Consecuencias de la revolución francesa

Consecuencias de la Revolución Francesa

La Revolución Francesa fue un hecho histórico tan importante, que su inicio sirve para marcar el fin de una época histórica y el comienzo de otra nueva, la edad contemporánea. Es, por tanto, un hecho con consecuencias importantísimas en los años posteriores, con modificaciones profundas en los ámbitos político, social y económico del país en cuestión y de toda Europa.

Como primera consecuencia de este suceso revolucionario, y como una de las más importantes se encuentra la abolición del sistema absolutista que caracterizó  al mandato de Luis XVI en Francia, y posteriormente a la supremacía del “Reino del terror” liderado por Maximilien Robespierre (el incorruptible). La Revolución sustituyó al sistema autócrata del siglo XIX  fundado sobre la teoría del derecho divino y que garantizaba los privilegios de nobleza y clero, por un Estado liberal y laico, fundado sobre los principios de la soberanía nacional, de la separación de los tres poderes y de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, asimismo, estas ideas revolucionarias de justicia reforzaron la consumación del antiguo régimen monárquico europeo, de ahí la importancia fundamental de este hecho y por eso su inicio significa el fin de una era histórica.  Gran parte de las  ideas  en que se sustenta el sistema  político, económico, social e ideológico dominante en los países occidentales desarrollados hoy en día, son herederas de las que surgieron durante la Revolución Francesa. Por tanto, nuestro sistema de vida actual debe mucho a este acontecimiento histórico, lo vamos a notar también en la sustitución  del sistema económico feudal, propio del antiguo régimen, por un sistema  capitalista, que es algo que sigue prevaleciendo en gran parte del mundo contemporáneo.

Surge, como efecto de la revolución, el concepto de ciudadano. Antes del estallido, los habitantes de un Reino eran súbditos del rey, es decir, individuos cargados de deberes y obligaciones. El ciudadano que aparece con la Revolución Francesa será, por el contrario, un individuo con derechos y con potestad en lo que respecta de las decisiones acerca del estado. Con esto se da paso a la aparición de la Declaración de los Derechos del Hombre. Los principios antes mencionados, junto con los derechos y obligaciones de los ciudadanos aparecerán recogidos en textos constitucionales. Si hablamos de concepciones no podemos olvidar el surgimiento  del concepto de nación. Durante el sistema totalitario, como su nombre lo dice,  el territorio de un Reino era patrimonio del rey; con la Revolución Francesa, la patria será de todos los ciudadanos (soberanía nacional). De aquí deriva el nacionalismo como ideología política que surgirá en el siglo XIX.

La Revolución dejará como legado la existencia de la libertad de expresión y de la libertad religiosa, y abrirá el camino a la separación Iglesia-Estado, requisito imprescindible para el buen funcionamiento de un régimen liberal o democrático. Esto supondrá una disminución del control de la sociedad por la Iglesia, esto como causa de que los pensadores ilustrados y revolucionarios defendían tesis racionalistas y atacaban los fundamentos dogmáticos de la Iglesia Católica, difundiendo una imagen negativa de la Iglesia en círculos minoritarios, pero influyentes por su posición social e intelectual, especialmente en los centros urbanos. A pesar de todo, la Iglesia Católica en Francia dispone de una gran fuerza social y se recupera, aun así, el poder y prestigio religioso sigue decayendo gracias al descubrimiento e invención científica desde la ilustración hasta la época actual.

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