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EL PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA Y EL DERECHO DE LAS VICTIMAS

yntorresDocumentos de Investigación25 de Septiembre de 2015

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EL PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA Y EL DERECHO DE LAS VICTIMAS

¿TENEMOS LA CAPACIDAD DE PERDONAR?[1]

RESUMEN

Este articulo además de presentar los diversos procesos fallidos  a través de los cuales  ha tenido que pasar Colombia, para al fin llegar a un proceso que ha sido apoyado por muchos, y criticado por unos pocos, pretende dar a conocer los distintos avances que hasta ahora se han logrado alcanzar, pero haciendo un mayor énfasis en el derecho de las víctimas, que más que una indemnización monetaria, es el derecho de justicia, verdad y reparación que necesitan todas las familias de los miles de desaparecidos, secuestrados, torturados, asesinados, que han tenido que vivir las circunstancias de una absurda guerra de poderes, que solo se ve representada entre la puja de uno y otro, a costa del sufrimiento y la sangre del pueblo colombiano.

ABSTRACT

This article also failed to present the various processes through which Colombia has been through , to finally arrive at a process that has been supported by many, and criticized by a few, seeks to highlight the different progress so far they have achieved , but with a greater emphasis on the rights of victims, rather than monetary compensation , is the right to justice , truth and reparations they need all the families of the thousands of missing , abducted , tortured, killed , who have had to live the circumstances of an absurd war powers , which is represented only bid between the two, at the cost of suffering and blood of Colombian people

INTRODUCCION

El conflicto armado colombiano, con pesar de Colombia, se ha ganado el título del más largo de nuestro continente y uno de los más duraderos del mundo, con 50 años de presencia inevitable en el territorio nacional. La esperanza de los ciudadanos está puesta en manos del presidente Juan Manuel Santos, quien parece manejar el proceso de una manera notoriamente diferente a la que en otras ocasiones se adoptó.

Otros procesos de paz, como en las  negociaciones de Guatemala pusieron en evidencia que se puede negociar con independencia de la representatividad de la guerrilla. Allí llegaron a unos acuerdos, tales como los derechos de la población indígena, los derechos humanos, el regreso de las poblaciones exiliadas, la conducta de las Fuerzas Armadas y varios otros temas de envergadura nacional, sin que alguien pretendiera que la guerrilla represente gran parte de la sociedad civil. Hay que tratar de construir unos diálogos capaces de introducir cambios inalcanzables dentro de la conducta normal de las instituciones ya establecidas. Es más, si el objetivo es la paz y la terminación del conflicto armado, un gobierno gana involucrando a la guerrilla en las grandes reformas estructurales, sentándola a la mesa, dándole crédito a sus proposiciones, haciendo de ella un sujeto de negociación y no un objeto de derrota.

La idea es hacer responsable a la guerrilla por los cambios negociados y comprometerla con su ejecución. Hay quienes afirman que en Colombia no es factible tal tipo de negociación. Que en Colombia, la guerrilla está demasiado involucrada en el crimen, el secuestro y el narcotráfico, que no tiene control territorial como el que tenía la guerrilla salvadoreña, que la guerrilla colombiana se ha degenerado en grupos de pandillas y bandoleros. Sin embargo, aunque pueden ser ciertas algunas de estas afirmaciones, aún se puede negociar con la guerrilla colombiana.

Cuando llegó al poder el presidente Ernesto Samper (1994-1998), uno de sus primeros actos fue pedir un informe al alto consejero para la paz sobre la voluntad de la guerrilla y la factibilidad de entrar en negociaciones con ella. Con este acto, Samper quiso darle un viraje a la política de los últimos años de Gaviria, que pretendía tratar a la guerrilla simplemente como un grupo de bandidos y secuestradores, sin reconocer su carácter político. Samper restauró la concepción política del conflicto armado colombiano. Y después de 100 días, cuando el alto consejero para la paz rindió su informe, también afirmó que, a pesar de todo, las guerrillas siguen siendo actores políticos, y que sí existían las condiciones para negociar con ellas. Infortunadamente, es poco lo que se ha avanzado entre el Informe de los Cien Días y el momento actual. La crisis presidencial desvió cualquier posibilidad de avance en ese campo.[2]


Cuando en septiembre se conoció que los diálogos exploratorios de paz se estaban adelantando desde hace varios meses, muchas fueron las especulaciones al respecto y diversas las posiciones que tomaron varios sectores de la sociedad, pero una frase se hizo famosa: No repetiremos los errores del pasado” y con ella una serie de acciones que se distanciaron radicalmente de lo que alguna vez fue un proceso de paz en Colombia.

JUSTIFICACIÒN:  

Según nuestro  estatuto jurídico lo que busca en torno al derecho de las víctimas es; derecho a la  justicia, verdad y reparación, pero en  el entorno de la persona queda abandonado, por que como seres  humanos  el daño ocasionado por los grupos ilegales  es irreparable en el aspecto moral y el gobierno actúa  en busca de un interés general, pretende de manera global un perdón y una indemnización, al punto que quisiéramos llegar, y el fin de este trabajo es que tanto esta el pueblo colombiano dispuesto al olvidar para llegar a tan anhelada Paz, teniendo como referencia los fallidos procesos de paz que nos harían pensar que somos la mayoría los que queremos paz, pero muy poco se sabe que con el perdón también deben incluir el olvido; pero muchos no están dispuestos a este último.

Y no es difícil de entender porque este conflicto que acaba de cumplir 50 años, (además de festejarse con actos terroristas dentro de un proceso de paz), han dejado innumerables viudas, huérfanos, que no entienden porque aquellos que les causaron tanto daño, no pagaran  un solo día de cárcel, y eso no es todo, frente a un eventual acuerdo verlos como futuros dirigentes políticos. Y es que hablar de compensación o reparación a las víctimas, no se debe ver desde el punto meramente económico, porque estaríamos frente a una reparación incoada, incompleta. Se necesita ir más allá de ese perdón superficial, ese que se pregona pero que interiormente verdaderamente no se llega a dar.

Y es que escuchando a una de las víctimas se puede entender los alcances del perdón: En su estructura básica, el perdón es un ejercicio de limpieza individual que realiza la víctima para exhumar el dolor, elaborar su duelo, liberarse del resentimiento y del deseo de venganza que lo acosa y lo puede convertir en victimario. No sobra recordar que en sociedades mayoritariamente cristianas como la nuestra, el perdón es el centro del Evangelio y constituye un imperativo ético para sus seguidores. “Maestro: ¿cuántas veces hay que perdonar? No te digo hasta siete veces, sino hasta 77 veces”. Y eso en lenguaje cristiano significa siempre. Como si lo anterior fuera poco, traduce que estamos obligados a perdonar lo imperdonable. ¡Así es de exigente la ética cristiana![3]

Son muchos los factores implícitos que rodean el proceso de paz, pero el gobierno debe hacer énfasis en el punto del derecho a las víctimas, porque sin perdón no hay paz, tal vez puede que suceda, será efímera, porque el dolor, la rabia, la impunidad, genera ideas de venganza que con el tiempo nos llevaran de nuevo a ese círculo vicioso de guerra y sufrimiento.

“Sin perdón no hay futuro. Pero sin confesión no hay perdón”

                                                                                                   Desmond Tut

   

 OBJETIVOS:

  • Objetivo General: Identificar los beneficios que un eventual proceso de paz puede llegar a producir es nuestro Estado Colombiano, teniendo como base y principal referente el derecho de las víctimas.

  • Objetivos Específicos:
  1. Analizar el drama de las víctimas, ya que el estado debe  dar un espacio judicial y ético para que  se puedan resarcir los daños tanto económicos como morales que ha producido los largos años de conflicto armado.
  2. Examinar desde el punto de vista de los actos humanos  la capacidad que tiene cada uno de los afectados de lograr un verdadero perdón frente a sus antiguos agresores.
  3. Dar a conocer las distintas dificultades que han surgido a través de los fallidos intentos de acercamiento entre el Estado Colombiano y las FARC.
  4. Reconocer la importancia del perdón, como primer paso para lograr la paz.

 MARCO TEORICO:

Marco histórico - Normativo:

Varios han sido los intentos y muchos los fracasos. Desde los años ochenta se han ido produciendo múltiples esfuerzos de construcción de paz, tanto por parte de los actores en conflicto como de la sociedad colombiana. En 1982, el presidente Betancur convocó a las guerrillas a un acuerdo de paz. Dos años después, las FARC ordenaron un alto al fuego que duró formalmente hasta 1990, cuando el presidente Gaviria ordenó un ataque al centro de mando de las FARC. En 1990, y después de una larga negociación, se desmovilizó la tercera guerrilla del país, el M-19, fruto de la cual se aprobó una nueva Constitución en 1991 que formalmente consolidaba el Estado de derecho. En este último año se desmovilizaron otros grupos (EPL, PRT, MAQL), en 1992 el CER, en 1994 la CRS, MPM, MMM y FFG, y en 1998 el MIR-COAR. En relación a las guerrillas que no se desmovilizaron entonces, en 1991 y 1992 se celebraron encuentros en Caracas y Tlaxcala  (México) entre el Gobierno y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, de la que formaban parte las FARC, el ELN y el EPL, pero las conversaciones de 1992 quedaron suspendidas después de que las FARC asesinaran a un ministro que tenían secuestrado. En 1995, la Conferencia Episcopal colombiana creó la Comisión de Conciliación Nacional (CCN), y en 1997, el presidente Samper propuso crear un Consejo Nacional de Paz formado por instituciones y sociedad civil.

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