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El Origen


Enviado por   •  30 de Julio de 2013  •  1.689 Palabras (7 Páginas)  •  261 Visitas

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4) Nacimiento inmaduro 5)Sociabilidad 6)La risa 7)Lenguaje

"P. Lieberman y E. Crelin han tratado de reconstruir el aparato fonador de los homínidos. Han llegado a la conclusión de que, durante la mayor parte de su evolución, era más parecido al del recién nacido o el chimpancé que al del humán adulto actual. La laringe estaba alta, la lengua era larga y baja, capaz de crear una cavidad de tamaño variable en la boca, pero con una cavidad faringal muy poco flexible. Tendrían dificultad incluso en pronunciar las vocales (a), (i) y (u), que se encuentran en todas las lenguas del mundo. Sólo el Homo sapiens presenta una cavidad bucofaríngea perfectamente adaptada al lenguaje oral. E incluso la subespecie más antigua de humán, el neanderthalensis, parece que tendría problemas con los cambios rápidos de pronunciación y que hablaría mucho más lentamente que nosotros. Sólo al final del proceso, desde hace 40.000 años, nos encontramos con nuestra subespecie de humán, con el Homo sapiens sapiens, que ya tiene un aparato fonador idéntico al nuestro, capaz de proferir los más diversos sonidos con toda facilidad y rapidez. En resumen, no sólo debemos a los homínidos prehumanos la mayor parte de nuestro psiquismo emocional, sino también la lenta formación de las estructuras cerebrales y fonadoras necesarias para el uso del lenguaje. Pero hasta cerca del final de ese proceso probablemente los homínidos se comunicaron tanto o más por signos visuales, por gestos y posturas, que por signos acústicos, aunque la complejidad de estos últimos seguramente fue incrementándose paulatinamente. En mi opinión, ni los Australopithecus, ni el Homo habilis, ni el Homo erectus disponían todavía de un lenguaje lo suficientemente desarrollado como para permitir el pensamiento lingüístico o simbólico en sentido estricto. La primera especie animal que ha logrado desarrollar este tipo de pensamiento somos nosotros, los humanes, los Homo sapiens. Seguramente el espectacular crecimiento de la capacidad craneal que acompaña al surgimiento de los humanes más primitivos, los neanderthalensis, refleja ya este hecho. El lenguaje y el pensamiento lingüístico son instrumentos formidables para enfrentarnos a los problemas que nos presenta el entorno y resolverlos colectivamente, para satisfacer nuestras necesidades y para hacer nuestra vida más rica y exitosa. Pero al tiempo que el lenguaje facilita nuestra vida, la complica. Y al tiempo que el pensamiento simbólico nos permite solucionar problemas reales, nos permite también enredarnos en pseudoproblemas, extrapolando a lo invisible y lo remoto pautas de preguntas y respuestas que hemos aprendido a usar para lo visible y lo próximo. El animal prelingüístico se acurruca aterrorizado ante la tormenta y el rayo, pero no articula lingüísticamente su terror, no se plantea preguntas. Pero el neanderthalensis que ha aprendido a preguntar quién ha lanzado la piedra que acaba de golpearle en la espalda pronto preguntará también que quién ha lanzado el rayo que acaba de caer en el bosque, y pronto razonará que si la piedra ha sido lanzada por un compañero enfadado con él, también el rayo habrá sido lanzado por alguien poderoso y enfadado. Y se planteará el inédito problema (o pseudoproblema) de cómo aplacar el enfado de ese misterioso personaje. El animal prelingüístico se retuerce de dolor y desesperación ante la muerte de su infante, pero no articula su horror por la súbita frialdad del cadáver. El primitivo Homo sapiens se pregunta que a dónde habrá ido su infante muerto, si no habrá emprendido un largo camino, y razona que quien emprende un largo camino necesita alimentos, armas, provisiones, y que por tanto también el muerto los necesitará. Y enterrará al muerto en un hoyo junto con alimentos, armas y provisiones. Naturalmente no tenemos ni idea de si le primitivo neanderthalensis pensaba eso o algo completamente distinto. Lo cierto es que, por primera vez, los homínidos no dejan abandonados a sus muertos a merced de los carroñeros, como habían hecho hasta entonces, sino que los entierran con regalos y ceremonias. La religión, la magia y los enterramientos aparecen junto con el lenguaje. El uso del lenguaje y del pensamiento simbólico, a diferencia de la percepción y de las habilidades sensoriomotrices, no conoce fronteras. No sólo nos sirve para describir lo que no vemos, lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible. No sólo nos sirve para acertar, sino también para equivocarnos. Llegados a este estadio -el de Homo sapiens-, y aunque no dispongamos de documentos escritos, podemos estar seguros de que la historia del pensamiento se ha puesto en marcha".(Mosterín, J., Historia de la Filosofía). “Ya nuestros más lejanos antepasados tenían una precomprensión de nuestra naturaleza mortal; se sabe que enterraban a los muertos; se han descubierto yacimientos de enterramientos que nos consternan por su asombrosa antigüedad. El Homo faber (neandertales) ya sabía qué hacer con sus muertos: enterrarlos, darles piadosa sepultura. Pero sólo el Homo symbolicus (al que suele llamarse Homo sapiens sapiens),

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