Contabilidad
alayla19 de Febrero de 2015
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Urbanidad
El urbanismo se define como el arte, ciencia y técnica, del desarrollo de los asentamientos humanos[[1]]. Trata del conjunto de normas y medidas legales que permitan al gobierno municipal controlar la asignación y el uso de la tierra en la ciudad. (Varios tipos de planes urbanísticos se han desarrollado para este propósito: anteproyecto, plan de uso de la tierra, etc.)[[2]] Esto desde su inicio implica un contexto político.
Sin embargo el urbanismo no es sólo técnico, también está estrechamente vinculado con el comportamiento de los individuos en sociedad, tiene un componente ético [[3]]. El urbanismo busca también que los comportamientos de los ciudadanos en general se den con urbanidad en todos los espacios de la ciudad y que estos estén diseñados para promoverlos .
Esta tesis implica una crítica al positivismo en el diseño de la forma urbana, a la especialización de actividades, al empobrecimiento del cotidiano, y es particularmente oportuna en cuanto el consumo masificado y la economía global fuerzan la privatización y reificación del espacio público. Siendo el espacio una construcción social, la cuestión de la ciudadanía se pone al nivel de la propiedad/apropiación del espacio público, como extensión del derecho a la ciudad, a la urbanidad [[5]].
En este contexto compartimos que la enajenación de la experiencia en la sociedad moderna, la pérdida del valor de la vida cotidiana (de los valores materiales y de los valores culturales aparentemente insignificantes), se expresa en la ciudad. Esto implica que la “producción del espacio” como realidad cultural, una construcción, no preexistente, es producto y no envase, por lo que el espacio es social y también ideológico [[6]].
Complementariamente la política urbana, incluye la promoción de la “gobernancia urbana”, que exige no solamente la regulación de los intereses, sino, también, el espacio público, en los términos de Rawls: la justicia en el acceso a los “bienes esenciales” y en los de Habermas: los “derechos fundamentales”, lo que implica el ejercicio de la democracia, plural y participativa[[7]]. Borja explica este “derecho a la ciudad”, en un abanico de nuevos derechos urbanos, en una relación entre la democracia urbana y la calidad del espacio público[[8]].
Estos referentes son base para sostener que los comportamientos de los individuos en la ciudad son fundamentales en esta tesis en la que consideramos que la urbanidad es un componente fundamental del urbanismo.
En este contexto considero útil revisar el concepto de urbanidad:
1. Llámase urbanidad al conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los demás 1a benevolencia, atención y respeto que les son debidos. La urbanidad se refiere al comportamiento que demuestra respeto y buena educación, a la corrección y cortesía en el trato con los demás.
1. La urbanidad está asociada con el civismo. Etimológicamente la palabra cívico viene del latín “Civis” que significa Ciudadano. El civismo se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad.
2. El civismo se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía. El uso del término civismo tuvo su origen en la Revolución francesa e inicialmente, aparece unido a la secularización de la vida que esta supuso.
3. El civismo se puede entender como la capacidad de saber vivir en sociedad respetando y teniendo consideración al resto de individuos que componen la misma, siguiendo unas normas de conducta y de educación, que varían según la cultura del colectivo en cuestión.
4. El civismo es el comportamiento propio o característico de los ciudadanos a través del cual podemos demostrar respeto por los derechos no solo de los demás, sino y más importante aún, de nosotros mismos. Civismo no es otra cosa que el conjunto de cualidades que nos permiten a los ciudadanos convivir pacíficamente en comunidad.
5. Todas las teorías de la filosofía política contemporánea coinciden en mostrar como un aspecto básico que: El ciudadano debe hacerse cargo de su papel, de sus funciones y de sus obligaciones con la comunidad de la cual hace parte. Tanto el Comunitarismo como el Republicanismo, dos de las teorías más importantes de la filosofía política, propugnan por recuperar el modelo griego de la polis, el de una sociedad más comunitaria.
6. Ambas teorías exigen que los ciudadanos estén dispuestos a adquirir las virtudes o las cualidades necesarias para comportarse como buenos ciudadanos.
7. Para Aristóteles, las virtudes eran el eje de la ética y de la política. Aristóteles solía definir al hombre como “un animal político”, para él la esencia y la finalidad única de los humanos era convertirse en un buen ciudadano de la Polis. Entre las virtudes que Aristóteles describe para lograr ser un buen ciudadano se destacan cuatro: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza [[9]].
8. El Civismo contiene los parámetros mínimos a los que debería circunscribirse todo ciudadano, lo cual es indispensable porque sin parámetros comunes y compartidos no funciona ningún orden social ni ningún modelo político o de gobierno. El civismo es la ética mínima del ciudadano. Es una ética mínima porque tiene que poder ser aceptada por todos, con independencia de las creencias religiosas o de las costumbres y tradiciones de cada uno.
9. Las reglas de la urbanidad asociadas al civismo no se encuentran ni pueden encontrarse en los códigos ni en las leyes; y sin embargo, no podría conservarse ninguna sociedad en que estas reglas fuesen absolutamente desconocidas. Ellas nos enseñan:
a ser metódicos y exactos en el cumplimiento de nuestros deberes sociales;
a dirigir nuestra conducta de manera que a nadie causemos mortificación o disgusto;
a tolerar los caprichos y debilidades de los hombres;
a ser atentos, afables y complacientes, sacrificando, cada vez que sea necesario y posible, nuestros gustos y comodidades a los ajenos gustos y comodidades;
a tener limpieza y compostura en nuestras personas, para fomentar nuestra propia estimación y merecer la de los demás;
a adquirir, en suma, aquel tacto fino y delicado que nos hace capaces de apreciar en sociedad todas las circunstancias y proceder con arreglo a lo que cada una exige.
Léxico
La gramática define como categoría o clase léxica a un grupo bien definido de palabras, que tienen la particularidad de hacer referencia a ciertos conceptos, ya sea abstractos o materiales, y que tienen un significado independiente de su contexto. Este tipo de palabras suele ser clasificado según su comportamiento a nivel morfológico o sintáctico. A esta clase pertenecen los verbos, los sustantivos, los adverbios y los adjetivos, que se consideran subclasificaciones de la misma.
A diferencia de las categorías gramaticales, se trata de un grupo abierto, ya que se contempla la posibilidad de futuros cambios en sus integrantes, así como la incorporación de nuevos componentes y de intercambios entre distintas lenguas, muy comunes en la era actual de la comunicación. Cuando una sociedad precisa de una nueva palabra para referirse a un concepto, un fenómeno, un objeto o una idea que haya aparecido recientemente en su cultura, nace un término nuevo que posee contenido de tipo semántico y entra automáticamente al grupo de categorías léxicas del idioma al cual pertenece.
El término lexicón se utiliza para referirse al grupo completo de palabras que contemplan las diferentes categorías léxicas de un mismo idioma. Tomando en cuenta todas las lenguas del planeta, se puede afirmar que el verbo y el sustantivo representan las clases más ampliamente utilizadas. Sin embargo, es importante señalar que cada lengua concibe estos tipos de palabras de una forma muy particular. Para el japonés, por ejemplo, existe más de un tipo de adjetivo y, a diferencia del castellano o el inglés, pueden conjugarse; esto conlleva que los términos “frío”, “azul” o “caro” tengan una forma afirmativa y una negativa, ambas con sus respectivas variaciones para el pasado y el presente.
Continuando con las peculiaridades de las categorías léxicas en los miles de idiomas que se hablan en el mundo, tanto el chino como el coreano y el japonés utilizan clasificadores nominales, un tipo de palabra que acompaña, por ejemplo, la contabilización de un sustantivo, interponiéndose entre éste y un número; mientras que en castellano podemos decir “tres lápices” y “tres hojas” tan sólo anteponiendo el número al sustantivo, en japonés es necesario utilizar un clasificador (en este caso, un contador) diferente en cada caso, que subraya ciertas características de cada elemento, como si dijéramos “tres objetos de forma cónica lápices” y “tres objetos chatos hojas”.
Existen diversos grupos que pueden formarse a partir del léxico. Se conoce como léxico patrimonial a aquél que evoluciona dentro de un mismo idioma, mientras que el léxico de préstamo es el que incluye extranjerismos.
El léxico pasivo, por otra parte, es el que forma parte de la comprensión del hablante. El léxico activo, en cambio, es usado en el habla cotidiana. La jerga es el léxico que incluye el vocabulario de un determinado grupo social.
La disciplina de la lingüística que se encarga de analizar los principios teóricos del léxico y su técnica de composición se conoce como lexicografía. Su objetivo es explicar las unidades léxicas de un lenguaje. Asimismo
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