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El Renacimiento (Peter Burger)

LinaMartinez0221 de Mayo de 2014

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El renacimiento europeo, y su origen en Italia

Resumen

A través de este ensayo Peter Burke pretende analizar lo que fue el Renacimiento, a partir de tres puntos lo bastante importante, en primera media está el aclarar lo que realmente fue el Renacimiento, segundo el papel que jugo Italia dentro de un juego de variables complejas y tercero la desintegración del Renacimiento, lo que para otros autores correspondería el fin del mismo. Tales parámetros llevan sobre si la idea de demostrar que el Renacimiento no es más que un movimiento, que al ya no tener cabezas visibles se desintegro, y adicionalmente que este no es un proceso simple, si no lo suficiente complejo al igual que extenso.

Palabras Clave

Mito, modernidad, Renacimiento, Italia, Europa, desintegración.

El gran historiador británico Peter Burke inicia su trabajo ubicando al Renacimiento como un movimiento histórico, antes que un episodio o acontecimiento. Aclara la limitación espacial de los hombres y sociedades renacentista entre 1330 y 1630, resaltando que no toda Europa occidental conoció particularidades de ese movimiento. Es meticuloso en ese sentido, al mencionar que, es una historia de una corriente que inició con Petrarca y concluyó con Descartes; y que sus bases estuvieron guiadas, tanto a la innovación, como a la renovación de tradiciones antiguas grecorromanas.

Ahora bien, uno de los tantos interrogantes que aborda Burke en su trabajo es la relación del movimiento renacentista con el mundo islámico; llegando inicialmente a la conjunción entre ambos espacios geográficos, socioeconómicos y de mentalidades (p. 13). El autor hace una serie de cuestionamientos acerca de cómo se constituyó el Renacimiento a partir de la recepción de particularidades culturales fuera de la Europa occidental. Asimismo, a las redes y grupos que sirvieron como canales de interacción social en un conjunto amplio de la población, muy por encima de los héroes (p. 18).

En esa relación de grupos y sociedades también se halla la geográfica. Burke señaló que la mayoría de estudios sobre el Renacimiento toman como punto de partida a Italia, lo que considera acertado en la medida que incluya otras regiones de Europa, como Croacia y Hungría, y se analice cómo se considera, en los estudios sobre sociedades renacentistas, la relación entre los centro y periferias del mismo movimiento. Precisamente, es en ese punto donde el estudio e Burke se distancia de otros trabajos sobre el Renacimiento, debido a que destaca a las periferias europeas como partes esenciales del movimiento renacentista, teniendo como principal objetivo analizar la europeización del Renacimiento, o más bien, la contribución del Renacimiento a la europeización de Europa (p. 21).

En el primer capítulo, La época del redescubrimiento: Los inicios del Renacimiento, Burke aborda la primera fase del Renacimiento italiano, el cual surge en 1300 hasta aproximadamente 1490; posteriormente conocido en la historia como el paradigma clásico de redescubrimiento de lo antiguo romano, y en menor medida de lo griego. En ese apartado, hace hincapié en el periodo medieval tardío donde surge el Renacimiento, ampliamente rodeado de cargas artísticas, arquitectónicas y culturales, góticas, caballerescas y filosóficas escolásticas. Asigna a Francesco Petrarca el papel de pionero en los estudios del Renacimiento europeo, y la gran influencia en las generaciones que lo siguiente no solamente en Italia, sino también en gran parte de Europa (p. 29).

A partir de Petrarca, un selecto numero de estudiosos napolitanos, milaneses, romanos, florentinos, y de otras ciudades-estados italianas se interesaron por describir el nuevo momento que se estaba viviendo en los estudios humanísticos, o lo que Cicerón llamó en alguna ocasión studia humanitatis (p. 34), que comprendían generalmente las materias de ética, poesía, historia, retorica y gramática. Al mismo tiempo el problema de la compatibilidad o incompatibilidad entre el saber clásico y el cristiano se mantendría como una preocupación importante para el grupo de estudiosos durante el Renacimiento italiano.

Burke enfatiza en que el movimiento renacentista en las ciudades-estados italianas tuvo mayor visibilidad en Florencia a lo largo de 1300 y en los primeros años del siglo siguiente. En ese punto, otro selecto grupo de arquitectos como Filippo Brunelleschi, humanistas como Leon Battista, escultores como Donatello y Ghiberti, o pintores como Masaccio, crearon un contraste visible en sus prácticas, en contrapuesto a los estilos góticos, y por supuesto, debido a la exclusividad de las obras, en el caso de las pinturas, su visibilidad estaba restringida solo a un selecto grupo de personajes de la aristocracia florentina.

Al momento en que Florencia se refuerza como epicentro de una cultura renacentista, las cortes de Ferrara, Nápoles, Mantua, y Roma, reciben oleadas de artistas, estudiosos y obras, financiadas por familias ricas italianas como los Médicis. En ese punto, ya avanzado el siglo de 1400, la cancillería papal en Roma tuvo mayor poder que la de Florencia, remplazando a esta ultima rápidamente como centro de reunión de artistas renacentistas.

No obstante, la difusión del movimiento renacentista entre las cortes italianas no tuvo el mismo impacto que en Roma; al igual que la participación de las mujeres en actividades humanísticas (p. 48). En Venecia por ejemplo, la influencia del movimiento fue lenta, tanto en las ciencias humanas como en las artes visuales. Ese Estado encontró en la arquitectura de Bizancio, y de varias ciudades árabes, arquetipos más interesantes para su aristocracia que las ofrecidas por los góticos o la alternativa renacentista florentina.

La difusión por el mundo: relaciones centro-periferia.

En ese instante de Recepción y resistencia, tal y como Burke subtitula un segundo apartando, la diferencia entre las ciudades-estados italianas, y en mayor escala la cultura europea, muestran un brecha de gran envergadura. Sin duda, la sociedad en general estaba inmersa en prácticas medievales, al tiempo que, el arte caballeresco y gótico junto a la filosofía escolástica, se encontraban floreciendo en distintos puntos de Europa. Incluso, dentro del circulo de humanistas y estudiosos se llegó a considerar la existencia de un segundo renacimiento en Países Bajos, donde los contactos culturales y comerciales con italianos eran considerablemente amplios (pp. 50-52).

La difusión de estudios y prácticas renacentistas se extendieron hasta los reinos de Aragón y Cataluña, donde las interpretaciones sobre manuscritos clásicos y las concepciones renacentistas italianas tuvieron una profunda aceptación en una selecta aristocracia. En el norte de Europa, con mayor precisión en Alemania, Escocia y Suiza, las relaciones entre banqueros y comerciantes napolitanos conllevaron al intercambio de prácticas artísticas, arquitectónicas y humanísticas de carácter renacentista con aristocracias extranjeras.

A mediano plazo esos intercambios, tanto culturales como materiales, beneficiaron el surgimiento de escuelas de enseñanzas renacentistas italianas en distintos puntos de Europa occidental. La difusión del conocimiento a través de las cancillerías y las cortes, permitió a los cuerpos políticos receptores cierta reorganización y modernización de sus prácticas. Al intercambio se le sumó la difusión de la imprenta, lo que agilizó la propagación de artes y practicas renacentistas en un amplio número de lectores aristócratas y negociantes que tenían la facilidad de adquirir libros. Sin embargo, se encontraron particularidades como frentes de resistencia en otras sociedades donde el Renacimiento no tenía cabida.

A pesar de la inexistencia de una cultura renacentista en ciertas regiones, la Era de la emulación: el apogeo del Renacimiento, denominado igualmente el tercer capítulo por Burke, hizo su aparición en el mundo europeo. Desde 1494 hasta 1527 surgieron en Italia, Leonardo, Rafael y Miguel Ángel en las artes, Aristo en la literatura; asimismo, en el norte europeo Erasmo y Durero, haciendo visible en ese momento, cierta realización entre ambas regiones del continente, tanto en aspecto artísticos como culturales y religiosos.

Después de una amplia difusión por el contexto europeo, los estados italianos conocieron un auge en las artes, pero sobretodo, rivalizaron dentro de la península itálica a través de los modelos políticos, expresándose en numerosas ocasiones por medio de poesías, nuevos discursos ideológicos de la aristocracia, pinturas, entre otros medios. Otro campo que experimentó un cambio radical en ese periodo fue la arquitectura, la cual vio una restructuración en los modelos de edificaciones, esencialmente en Florencia y Roma. No obstante, la fragilidad autoritarista, sumada a los constantes asedios de los ejércitos extranjeros, provocó una rápida diseminación, tanto del arte renacentista, como de los mismos artistas, a las afueras de Roma principalmente.

En ese punto, la importancia que cobra Alemania, Francia, Inglaterra y Países Bajos en el fortalecimiento de las artes, pero sobretodo de la humanidades, generó un movimiento renacentista policéntrico, en el cual Roma cumplía solo el papel de referente en algunos asuntos, asimismo, en donde el culto a lo clásico no estaría reforzado como ocurrió en Florencia y Roma, teniendo en cuenta que era visto por varios pensadores como ofrenda a creencias paganas griegas heredadas por la península itálica.

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