EL ENTORNO SONORO, SHAFER, MURRAY R.
erickbastar26 de Octubre de 2013
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EL ENTORNO SONORO, SHAFER, MURRAY R.
El entorno sonoro de cada lugar es único y representativo del mismo, es una fuente de información y de la cual el hombre también es creador, es una composición macro cósmica.
Hay que reconocer que cada vez más nos exponemos a mayor cantidad de ruidos, el mundo se ha vuelto más ruidoso en la modernidad.
Algo que me resultó muy interesante en este tema es que yo tenía un concepto sobre “ruido” (como sonido desagradable) pero el autor lo define como “sonidos que hemos aprendido a ignorar” es decir, esto es más grave de lo que realmente pensamos, porque si es un sonido molesto del que somos consiente podríamos tomar cartas en el asunto y hacer algo para evitarlos, pero si los aprendimos a ignorar, es necesario aprender a escucharlos nuevamente, y tomar decisiones al respecto. Schafer propone enseñar a escuchar el entorno sonoro como una pieza musical para luego poder emitir juicios de valor (sería el fin, ya que permitiría optar por aquellos que se quieren conservar por ejemplo). Los músicos -dice Schafer- son los arquitectos de los sonidos, y se ocupan de seleccionar y organizar los sonidos.
Dentro de esta temática, se toca un punto muy controvertido en los últimos tiempos y es el de la polución o contaminación sonora, que guarda estrecha relación con lo dicho anteriormente sobre la selección y organización de los sonidos. Temática que daría mucho para hablar, pero que no se pretende ahondar en este momento.
Un punto de reunión para todas las arte.
El autor opina al respecto que debe existir un punto de encuentro entre todas las artes, esto guarda relación con lo que se expresa en la máxima para educadores número 6; el niño pequeño se expresa mediante las artes de igual manera, no diferencia lo que es una de la otra señalándolo constantemente, como se señaló anteriormente el arte es vida para ellos, lo que ocurre es que siendo más grande se empieza a fragmentar los saberes y las artes no escapan a ello, por lo tanto lo que se hace en música no se hace en plástica y cada una tiene un espacio diferente y exclusivo. Schafer contestaría a esto con una simple pero devastadora palabra: ERROR, si bien desarrollar las agudezas específicas de cada área es importante una constante fragmentación o parcelación de las experiencias puede no ser tan enriquecedor, e incluso malo para el niño. Schafer propone entonces que exista espacios donde se conjuguen todas las artes y propone algunos nombres para la asignatura: “estudio de los medios” o “estudios de la sensibilidad y expresión” aquí se obtendría una nueva integridad del arte y la vida, que se había destruido al comenzar el periodo primario.
Otro de las características de su estilo de enseñanza es el empleo de las filosofías orientales, como por ejemplo el yoga. Schafer dice que en nuestra sociedad el silencio el mal visto, en cambio en oriente es positivo y feliz en si mismo. El yoga por ejemplo logra que “todo el cuerpo se vuelva oído” y esto es bueno para apreciar la música de otra manera, incluso nos pasa a nosotros mismos, el estrés, el hecho de estar siempre apurados y las exigencias de una sociedad que parece no descansar nunca, nos hace que pocas veces nos detengamos en serio a escuchar música, y si nos disponemos a hacerlo, no podemos dejar de pensar en todo lo que debemos hacer, porque nos han hecho creer que detenerse para este tipo de actividades es “perder el tiempo”. El yoga parece servir para bajar a tierra y concentrarse en algo, en este caso para apreciar música de otro modo, pero cada uno podría darle una utilidad distinta.
Mi intención en este caso es señalar en breves palabras lo que e autor da como fundamento para la enseñanza de la música, sabemos que ocupa un lugar pequeñísimo en nuestro currículo escolar, diría casi el lugar ignorado del programa, pero su existencia es probable.
La
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