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EL ARTE DE LA TORTURA


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2013  •  2.298 Palabras (10 Páginas)  •  278 Visitas

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El Arte de la Tortura

Basta pensar en el cuento El Matadero, de Echeverría, La Fiesta del Monstruo, de Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, o en La Refalosa de Hilario Ascasubi; encontramos en éstos tres claros ejemplos la puesta en escena de la tesis sarmientina. En el caso del texto de Echeverría, la tesis se pone de manifiesto a partir de la representación del régimen rosista bajo la metáfora del matadero. Ésta obra que inició el realismo y el género narrativo en nuestra literatura. Es una verdadera creación de arte. En “El Matadero”, relato que se basa en la narración de una sociedad de la época, comienza con la descripción de un gran diluvio que duró 15 días y afectó la economía del país causando una crisis y la imposibilidad de utilizar el matadero en este período de tiempo, por lo que hubo falta de carne. Esta escasez, que iba acorde a las órdenes de la iglesia en lo referido a la abstinencia de carne por tiempos cuaresmales, produjo una subida en los precios de los otros productos como aves y pescados, y la muerte de mucha gente.

Los hechos transcurren en el matadero de la Convalecencia o del Alto, sitio en las quintas del sur de la ciudad de Buenos Aires; era como una playa en forma rectangular, con un edificio pequeño donde se sentaba el juez del matadero y se realizaba la recaudación de impuestos y el cobro de multas. En la casilla, que tenía letreros que exaltaban a la Federación y la figura de Rosas y deshonraban a los unitarios.

La iglesia dictó que no se debía comer carne bajo el pretexto del pecado, no fue igual de estricta con los gobernantes y el cuerpo religioso, lo que demuestra la falsedad del gobierno y la iglesia.

Los militantes del partido federal, son representados como personas crueles y brutales estableciéndose semejanza entre los federales y animales, con gusto por la sangre.

Se detallan algunas Ironías con respecto de la Iglesia:

- "¡Cosa extraña que haya estómagos privilegiados y estómagos sujetos a leyes inviolables y que la iglesia tenga la llave de esos estómagos!"

- "Quizá llegue el día en que sea prohibido respirar aire libre pasearse y hasta conversar con un amigo sin permiso de autoridad competente. Así era, poco más o menos, en los felices tiempos de nuestros beatos abuelos, que por desgracia vino a turbar la revolución de Mayo".

- " El diablo con las carne suele meterse en el cuerpo y la Iglesia tiene el poder de conjurarlo: el caso es reducir al hombre a una máquina cuyo móvil principal no sea su voluntad sino la de la Iglesia y el gobierno"

Se encuentran algunas Ironías con respecto al Gobierno también:

-"Es de creer que el Restaurador tuviese permiso especial de su Ilustrísima para no abstenerse de carne, porque siendo tan buen observador de las leyes, tan buen católico y tan acérrimo protector de la religión, un hubiera dado mal ejemplo aceptando semejante regalo en día santo".

- "Alarmóse un tanto el gobierno, tan paternal como previsor del restaurador, creyendo aquellos tumultos de origen revolucionario y atribuyéndolos a los mismos salvajes unitarios".

-"Las campanas empezaron a tocar rogativas por orden del muy católico Restaurador".

Se señalan Ironías con respecto a los Federales:

-"¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales! ¡Siempre en pandillas cayendo como buitres sobre la víctima inerte!"

-"Los carniceros degolladores del Matadero, eran quienes propagaban la federación rosina, y no es difícil imaginarse qué federación saldría de su cabezas y cuchillas".

-"Los federales habían dado fin a una de sus innumerables proezas…"

La gente del matadero está compuesta principalmente por los pobres de los suburbios. Allí hay carniceros, jinetes y curiosos entre los que se encuentran chicos y achuradores. También está el juez.

El carnicero es la figura más importante. En el matadero se lo podía encontrar descuartizando a algún animal o despellejándolo. Los jinetes se dedicaban a enlazar e inmovilizar a los novillos para luego matarlos de una cuchillada.

El juez de matadero era un caudillo de los carniceros que ejercía la suma del poder en el lugar. Eso incluye la dirección de los castigos a unitarios.

Entre los curiosos se hallaban chicos que se dedicaban a observar el trabajo de los jinetes y carniceros, se entrenaban en el manejo del cuchillo, o jugaban a darse cuchillazos o lanzar bolas de carne o estiércol a sus compañeros, a las negras y a los perros.

Las mulatas y negras se dedicaban principalmente a conseguir achuras y limpiarlas para el consumo.

A fines de la matanza de los novillos queda un solo animal joven, que la gente no sabía si definir como toro o novillo, al cual los federales deciden torturar y matar. Este animal aprovecha que en un momento el lazo se encuentra flojo para escapar del corral. Esta acción provoca que el lazo, que se había desprendido del asta, le corte la cabeza a un niño; mientras tanto, el toro escapa del matadero y corre por las calles de Buenos Aires con los federales persiguiéndolo, quienes lo atrapan de nuevo, lo torturan, y lo matan (el federal Matasiete es quien lo sacrifica), descubriéndose al final que era toro, y no novillo.

A pesar de haber sido escrito en plena época romántica por el propagador del romanticismo en América y sobre el tema romántico de la lucha contra la tiranía, este cuento no es exclusivamente romántico. Mientras su espíritu mordaz y su anticlericalismo lo ligan al enciclopedismo del siglo XVIII, sus descripciones minuciosas, sus detalles obscenos, sus cuadros multisensoriales y su diálogo anónimo lleno de formas dialectales anuncian desde lejos los futuros movimientos literarios del realismo, del naturalismo, del modernismo y del criollismo. Lo que sí lo identifica con el romanticismo es el tono exaltado. El croquis del matadero coloca al lector dentro del “Circo Romano”. Asiste a la matanza de los animales fijándose en cada detalle. El espectáculo le choca por los cinco sentidos: la sangre y el sebo de las reses descuartizadas, los gruñidos de los mastines, los graznidos de las gaviotas, el niño degollado y los gritos de la chusma embrutecida. Son doscientas o cuatrocientas fieras acosando a cuarenta y nueve reses. Aunque el autor distingue a individuos —”dos africanas”, “dos muchachos”, “un niño”— insiste en la anonimidad

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