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DERECHO FAMILIAR Y EDUCACIÓN


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2015  •  Resúmenes  •  2.967 Palabras (12 Páginas)  •  213 Visitas

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INSTITUTO UNIVERSITARIO DEL CENTRO DE MÉXICO

ÁREA DE CIENCIAS SOCIALES

LICENCIATURA: DERECHO

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NOMBRE DE LOS ALUMNOS: MARÍA DE FÁTIMA TREJO SABANERO

JOSÉ REMEDIOS VÁZQUEZ JARAMILLO

GRUPO:  121

MATERIA: HISTORIA DEL DERECHO MEXICANO

TEMAS:  DERECHO FAMILIAR Y EDUCACIÓN

Y EL MUNDO PREHISPÁNICO EN VÍSPERAS DE LA CONQUISTA

NOMBRE DEL CATEDRÁTICO: ROSA GABRIELA ROCHA TETUAN

LUGAR Y FECHA: SILAO, GTO, 30 DE OCTUBRE DEL 2015

DERECHO FAMILIAR Y EDUCACIÓN

Para los aztecas la familia era una institución básica y siempre mostraron gran respeto por ella.

Par el varón era obligatorio contraer matrimonio entre los 20 a los 25 años, de lo contrario, al llegar a los 30 en el territorio de Tlaxcala y si aún no se habían casado les quemaban el cabello públicamente.

La familia era patrilineal (Que se transmite por línea paterna), el matrimonio solía ser monogámico, excepto los nobles que podían tener varias esposas, no necesariamente la primera tenía la preferencia en derechos, podía hacerlo cualquiera de las mujeres al igual que sus hijos que podían ser preferidos en la herencia familiar, motivo que no fue de agrado para los frailes misioneros del siglo XVI, cuando pretendían regularizar las uniones paganas por medio del ritual cristiano del matrimonio, ya que los indígenas querían casarse pero con todas las mujeres.

También existía la costumbre  del levirato, es decir, que la viuda podía casarse con el hermano del marido fallecido, debiendo tener necesariamente el consentimiento de los padres para contraer matrimonio. Además, la viuda debía esperar el término de la lactancia de su último hijo (cuatro años) para contraer nuevas nupcias con el fin de que la educación de los hijos quedara aún en manos de la familia de éste.

La mujer desde la antigüedad ocupaba un lugar inferior en la vida social y familiar. Desde niña se le acostumbraba a ir al mercado y hacer las tareas del hogar, les gustaba tanto que si les daba a elegir entre irse al cielo o ir al mercado, preferían ir al mercado.

Cuando estaban embarazadas, si había un eclipse o al finalizar el ciclo o siglo de 52 años del calendario azteca, eran encerradas en grandes tinajas en el temascal y se les tapaba la cara con una máscara para evitar que el niño naciera como un monstruo. Si morían de parto, eran deificadas y se les llamaba mocihuaquetzis o mujeres valientes.

Según la mitología, los hijos eran concebidos en un lugar privilegiado del cielo, criados por Ometecutli y Omecíhuatl, la pareja divina original y luego enviados a sus padres terrenales, por lo que eran vistos con gran regocijo y cariño, como un don del cielo o un regalo de los dioses.

La mujer preñada debían esperar a sus hijos con tranquilidad y sosiego; no debía llorar, ni sufrir, tener penas, enojos, sustos para no abortar. No debía bañarse con agua muy caliente para no quemar al bebé, ni comer tierra o tiza para que no se enferme ella ni su hijo, ni mascar izictli (chicle) porque al bebé se le endurecía el paladar. No debía hacer esfuerzos, ni mirar algo de color rojo para que el niño no saliera de lado (sic).

Al momento del nacimiento la partera decía un discurso diciéndole que venía al mundo de trabajos, fatigas, penas y aflicción y pedía por ello la intervención bienhechora de los dioses. Se le colocaban en las manos del niño nacido objetos propios de su sexo, a los niños armas o implemento de cultivo y para las niñas trastos o escobas. Con el cordón umbilical se hacía un atado que se depositaba en el hogar en caso de las niñas y en el campo de labranza o de batalla para los varones. Con ello se simbolizaba que la mujer quedaba atada a su hogar y el niño debía buscar la vida fuera del hogar.

Para elegir el nombre completo de los bebés se debía tomar en cuenta 4 cosas

1.- El día de su nacimiento

2.- El nombre designado de sus padres

3.- El nombre designado de la familia del padre

4.- Un nombre mágico que solo debía ser conocido por el atonaltli (sacerdote agorero).

Este sacerdote consultaba los buenos o malos augurios del nacimiento de la criatura.

Los misioneros se asombraron del amor que los padres aztecas profesaban a sus hijos, decían que era la gente que más amaba a sus hijos en el mundo. En España, los padres preferían tener hijas porque las sentían más vinculadas a la familia y más amorosas.

En cuento a la alimentación, se cuidaba la dieta de los menores para evitarles enfermedades. Niños y niñas debían comer media tortilla de los tres a los cinco años; una de los seis a los doce, de esta edad a los catorce una y media y de los catorce años en adelante dos tortillas. No eran partidarios de dormir mucho, por lo que a los niños y niñas los despertaban de madrugada para que ayudaran en las tareas del hogar.

Se hacía siempre en el hogar, la distinción entre el hombre y mujer, las mujeres solteras no podían sentarse a la mesa con sus hermanos o con ningún hombre hasta que se casaran.

Los aztecas eran sumamente limpios, la casa por humilde que fuera tenía su temascal o pequeña cavidad de tabiques y piedras que calentaban con leña, como verdadero sauna, frotándose el cuerpo con fibra de maguey. Al salir se metían a tinajes de agua fría que los mantenía sanos y frescos. El baño era diario para todo tipo de edades y se consideraba causal de divorcio que la mujer, con frecuencia, no tuviera preparado el temascal y la comida al regresar su marido del trabajo cotidiano, así como también la halitosis o mal aliento de cualquiera que lo padeciera, por eso mascaban yerbas olorosas. Su ropa, aún entre los macehuallis siempre estaba impecable y no se diga en el caso de los altos nobles.

Los niños eran castigados con severidad por sus faltas, a veces se les colocaba de bruces sobre un brasero con humo de chile o se les atravesaba el cuerpo con espinas de maguey.

En cuanto a su régimen educativo formal, a partir de Moctezuma Ilhuicamina se ordenó que en cada barrio hubiera una escuela para formar a los jóvenes y ejercitarlos en religión, buena crianza, penitencia, costumbres, ejercicios de guerra, trabajos corporales, ayunos, disciplina y autosacrificio; estaban bajo el cuidado de maestros y de ancianos respetables, que vigilaran la castidad de los alumnos.

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