros, principalmente alemanes y norteamericanos. (…) Los servicios se iniciaron pronto con el Rev. Sloan a bordo de los barcos que llegaban al puerto de Arica. En Tacna las salas de algunas residencias inglesas se usaron para los servicios” (Bahamonde, 2003, 99).

De esa manera, a partir de la apertura de oportunidades económicas, los inmigrantes anglosajones lograron acceder a ciertas oportunidades políticas que, indirectamente, abrieron las posibilidades para el desarrollo misionero protestante inicial en el sur peruano. Esto tenía también que ver con el trasfondo ideológico de la época.

A lo largo del siglo XIX, maduró en el Perú una corriente liberal, minoritaria pero importante, que influyó en las políticas pro-inmigración anglosajona en el país. Esto se intensificó con la hegemonía que logró el positivismo en los medios intelectuales y políticos peruanos en el último tercio del siglo. Bajo la perspectiva liberal positivista, la inmigración anglosajona era una fuerza codiciable por su aporte efectivo para el progreso y la modernización del país en términos étnicos y culturales. Como muchos de esos inmigrantes eran protestantes, los políticos liberales vieron con simpatía la tolerancia religiosa a fin de que tuvieran las mayores facilidades para su establecimiento en el país. Así, el ideólogo liberal Juan Francisco Pazos afirmaba lo siguiente:

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