El Hombre que Bailó con la Mujer de Negro
Ensayo20 de Agosto de 2013
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El Hombre que Bailó con la Mujer de Negro
Jamás pensé que aquella noche sería la última vez que lo vería, de hecho nadie lo pensó; su alegría al bailar derrochaba talento y maestría a pesar de su corta edad. Todos decíamos que Jaime había nacido en un baile, las pistas jamás eran suficientes para su abundante energía y ganas de bailar.
Cuando se escuchaba la frase “salsa, tabaco y ron”, todos sabían que se trataba de aquel joven, elegantemente ataviado con traje, corbata y zapatos perfectamente lustrados; sus pasos recorrían la pista con la primera bailadora que hallaba a su paso, pero su política era no ser exclusivo de una sola si podía bailar con muchas.
Poco tiempo podía vérsele sentado en un festejo; cuando lo hacía era para acompañar a sus amigos con un sorbo de ron y un cigarrillo, volviendo a la pista inmediatamente con bailadora nueva.
Mi amigo Jaime siempre fue bromista y alegre, su carrera en la docencia reflejaba aquella alegría que lo caracterizaba; sus alumnos siempre sentían un gran afecto por aquel joven maestro.
Cuando llegó a aquel baile, recuerdo que entró como siempre, derrochando alegría y saludando a todos a su paso, tomó un sorbo de mi botella y encendió un cigarrillo mientras varias chicas esperaban ansiosas por ser la primera bailadora, al menos de las primeras dos canciones, pues era lo máximo que él duraba con una sola pareja de baile.
De inmediato tomó de la mano a la primera chica y la pista pareció más pequeña de lo que era, pues la pareja la recorría con gran maestría; no había terminado la canción cuando mi amigo volteó su mirada hacia la entrada, por un momento se quedó estático, cosa rara en él, pero intentó terminar la pieza sin que se notara aquel aparente nerviosismo.
Todos sus movimientos eran seguidos por cientos de asistentes, que desde sus lugares veían curiosos cómo aquel inconquistable bailador se dirigía hacia la misteriosa recién llegada, una joven vestida de negro, con semblante serio y actitud poco amigable.
Al llegar junto a ella le dirigió su mejor sonrisa, pero ella continuó tan seria como al inicio, intentó bromear con frases alusivas a su seriedad en pleno baile pero ella sólo puso sus largos dedos en su barbilla mientras le decía:
-¡Mi trabajo no es nada divertido, no puedo estar alegre cuando sé que borraré una sonrisa tan agradable, sabía que aquí te encontraría, vine a comprobar si en verdad bailas como dicen!-
Jaime tomó de la mano a la joven de negro, intentando llevarla a la pista, ninguna podía resistírsele y aquella mujer no sería la primera; o al menos es lo que él creía.
Ella simplemente soltó su mano y le dijo muy seria:
-¡Ve, diviértete lo más que puedas y te prometo que aquí estaré para ti, dejaré que me lleves a la pista, disfruta la noche, no dejes de sonreír!-
Tomó nuevamente mi botella y dio un enorme sorbo, esta vez su cigarrillo no salió a relucir; extendió la mano y una de las chicas que casi hacían fila se enfiló con él rumbo a la pista. Bailó como nunca, su jovialidad se dejaba ver en cada cambio de ritmo y cada bailadora en turno disfrutaba de su galanura, pero su mirada se dirigía incesante hacia aquella misteriosa mujer, quien guardaba pacientemente el regreso de aquel vigoroso bailarín.
Cuando ya la pista estaba quedando desierta debido a la hora, Jaime visiblemente emocionado fue al encuentro de quien según él, sería la primera bailadora que lo acapararía más de dos canciones; ella fue a su encuentro, lo tomó de la mano y se dirigieron a la pista. Él continuaba sonriendo, pero ella, a pesar de que bailaba como ninguna otra, permanecía tan seria como si estuviera en un velorio.
Después de dos canciones, el humo artificial se tornó muy denso, al grado que los que ahí bailábamos no podíamos vernos a una corta distancia, la niebla se disipó al tiempo que todos miramos extrañados el cuerpo de Jaime en el suelo, inerte, con las manos entrelazadas y un color extraño en los labios, que a la vez reflejaban una sonrisa en ellos, como si estuviera feliz; de la mujer de negro no había rastro alguno, los guardias de la entrada jamás la vieron entrar y mucho menos salir, parecía que se había esfumado entre la neblina; algunos creen que la misma muerte se enamoró de la forma de bailar de mi amigo Jaime y antes de llevárselo quiso comprobarlo; sólo yo que la escuché decirlo de viva voz puedo constatarlo, pero prefiero que sigan divagando y se siga hablando de mi amigo, quien terminó sus días como seguramente inició su vida, en un baile.
La siguiente historia ya es un poco viejita pero es muy tenebrosa, mi abuela cuenta que a un hermano de ella que por cierto ya falleció, le encantaba mucho andar con mujeres, tenía a su esposa pero le gustaba la variedad, vivían en un ranchito llamado San Isidro o mejor conocido como La Haciendita.
Mi tío acostumbraba verse a escondidas con su amante cuando ésta iba al agua al arroyo por las noches, pero una noche de tantas la fue a esperar y a los minutos según él la vio venir, pero se pasó de largo.
Él se fue tras ella hablándole por su nombre, pero ella no volteaba y más rápido caminaba; adelante había una barda de piedra, la cual la mujer saltó sin ningún problema con todo y tinaja; a mi tío se le hizo extraño pero le tiro el agarrón a su larga trenza.
De repente volteó la mujer con aquellos colmillos enormes y el rostro diabólico e infernal, mi tío se asustó y se fue como pudo a su casa aterrorizado, llegó y le pidió perdón a su mujer, dice mi abuela que fue el remedio para su gran tentación por las mujeres.
La Bruja
Yo vivía junto a mis padres y dos hermanas en río colorado; entre tantas cosas que me ocurrieron, hay una que se me quedó grabada. Un día mi padre había ido a San Miguel y se quedó en casa de su hermano porque al día siguiente tenía unos trámites que hacer, esa noche yo me quedé junto a mis hermanas y mi mamá en casa.
A eso de las 10 de la noche yo salí al patio a traer un poco de agua, mis hermanas ya estaban acostadas y mi mamá estaba en la cocina; yo tenía que sacar agua de un pozo y en lo que estaba subiendo el balde, sentí que querían sacarme la sandalia; yo pensé que era mi perro que estaba jugando, pero al darme vuelta vi a una mujer de muy baja estatura detrás mío, estaba con ropas muy oscuras, descalza y el cabello muy largo; yo di un grito y mi mamá al escucharme vino rápidamente, pero esta mujer se elevó y se posó sobre el techo. Yo no podía creer lo que veía, mi mamá me tomó del brazo y me llevó adentro mientras escuchábamos una risa burlona e insistente; mi mamá la insultaba y la corría, nos quedamos juntas en la cocina para no despertar a mis hermanitas que ya dormían.
La entrada a la cocina era amplia y no tenía puerta, nosotras estábamos sentadas de frente y sentimos un ruido como si algo hubiera caído del techo, al asomarnos vimos un bulto en medio del patio que se incorporó y venia en dirección a nosotras. Sin saber que hacer, mi mamá agarró un látigo que estaba colgado en la entrada y se paró frente a ella, insultándola, al verla de frente nos dimos cuenta que era una bruja; de nuevo se elevó como un pájaro y arremetía insistentemente contra mi mamá.
Yo estaba muy asustada y me colgaba del vestido de mi madre tratando de meterla adentro y veía muy claramente como esa bruja se alejaba un poco, se paraba sobre el pozo y se reía , luego se elevaba de nuevo y venia en dirección de la casa; los gritos que daba eran aterradores, yo no paraba de llorar.
Durante media hora fue así, la veíamos en el patio de la casa; momento después, uno de los perros que teníamos comenzó a ladrarle y la perseguía, pero enseguida lo escuchamos gritar y llorar y corrió hacia donde estábamos nosotras; al cabo de un momento no la volvimos a escuchar y mi mamá se quedó en la recámara con nosotras.
Al día siguiente nos dimos cuenta que el perro estaba lastimado, le faltaba uno de los ojos; cuando volvió mi papa y le contamos lo que había pasado, enseguida se fue hablar con una señora y ella le dio unas cosas para que las pusiera por toda la casa; eran estampitas, incienso, unas cruces y un botecito con agua bendita que debía estar en la puerta.
Pasaron los días y no pasaba nada, hasta que nos olvidamos del asunto; un par de meses después, en una noche que hacía mucho calor me dormí con la ventana abierta, que en realidad tenía sólo una cortina; en la madrugada me desperté porque sentía mucho calor y estaba acostada mirando por la ventana, de repente vi pasar una sombra pegada a la ventana y como no escuché nada me quedé callada, de repente empecé a escuchar un ruido, era como si alguien cavara con una pala junto a la ventana en el patio, el cual erra de tierra; yo me quise levantar para mirar pero algo saltó sobre la ventana, de pronto me encontré de frente con la misma mujer que había visto un par de meses atrás, dio un grito tan fuerte que me caí hacia atrás sobre la cama y la pude observar bien; era una mujer, sólo que muy chiquita y su cuerpo era como de un ave, mi papá entro corriendo a la recámara y al verla afuera salió al patio y yo recuerdo que la corría en nombre de
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