Delitos Y Penas.

Discurso sobre los delitos y las penas:

El Señor Jose Marcos Gutierrez comienza en la introducción de su Discurso sobre los delitos y las penas afirmando que con el dictado de leyes que reformen ciertas costumbres públicas puede disminuirse notablemente el número de delitos cometidos en España.

En el Capítulo Primero que versa sobre el delito en general y de los principales axiomas respectivos a él cabe destacar refiriéndonos al primero de los aspectos, el delito en general sus comienzos con los Estoicos que incurrieron en pensar que todos los delitos eran iguales sin ninguna distinción de grados. Pero a lo largo de los tiempos y en los distintos territorios del planeta se ha dado toda una infinidad de definiciones y maneras diferentes de ver un delito. Como tenor general podemos entender como delito todo hecho ilícito o toda contravención voluntaria de la ley que obliga a una reparación si es posible y merece una pena según las leyes humanas; esto adjunta un amplio significado a la palabra delito que ha de verse diferenciada de la palabra crimen que suele aplicarse a los delitos graves o atroces.

Se consideran incapaces de delinquir los niños, los estúpidos, los locos, los lunáticos, los delirantes y cualesquiera otros que por alguna causa carezcan de entendimiento y voluntad ya que ésta es una parte esencial del delito. Tampoco debe ser castigado el delito en defensa propia, así como se atenúan los delitos cometidos en los primeros impulsos de una vehemente pasión.

Con respecto a la segunda parte de este Capítulo Primero, lo referente a los principios o axiomas respectivos al delito cabe una numeración:

Primer axioma: el simple deseo de violar la ley no se considera delito si no es acompañado de un acto que lo cumpla.

Segundo axioma: Los actos internos sólo pueden ser juzgados por Dios.

Tercer axioma: Los actos que son efectos de nuestra fragilidad exigen moderación en las penas.

Cuarto axioma: no siempre es recomendable divulgar crímenes ocultos con castigos públicos.

Quinto axioma: no deben cometerse crímenes por obedecer a un superior.

Así continúa hasta el decimocuarto axioma con el que concluye el Capítulo Primero que explica los distintos grados de la culpa asignable al agente.

El Capítulo Segundo trata sobre la medida de los delitos y aclara que es un tema escabroso sobre el cual existen diferentes puntos de vista debido a la dificultad de cuantificar la mayor o menor perversidad de los delitos, el mayor o menor perjuicio que estos causan y por consiguiente la dificultad de aplicar la pena más justa y conveniente.

En el Capítulo Tercero comenta las penas en general, o sea de su origen, necesidad, objeto y requisitos o circunstancias y de los principales axiomas relativos a ellas.

En lo relativo a su origen y necesidad no considera necesario detenerse en el significado de la palabra pena ya que nadie que tenga uso de razón desconoce su significado. En cuanto a su origen se encuentra con diversidad de autores, tanto unos que sugieren su origen en el estado de naturaleza como otros que la entienden obligatoriamente supeditada a las leyes racionales.

En cuanto a su necesidad declara que el legislador sabedor de los malvados deseos y ambiciones del hombre debe intimar a todos sus súbditos por medio de las leyes, órganos fieles de su voluntad, que obedezcan sus venerables preceptos y respeten la constitución del estado.

Del objeto o fin de las penas afirma que este es la corrección del culpado para que intimidado con el castigo no vuelva a delinquir.

Otro de los requisitos de las penas que acerca es el de que éstas han

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