EN EL FRAGOR DE LA GUERRA - MAXIMAS DE 1933
edbeqal331xii27 de Junio de 2014
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EN EL FRAGOR DE LA GUERRA – MAXIMAS DE 1933
Edwin A. Bequer Álvarez
Por supuesto que revisar toda la producción literaria de la guerra del Chaco, resultaría una tarea titánica, pero desde luego no imposible. La mayor parte de los historiadores que volcando la mirada al pasado han analizado y analizan la misma, la enfocan generalmente desde la óptica que más les interesa o más dominan si vale el término, llámese militar, económica, geográfica, etc., etc.
Desde ya, no se puede negar que la guerra, desde diversos temas de inspiración permitió una producción literaria muy importante, pese a la marcada necesidad de condiciones para la producción histórica.
Estando trabajando en el archivo más importante de las FF.AA., el del Comando en Jefe, tuve la oportunidad de escudriñar documentos de esa guerra, me llamaron la atención los escritos a mano, por lo que me puse a investigar el tema o la fuente de inspiración de los mismos, es decir su origen. Luego de leer las primeras páginas, confieso que en un principio no me inspiraron mucha seriedad ni interés, pero a medida que daba vuelta las hojas y pese al tiempo transcurrido de aquel hecho bélico, (para entonces más de 60 años), sentía la sensación de estar impregnado por el sudor de quienes las habían escrito, por lo que a medida que pasaba el tiempo, consideraba un compromiso casi natural de hacer conocer algún día, las inspiraciones de aquellos hombres que habían acudido a la guerra en el sud este.
Cuando transcribía los documentos, dejaba que vuele mi imaginación para tratar de sentir la empatía, es decir reconocer y comprender los sentimientos y actitudes de los que habían escrito aquellas páginas, por supuesto, las circunstancias que los afectaban en los momentos de su inspiración, aunque de retorno a la realidad, me daba cuenta que pese a mi formación como soldado, no alcanzaba a iniciar una relación estrecha, porque no había tenido la suerte de hablar con ninguno de los autores, aunque en verdad conocí a varios de ellos.
Considere desde un principio que no es lo mismo la inspiración alejada de la tensión natural, del desastre; de los vejámenes, de la sangre, del dolor y de los desórdenes mentales, aspectos propios de la guerra, a los que se podrían agregar la comodidad de un escritorio, la proximidad de la familia, de un cigarrillo entre los labios, una taza de café y el teléfono móvil al lado; que a la inspiración surgida en pleno campo de batalla, en el desarrollo del acontecimiento bélico, donde seguramente campean la incomodidad, y sobre todo, la nostalgia de sólo pensar en lo que se dejó atrás, la familia, el amor, el afecto y el respeto.
Sin embargo, los autores del trabajo que será motivo de mi exposición, consideraron que la guerra es un concepto más amplio que no solo contempla el hecho bélico como tal, en su sentido tradicional, sino que va más allá, que es una agresión sin límite en la búsqueda de cumplir con su objetivo o finalmente su meta.
Me detuve un tiempo tratando de encontrar producción literaria paralela al hecho bélico, es decir, escritos de cualquier género literario en pleno desarrollo del acontecimiento. Para ello fue fundamental el trabajo de don Jorge Siles Salinas, concluido en 1969. La literatura boliviana de la Guerra del Chaco ., donde recoge las principales evidencias de escritores bolivianos sobre la guerra.
Es importante señalar que el referido autor hace referencia a que la mayor parte de los escritores de la guerra “fueron testigos de los episodios de la misma, y que sus obras escritas al término de la contienda, respondieron a la necesidad vital de transmitir sus experiencias”.
Siles señala que los autores coinciden en hablar del escenario geográfico y su influencia negativa sobre nuestros soldados. Considera que una buena parte de la producción bibliográfica es el resultado de una experiencia vivida por sellos y que al escribirlas, pretendieron dar un testimonio verídico del “horror vivido en la inhóspita planicie chaqueña, convertida en escenario de muerte y desesperación”.
Es interesante anotar que en su análisis no deja de considerar a todos aquellos autores que sin haber conocido las tierras del Chaco, escribieron sobre la región de una manera muy acertada. No se puede pasar por alto el hecho de que “todos los relatos de la guerra fueron publicados inmediatamente después de su terminación, entre los años 35 y 38, como si sus autores se hubieran sentido apremiados a comunicar, cuanto antes, las impresiones imborrables que en los años anteriores les tocó vivir” .
Hasta el día de hoy no dejan de ser motivo de lectura en el colegio los libros de Augusto Céspedes, Luis Toro Ramallo, Augusto Guzmán, Oscar Cerruto, Fernando lturralde, Eduardo Anze Matienzo y Porfirio Díaz Machicao, coincidentemente publicados fuera de nuestras fronteras, posiblemente como dice Siles, “debido a la censura que impedía a los autores, en su propia patria, decir con plena libertad los sentimientos que les inspiro la guerra”.
Por otro lado, hace hincapié en el sentido de que muchas de estas obras escritas por esos autores han sido "la novela única" de cada uno de ellos; solo la guerra fue motivo suficiente para inducirles a escribir un libro narrativo, fruto de una vivencia personal, a la que se quiso dar forma literaria. En la mayoría de los casos, tratándose de los escritores que posteriormente han editado otras obras, su novela sobre la guerra ha sido "el primer libro", que ha dado nacimiento a una vocación literaria.
No deja de ser interesante el análisis de la edad de los autores, los que entre los 22 y 30 años habrían producido obras valiosas de nuestra literatura. Tampoco sorprende cuando no encuentra producción de autores consagrados; coincidiendo con Carlos Medinacelli cuando critica la ausencia de escritores de la talla de Tamayo y Reynolds, del hecho bélico en el Chaco.
En mi caso, por supuesto a un nivel muy distante de la crítica de Siles, mi esfuerzo solo llega a presentar sino líneas de inquietud para dar a conocer la inspiración de hombres en pleno frente de batalla. Desconozco que alguno de ellos haga alcanzado fama de escritor, su producción se limitó a algunos escritos o artículos de carácter histórico militar.
Lo rescatable desde mi punto de vista, es que las inspiraciones que voy a dar a conocer son el producto de un concurso literario bajo el nombre de “Máximas Militares”, convocado por el comando del Ejercito en Campaña el 21 de Septiembre de 1933, es decir en pleno desarrollo del conflicto bélico con el Paraguay. No se tienen sus reglas, como la necesidad de la autoría, cantidad, extensión, fecha límite, premios, etc., etc. Sin embargo, como sabemos que una máxima es una sentencia o una frase de alto contenido moral, que rige el comportamiento de quien la escribe o porque finalmente se constituye en un principio que tratan de ser inculcado a otras personas sobre lo que debe o no hacerse. Ahora bien, no pase por alto el hecho de que existen máximas salidas de lo más profundo del corazón o del alma cuando el enemigo está a pocos metros.
Si bien las frases a las que hago referencia son el fruto de inspiración seguramente en un momento de calma en plena guerra, no se está lejos del ambiente en el que las emociones humanas se ponen de manifiesto al límite, por lo tanto, vale la pena aunque sea a muchos años después de la conclusión del conflicto y con la lamentable ausencia de sus autores, se dé a conocer lo que la guerra a llevado a inspirar a esos hombres.
Hoy en día ya nadie desconoce por lo menos en teoría, la aridez del territorio chaqueño, cubierto por matorrales bajos y espinosos, muy a mano vendría después el nombre de “el infierno verde”, como queriendo relacionar al lugar como el espacio en que según la tradición religiosa sirve para torturar y someter a sufrimiento eterno a las almas de los pecadores. Solo que en este caso los pecadores eran los oficiales, suboficiales, sargentos y soldados que sufrieron a lo largo de la guerra los tormentos que trae consigo la misma y el escenario geográfico donde se desarrollo. Recordemos que es una de las zonas con temperaturas más elevadas en el hemisferio occidental, llegando las temperaturas a los 45 °C, que en ciertas ocasiones apenas superan los 0 °C., y donde la falta de agua terminó con la vida de miles de combatientes.
Se debe recordar que a esa conflagración asistieron hombres de todas las regiones del país, pero en especial del occidente, es de suponer sin entrar en detalles que el clima afectó en el comportamiento de los mismos, a ello se suman el sometimiento natural a los momentos de estrés como separación de la familia, pérdida de estatus social, violencia física o psicológica, testimonios de muertes violentas, desconocimiento del futuro, etc., etc., que indudablemente influyeron en el sentir, en la conducta
Recordemos que días antes, (primera quincena de septiembre), se había llevado a cabo la Batalla de Campo Grande. Los sectores de avanzada del fortín Alihuata defendido por tres unidades bolivianas de la 9na. División, cuyo Cmte era el Cnl. Carlos Banzer; el RC-2 “Ballivián” en Campo Grande al mando del Cnl. Gonzales Quint; el RI-27 “Chacaltaya” al mando del Tcnl. Arauz en el centro, sobre el camino Alihuatá-Arce; y una compañía del RI-18 “Junín” en Pozo Favorito; estas Unidades fueron cercadas, por
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