ENYASO DE LIDERASGO CARISMATICO DE HUGO CHAVEZ
nancy.reyna11 de Agosto de 2013
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I N T R O D U C C I O N
Hugo Rafael Chávez Frías Sabaneta, 28 de julio de 1954 - Caracas, 5 de marzo de 2013). Presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela desde 1999 hasta su fallecimiento. Fue una persona de profundas ideas socialistas e integracionistas heredadas del pensamiento de Simón Bolívar y Francisco de Miranda que lo convirtieron en el líder indiscutible de la Revolución Bolivariana.
Un amplísimo sentimiento popular a favor de cambios sustantivos en la conducción de los asuntos del Estado se hizo evidente el 6 de diciembre de 1998, cuando el 56,24% de los votantes eligió a Hugo Chávez Frías Presidente Constitucional de la entonces República de Venezuela. Este hecho fue considerado por respetados analistas como uno de los logros más trascendentales en la historia política contemporánea de Venezuela. Con las elecciones del 30 de julio de 2000, Hugo Chávez Frías cristalizó el proyecto político constituyente y se relegitimó como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con el 59,5% de los votos.
En las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de 2006 fue reelegido presidente con una amplia ventaja, obteniendo más de siete millones de votos (62.84%) frente al 36.90% logrado por el candidato de la oposición Manuel Rosales quien reconoció el resultado esa misma noche. En octubre de 2012, Chávez volvió a ganar las elecciones presidenciales de su país, esta vez derrotando con el 55%[1] de los votos, al gobernador del estado de Miranda y candidato de la derecha Henrique Capriles.
MARCO TEORICO – CONCEPTUAL
Se considera que el ex presidente de Venezuela Hugo Chávez era un líder carismático, según Weber, es aquel dotado de “dones específicos del cuerpo y del espíritu estimados como sobrenaturales”, cuya autoridad emerge en tiempos de extrema penuria y dificultades “psíquicas, físicas, económicas, éticas, religiosas o políticas” (Weber, 1997[1922]:847-8). El carisma es una suerte de gracia con la que son investidos ciertos personajes por obra de un orden superior (Weber, 1997:85-87). El poder carismático, por lo tanto, es un poder personal que por su naturaleza religiosa es cualitativamente distinto a toda otra fuente de autoridad. No reconoce ningún procedimiento ordenado para la escogencia o sustitución del líder y se rige sólo por sus propios límites y determinaciones internas. Aunque se basa en la consagración personal y la autoridad, el poder carismático no obedece a leyes y reglamentos como el poder patriarcal. El individuo portador del carisma ejerce su poder y recibe la veneración de sus seguidores...en virtud de una supuesta misión encarnada en su persona, misión que, si no siempre y de un modo absoluto, sí por lo menos en sus representaciones más altas, posee un carácter revolucionario, subversivo de valores, costumbres, leyes y tradición (Weber, 1997[1922]:853). El líder carismático, según Weber, es aquel dotado de “dones específicos del cuerpo y del espíritu estimados como sobrenaturales”, cuya autoridad emerge en tiempos de extrema penuria y dificultades “psíquicas, físicas, económicas, éticas, religiosas o políticas” (Weber, 1997[1922]:847-8). El carisma es una suerte de gracia con la que son investidos ciertos personajes por obra de un orden superior (Weber, 1997:85-87). El poder carismático, por lo tanto, es un poder personal que por su naturaleza religiosa es cualitativamente distinto a toda otra fuente de autoridad. No reconoce ningún procedimiento ordenado para la escogencia o sustitución del líder y se rige sólo por sus propios límites y determinaciones internas. Aunque se basa en la consagración personal y la autoridad, el poder carismático no obedece a leyes y reglamentos como el poder patriarcal. El individuo portador del carisma ejerce su poder y recibe la veneración de sus seguidores.
CARISMA Y POLÍTICA. EL LIDERAZGO DE HUGO CHÁVEZ DESDE LA PERSPECTIVA DE SUS PARTIDARIOS
Se considera al liderazgo político a secas ha sido definido como el ejercicio de la influencia. Sirve para obtener y mantener el apoyo de otros actores políticos, mientras se les guía para moverse en nuevas direcciones (Edwards y Wayne, 1994:14-15). Desde este punto de vista, es indudable que la figura de Hugo Chávez se ha convertido en emblemática. Sin embargo, no abundan las investigaciones académicas que expliquen o describan la naturaleza y contenidos de su liderazgo.
Márquez (2003:271) ha sugerido que la figura de Chávez tiene un “atractivo mesiánico para las masas” y se inscribe en las tradiciones caudillistas de nuestra política. Ramos Jiménez (2002:15-19) encuentra que la conducción política de Chávez se corresponde casi punto por punto con las características del nuevo liderazgo político neopopulista que se ha ido estableciendo en las democracias latinoamericanas. Se trata, afirma, de una conducción política de nuevo tipo que ofrece la desarticulación del pasado político ineficiente y corrupto y, a un tiempo, la creación de una nueva república y la construcción de un nuevo poder. El nuevo poder se resumiría en la figura de un líder dotado de cualidades excepcionales que, por lo mismo, al crear una situación revolucionaria podrá atender las demandas de cambio social y político. Chávez sería un buen ejemplo de ese liderazgo neopopulista latinoamericano.
El mismo Ramos Jiménez al analizar los efectos políticos del carisma, coincide con Márquez al afirmar que el de Chávez es un “liderazgo popular mesiánico” y señala que la relación con sus partidarios tiene las propiedades del vínculo incondicional que se establece entre el líder carismático y sus seguidores. El “chavismo”, argumenta, ha sido “y se mantiene como un movimiento carismático” (Ramos Jiménez, 2002:20-30).
El reconocimiento del fenómeno carismático en la política venezolana con- temporánea es una invitación para explorar las creencias y representaciones de los seguidores de Hugo Chávez. No sólo por la insistencia metodológica de Weber en recuperar el sentido vivido por los actores sociales, sino, sobre todo, porque lo característico de la condición carismática es, precisamente, que ha de ser reconocida por los prosélitos o seguidores del portador del carisma: “lo que importa es cómo se valora ‘por los dominados’...por los adeptos”. Siendo el poder carismático, como se ha dicho, un poder personal exige para su consagración de una “comunidad de creyentes, guerreros, prosélitos” (Weber, 1997[1922]:193-195), porque el poder del carisma se basa en la creencia en la revelación y en los héroes, en la convicción emotiva de la importancia y del valor poseídos por una manifestación de tipo religioso, ético, artístico, científico, político o de otra especie, del heroísmo. Esta creencia transforma “desde dentro” a los hombres e intenta conformar las cosas y las organizaciones, de acuerdo con su voluntad revolucionaria. En general, la diferencia no radica en la persona o en las “vivencias” psíquicas del creador de las ideas u “obras”, sino en la forma en que son interiormente “apropiadas” o “vividas” por los dominados o seguidores (Weber, 1997[1922]:852).
Se sugieren que, desde la perspectiva de sus seguidores, Hugo Chávez tiene cualidades extraordinarias, sus acciones se despliegan en una dimensión heroica y mítica que impide o dificulta la sucesión, y mientras muestra desinterés por su prosperidad económica personal manifiesta preocupación por el bienestar de sus prosélitos. En otras palabras, muestran un conjunto de atributos que permiten definir su liderazgo como carismático.
CONTEXTO SOCIO -HISTORICO
ECONOMIA SOCIAL Y POLITICA
Se considera que a lo largo de los años 60 floreció en Venezuela un clásico Estado de desarrollo que pretendía sembrar el petróleo (Uslar Pietri), es decir, poner en marcha una industrialización interna financiada por el crudo. Cuando los precios del hidrocarburo se dispararon durante los años 70, irrumpió en el país el inicio de los llamados años de oro. Los empresarios fueron casi premiados con sustanciosas subvenciones e impuestos mínimos, y los competidores fueron excluidos casi por completo del mercado interno gracias a una protección arancelaria. Los ingresos de los asalariados se ubicaron como los más altos de Latinoamérica, y los bajos índices de inflación permitieron un amplio disfrute de los mismos. Los servicios sociales se expandieron y se distinguieron por su exce- lente calidad. La pobreza se entendía como un fenómeno periférico causado por la modernidad, mientras que el proletariado ya se ubicaba en la clase media (Baloyra y Martz, 1979).
El milagro venezolano comenzó a agrietarse en 1978, cuando las rentas petro- leras dejaron de activar el desarrollo. Además, a pesar de que la guerra entre Irán e Iraq había disparado los precios del hidrocarburo a principios de los años 80 y de que el gasto público estaba situado casi al 30% del Producto Interior Bruto (PIB), la economía no tuvo un crecimiento significativo. Mientras tanto, la deuda exterior había aumentado de 2 mil millones en 1973, a 32 mil millones de dólares en 1982. La crisis que se avecinaba provocó una inmensa fuga de capitales que hasta finales de aquel año se ubicó en 8 mil millones de dólares, y aunque el gobierno saqueó el cofre del tesoro de los fondos de inversión de PdVSA (unos 5,5 mil millones), Venezuela también tuvo su “Viernes Negro”. Aquel 18 de fe- brero de 1983 se anunció la insolvencia del país, sumiéndose así en la más pro- funda de las recesiones.
Se piensa que en los años de 1980 y 1998 el 10% de la clase pudiente aumentó su participación en la renta.
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