El 25 De Mayo De 1.810
Jose_Gamarra18 de Septiembre de 2012
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Revolución de Mayo
Para otros usos de este término, véase La Revolución de Mayo (película) y Revolución de mayo de 1811.
Revolución de Mayo
El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, según Pedro Subercaseaux
Contexto del acontecimiento
Impulsores Antonio Luis Beruti
Cornelio Saavedra
Juan José Castelli
Juan José Paso
Manuel Belgrano
Mariano Moreno
Nicolás Rodríguez Peña
Hipólito Vieytes
Martín Rodríguez
Juan José Viamonte
Eustoquio Díaz Vélez
Domingo French
Motivos Abdicaciones de Bayona, Invasiones Inglesas
Influencias ideológicas de los impulsores Liberalismo y contractualismo
Gobierno previo
Gobernante Baltasar Hidalgo de Cisneros
Forma de gobierno Virreinato
Gobierno resultante
Gobernante Primera Junta
Forma de gobierno Junta de gobierno
Se conoce como Revolución de Mayo a la serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España, y que tuvieron como consecuencia la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta de gobierno.
Los eventos de la Revolución de Mayo se sucedieron durante el transcurso de la Semana de Mayo, entre el 18 de mayo, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha de asunción de la Primera Junta.
La Revolución de Mayo inició el proceso de surgimiento del Estado Argentino sin proclamación de la independencia formal, ya que la Primera Junta no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias, pero aún gobernaba nominalmente en nombre del rey de España Fernando VII, quien había sido depuesto por las Abdicaciones de Bayona y su lugar ocupado por el francés José Bonaparte. Aun así, dicha manifestación de lealtad, conocida como la máscara de Fernando VII, es considerada una maniobra política que ocultaba las intenciones independentistas de los revolucionarios. La declaración de independencia de la Argentina tuvo lugar posteriormente durante el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816.
Contenido [ocultar]
1 Causas
1.1 Causas externas
1.2 Causas internas
2 Antecedentes a la revolución
2.1 Antecedentes remotos
2.2 El virrey Liniers
2.3 Asonada de Álzaga
2.4 Nombramiento del virrey Cisneros
2.5 Agitación revolucionaria en el Alto Perú
3 Cronología de la Semana de Mayo
3.1 Viernes 18 de mayo
3.2 Sábado 19 de mayo
3.3 Domingo 20 de mayo
3.4 Lunes 21 de mayo
3.5 Martes 22 de mayo
3.6 Miércoles 23 de mayo
3.7 Jueves 24 de mayo
3.8 Viernes 25 de mayo
4 La versión de Cisneros
5 Circular a los cabildos del virreinato
6 Intenciones revolucionarias
7 Acontecimientos posteriores
8 Consecuencias
9 Análisis historiográfico
10 Homenajes
10.1 La Revolución de Mayo en la cultura popular
11 Véase también
12 Notas
13 Bibliografía
14 Enlaces externos
[editar]Causas
[editar]Causas externas
La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 inspiró movimientos similares en las colonias españolas en América.
La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 de Gran Bretaña sirvió como un ejemplo para los criollos de que una revolución e independencia en Hispanoamérica eran posibles. La Constitución estadounidense proclamaba que todos los hombres eran iguales ante la ley (aunque, por entonces, dicha proclamación no alcanzaba a los esclavos), defendía los derechos de propiedad y libertad y establecía un sistema de gobierno republicano.
A su vez, desde finales del siglo XVIII se habían comenzado a difundir los ideales de la Revolución francesa de 1789, en la cual una asamblea popular finalizó con siglos de monarquía con la destitución y ejecuciones del rey de Francia Luis XVI y su esposa María Antonieta y la supresión de los privilegios de los nobles. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyos principios eran "Liberté, égalité, fraternité", en español "libertad, igualdad, fraternidad", tuvo una gran repercusión entre los jóvenes de la burguesía criolla. La Revolución francesa motivó también la expansión en Europa de las ideas liberales, que impulsaban las libertades políticas y económicas. Algunos liberales políticos influyentes de dicha época, opuestos a las monarquías y al absolutismo, eran Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, Denis Diderot y Jean Le Rond d'Alembert, mientras que el principal representante de la economía liberal era Adam Smith, autor del libro La riqueza de las naciones que proponía el libre comercio.
La coronación en España de José Bonaparte sembró dudas sobre la legitimidad de la autoridad virreinal.
Aunque la difusión de dichas ideas estaba muy restringida en los territorios españoles, pues no se permitía el ingreso de tales libros a través de las aduanas o la posesión no autorizada, igualmente se difundían en forma clandestina. Durante el proceso instruido a raíz de las revoluciones en Chuquisaca y La Paz se menciona a Rousseau y su libro El contrato social como cuerpos del delito.1 Las ideas liberales alcanzaron incluso al ámbito eclesiástico, Francisco Suárez sostenía que el poder político no pasa de Dios al gobernante en forma directa sino por intermedio del pueblo. Éste sería entonces, de acuerdo con Suárez, el que posee el poder y lo delega en hombres que manejan al estado y si dichos gobernantes no ejercieran apropiadamente su función de gerentes del bien común se transformarían en tiranos y el pueblo tendría el derecho de derrocarlos o enfrentarlos, y establecer nuevos gobernantes.1
En Gran Bretaña, mientras tanto, se inicia la revolución industrial, y para satisfacer ampliamente las necesidades de su propia población necesitaba nuevos mercados a los cuales vender su creciente producción de carbón, acero, telas y ropa. Gran Bretaña ambicionaba que el comercio de las colonias españolas en América dejara de estar monopolizado por su metrópoli. Para lograr este fin intentó conquistarlas -intentona fallida en el Río de la Plata mediante las dos Invasiones Inglesas, de 1806 y 1807- o bien promovió su emancipación.
En Europa se desarrollaban las Guerras Napoleónicas, que enfrentaron al Imperio Napoleónico francés contra Gran Bretaña y España, entre otros países. Francia tuvo una gran ventaja inicial y, mediante las abdicaciones de Bayona, forzó la renuncia de Carlos IV de España y su hijo Fernando VII. Éstos fueron reemplazados en el trono español por José Bonaparte, hermano del emperador Napoleón Bonaparte. La monarquía española intentó resistir formando la Junta Suprema de España e Indias y, tras la derrota de ésta, el Consejo de Regencia.
[editar]Causas internas
Durante la época del Virreinato el comercio exterior estaba monopolizado por España y legalmente no se permitía el comercio con otras potencias. Esta situación era altamente desventajosa para Buenos Aires ya que España minimizaba el envío de barcos rumbo a dicha ciudad. Esta decisión de la metrópoli se debía a que la piratería obligaba a enviar a los barcos de comercio con una fuerte escolta militar, y ya que Buenos Aires no contaba con recursos de oro ni de plata ni disponía de poblaciones indígenas establecidas de las cuales obtener recursos o someter al sistema de encomienda, enviar los convoyes de barcos a la ciudad era mucho menos rentable que si eran enviados a México o Lima. Dado que los productos que llegaban de la metrópoli eran escasos, caros e insuficientes para mantener a la población, tuvo lugar un gran desarrollo del contrabando, que era tolerado por la mayoría de los gobernantes locales. El comercio ilícito alcanzaba montos similares al del comercio autorizado con España.2 En este contexto se formaron dos grupos de poder diferenciados: los hacendados, ganaderos que reclamaban el libre comercio para exportar su producción en mejores condiciones, principalmente el cuero y el tasajo (para entonces la carne no era un producto exportable internacionalmente ya que aún no existían técnicas de congelación que pudieran conservarla por períodos extensos) y los comerciantes contrabandistas, que rechazaban el libre comercio ya que si los productos entraban legalmente disminuirían sus ganancias.
En la organización política, especialmente desde la fundación del Virreinato del Río de la Plata, el ejercicio de las instituciones residentes recaía en funcionarios designados por la corona, casi exclusivamente españoles provenientes de la metrópoli, sin vinculación con los problemas e intereses americanos. Legalmente no había diferenciación de clases sociales entre españoles peninsulares y del virreinato, pero en la práctica los cargos más importantes recaían en los primeros. La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio e influida por las nuevas ideas, esperaba la oportunidad para acceder a la conducción política.
La rivalidad entre los habitantes nacidos en la colonia y los de la España europea dio lugar a una pugna entre los partidarios de la autonomía y quienes deseaban conservar la situación establecida. Aquellos a favor de la autonomía se llamaban a sí mismos patriotas, americanos, sudamericanos o criollos, mientras que los partidarios
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