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"Debate Sobre La Idea Comunista, La Democracia Y El Fascismo", Extracto Que Se Desprende Del Libro "El Pasado De Una Ilusión. Ensayo Sobre La Idea Comunista En El Siglo XX" Publicado Por El Historiador François Furet.


Enviado por   •  6 de Octubre de 2014  •  1.837 Palabras (8 Páginas)  •  1.766 Visitas

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El documento estudiado, del cual haremos una descripción analítica según la discusión y postura de los autores Eric Hobsbawm, Ernst Nolte y François Furet, se denomina “Debate sobre la idea comunista, la democracia y el fascismo”, extracto que se desprende del libro “El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX” publicado por el historiador François Furet. Los argumentos expuestos en este material, serán de un interés relevante al momento de dar a conocer la discusión que se genera en base a la visión de estos tres autores, con respecto al fenómeno de las ideologías que marcan al siglo XX, reflejadas en el comunismo, fascismo y democracia y de cómo estas mediante su grado de influencia contribuyeron a fomentar las bases de la sociedad actual.

El documento tratado, comienza por presentar los argumentos de Hobsbawm, quien en primera instancia presenta dos aspectos de la tesis de Furet, en donde enfatiza la idea de una comparación entre el fascismo y el comunismo, para luego destacar el rol del fascismo en la propaganda comunista. A modo de introducirnos en estos aspectos, partiremos por centrarnos en analizar el primer enunciado, el cual hace referencia a que si bien se distingue un elemento de semejanza con respecto a estas dos ideologías, que radica principalmente en la evidencia de una similitud en el sistema, ejemplificado en el desarrollo de dictaduras o tiranías antiliberales, tanto el comunismo, como el fascismo corresponden a las familias taxonómicas estructuralmente convergentes, por ende, no debemos caer en la tentación de asumir que generan un lazo de parentesco no identificado, ya que ambas se contraponen en el sentido que presentan una diferencia, que gira en base a sus raíces ideológicas, por lo que no se pueden englobar bajo los mismos términos de semejanza. Por otro lado se destaca la influencia, propagación y con ello el prestigio que asume el partido comunista, siendo este en un principio pequeño, marginal y políticamente insignificante y que a partir de la política antifascista del comunismo, cimentado en la estrategia, emprendió un progreso que involucro a todos los partidos en un perfeccionamiento e implementación y crecimiento de la resistencia, lo que causa el desplazamiento de la antigua concepción de clase contra clase, teniendo como fin el promover y ampliar el fundamento comunista; la crítica realizada por Furet, reside en base a la sociedad estratégica con la democracia liberal contra un enemigo en común, lo cual provoca que el antifascismo comunista se beneficie con la lógica de la guerra, lo que hace posicionarse a los comunistas por sobre los socialdemócratas. Además de lo expuesto, podemos tomar como un punto de crítica el aspecto de “la relación entre el atractivo ejercido por el comunismo y la tradición de la Revolución Francesa”, ya que a los ojos de este autor, la Revolución Francesa se define básicamente como un antecedente al nuevo modelo implantado a través de la Revolución Rusa, sin embargo esta perspectiva se ve opacada, en el sentido que después de 1917, se produce una conjetura con respecto a la importancia de la Revolución Francesa en el discurso intramarxista, ya que entre los años 1917-1989 el movimiento proletario la eclipso, tomando posición del imaginario social de la izquierda, dejándola de esta manera lejos de su grado de influencia, siendo así relegada a un segundo lugar. En otro aspecto Hobsbawm, resalta el trato dirigido por Furet en torno a los intelectuales de izquierda, tildándolos de estar de una u otra forma bajo dominio del ideal comunista en su estado original, aunque por otro lado Hobsbawm asume también que es mediante la acción de la Komintern que los participantes del partido se comportan como iglesias al ser estos universales y constructores de un nuevo orden, bajo los cimientos sólidos de Moscú. A modo de terminar con los argumentos situados por Hobsbawm, este hace énfasis a un aspecto fundamental, que se define según el término de ilusión que emplea para establecer una relación con los movimientos ideológicos, desvinculándolos de los supuestos referentes a la esperanza y miedo.

Sobre la teoría del Totalitarismo encontramos a Ernst Nolte, quien parte su estudio por definir y categorizar tres aspectos con respecto a la obra de Furet. En primer lugar señala el carácter francés, con que se aborda la historia intelectual francesa, en el sentido que este autor ha hecho una constante dinámica de vinculación en torno a la Revolución Francesa, como determinante en la historia de la humanidad, al ser esta una etapa suprema en la historia de la emancipación, con respecto a la Revolución Rusa, en donde destaca una “relación positiva” aun a pesar de señalar que la Revolución Francesa se vio opacada con la Revolución Proletaria. Bajo esta línea, se enfatiza en el segundo ámbito que hace referencia a una “nueva” teoría del totalitarismo, con respecto a la clásica o estructural, destacando la adopción de la reflexión, en donde se ve reflejado que el comunismo realizo sobre sí mismo la fuerza política más grande del siglo, ahora bien lo importante de este punto es como Furet logra dar un vuelco al destacar además al fascismo como elemento reaccionante ante las políticas comunistas. Así como el comunismo reivindico la legitimidad histórica, el fascismo también lo hizo en el sentido que si bien el comunismo se presenta como el primer movimiento de gran significancia surgido en base a una guerra, provocando la ilusión del universalismo, el fascismo se presento como originario de la misma concepción con la diferencia que demostraba su carácter de oposición, sin embargo este de igual forma se presenta como la reacción de lo particular ante lo universal, del pueblo contra la clase, de lo nacional contra lo internacional, haciendo énfasis en que es un error negar al fascismo un carácter revolucionario. Es de esta manera que el siglo XX enfatiza la idea de una oposición entre ideologías, y de cómo estas mediante políticas reaccionarias, delimitan su estado de poder. En el último aspecto, se considera las semejanzas correspondientes a los sistemas de exterminios, ejemplificado en el bolchevique y nacional socialista se distingue el elemento de cómo el régimen nacional socialista supera en términos de aniquilación de la sociedad con respecto al bolchevique.

Ya habiendo analizado las dos posturas correspondientes a Hobsbawm y Nolte, corresponde el turno de analizar lo expuesto por Furet, quien manifiesta su postura de acuerdo a las críticas establecidas por los dos historiadores ya mencionados, afirmando su perspectiva de “ilusión comunista”, en base a esto sitúa la sátira establecida por Hobsbawm, en donde enfatiza la idea de que este no ha logrado la aceptación del comunismo como una ilusión, y que mediante la racionalidad de su discurso es que busca consolidarlo, en este sentido además se critica la diferencia establecida por Hobsbawm, en cuanto a la distinción realizada en torno a los sistemas desarrollados por los comunistas soviéticos y los nacional socialistas, y que ambos usaron la estrategia política para acaparar el clamor popular y llevar a cabo sus objetivos de ampliar, difundir e influir en el mundo con su campaña política. Por otro lado, ante los argumentos validados por Nolte, Furet recurre a la Revolución Francesa, como un mecanismo de recuerdo de la izquierda europea y que mediante la Revolución Rusa esta vuelve a dar vida a los fundamentos establecidos por la Revolución Francesa; a esto se suma como ambas ideologías imperantes en el siglo XX como es el caso del comunismo y el fascismo, a pesar de ser opuestas entre sí, ambas logran un punto de unión al establecerse como enemigas del hombre burgués, por esta razón no se niega el carácter revolucionario del fascismo, si no que se le destaca por desarrollar su política reaccionaria ante el régimen fundado.

b) En torno a lo analizado en el debate estudiado, podemos establecer que con miras a instaurar un régimen de larga duración, los tres sistemas políticos presentados (Comunismo, Fascismo y Democracia) se vinculan y se enfrentan en el siglo XX a modo de perpetuar su nivel de influencia y promoción en el campo político. A modo de introducirnos en esta reflexión podemos señalar que tanto el comunismo como el fascismo se originan bajo un contexto de guerra, situados en torno a una patología universal, el comunismo se presenta como el primer movimiento de importancia del siglo XX, como la trascendencia de la sociedad, sacando a la humanidad de la naturaleza e introduciéndolo en la dinámica universalizante, reivindicando de esta forma como lo señala Hobsbawm la legitimidad histórica: mientras que el fascismo se impone de forma reaccionaria, buscando la tradición, acogiendo a quien le teme a la libertad y determinaciones, se orienta de lo particular a lo universal, del pueblo contra la clase, alzado por el miedo al comunismo; estos dos sistemas políticos se originan y desarrollan a partir del fracaso que significo la democracia liberal. Aun bajo estos signos de discrepancia, y con ello la reacción de ambos ante el fiasco del proyecto democratizante fallido, vuelcan su poder en la conformación de movimientos totalitarios a causa del sistema liberal. Furet plantea que el surgimientos del totalitarismo se refleja en respuesta al déficit político de la democracia moderna, constituyendo en su partido a toda la masa de la población que se ha visto abandonada y es por ello que se implanta la idea de ampliar el grado de influencia de su ideología, ambos se sostienen en base a la existencia del otro (de forma anticomunista/antifascista) y reaccionan ante la lucha por el desmoronamiento de la democracia liberal, burguesa, que ven como amenaza a un movimiento contrario a ellos. Ahora bien si le damos un vuelco actual a lo ya estudiado, podemos mencionar que si bien estas 3 fuerzas políticas reúnen una cantidad de diferencias y semejanzas, indirectamente todas buscan el fin de concentrar la mayor cantidad de favor popular, en el sentido que es mediante el pueblo que ellos verán la validación y con ello la estabilización de sus regímenes, por muy lejano que se vea esta idea totalizante y como acuden a influir en la esfera política estos régimen, tenemos un ejemplo claro en Latinoamérica de un sistema político marxista con bases en ideologías leninistas que se fundamentan en el movimiento totalitario como es Cuba, su proyección y consolidación en el tiempo da cuenta que mientras esté presente el líder carismático que lleva a la sociedad un estado de bienestar este se validara. Aun así tenemos que considerar que no debemos cerrar las puertas a que en un futuro se puedan desarrollar nuevas disputas políticas como las establecida en el siglo XX, ya que la democracia que impera en la mayor parte de los estado modernos, esta siempre situada entre un hilo muy fino de aceptación como rechazo y ante cualquier descontento que se presente el surgimiento de un régimen esta a la vuelta de la esquina, basta solo con cerrar las fronteras, implementar un estado de control en torno a las fuerzas armadas, y que surja un líder capaz de solventar las necesidades de la gente y expandir de nuevo su retorica política.

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