El acento principal del documento de Puebla
deathiceTrabajo10 de Junio de 2014
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Documento de puebla.
PUEBLA Once años desde Medellín (1968) del 28 de enero al 13 de febrero se reunieron los obispos de toda América Latina con sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos, para reflexionar sobre la evangelización en el presente y en el futuro del continente. La III Conferencia General fue programada inicialmente para el año 1978. pero la muerte de Pablo VI , quien ya había convocado esta nueva Conferencia dejó momentáneamente en supuesto la asamblea. Fue elegido como sucesor de San Pedro a Juan Pablo I, pero a los 30 días también partió al seno del Padre. Fue elegido entonces el cardenal Wojtyla como Juan Pablo II. Ambos Pontífices confirmaron la convocatoria a la III Conferencia general, pero fue imposible que se retrasara su realización. Sin embargo, esta circunstancia permitió que sea, como en la anterior Conferencia General, el mismo Romano Pontífice quien inaugure la asamblea.
Las circunstancias sociales de América Latina se habían agravado. Se imponía una situación de la Iglesia y de su presencia en nuestras sociedades. Se veía claro que hacía falta profundizar y completar a Medellín, pero, ¿estaba cumpliendo la Iglesia con su abierto un comprometedor horizonte de trabajo? El Papa Juan Pablo II invita a: tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones a veces hechas y que exigen sereno discernimiento, oportuna crítica y claras tomas de posición. La asimilación en la reflexión teológica y en la praxis pastoral de categorías y propuestas ideológicas, tomadas del marxismo, generó un desgastante proceso de esclarecimiento. Lo socio-político desplazó en no pocas ocasiones lo esencial de la vida de la Iglesia. La expresión más significativa de este problema fue la llamada teología de la liberación en su versión marxista.
Esto hacía necesario que la Iglesia tomara su posición y así se empezó a preparar la III Conferencia General de América Latina esclareciendo temas de índole de fe y la vida de la Iglesia. Se organizó varios encuentros. Se preparó u documento de consulta que sirvió para recoger opiniones de los distintos episcopados latinoamericanos y redactar así el documento de trabajo repartido a los participantes de la III Conferencia General. Los sectores vinculados a la teología marxista de la liberación no tardaron en oponerse frontalmente a estos trabajos. Se orquestaron injustas campañas de prensa en contra del CELAM y de los documento de consulta y de trabajo laborados recogiendo el sentir de las conferencias episcopales latinoamericanas. El tema sugerido para enfrentar esto fue: la evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. El resultado final fue un equilibrado documento con un valioso e importante fundamento teológico y con pistas muy acertadas sobre el futuro de la Evangelización. Puebla aclaró puntos más controvertidos y abrió nuevos horizontes para un compromiso eclesial libre de ideologizaciones.
El acento principal del documento de Puebla se descubre sintéticamente en el binomio comunicación y participación. Este él es tema conductor de todo el documento. Los obispos sitúan su aproximación al compromiso evangelizador en clave de comunión y participación. Estas han de plasmarse en realidades definitivas, sobre tres planos inseparables: la relación del hombre con el mundo, como Señor. con la personas como hermano. Con Dios como hijo. Cualquiera que analice con atención el magisterio latinoamericano en toda la década de los 80 verá claramente el influjo de Puebla tanto en la misma asimilación del “trípode” que recogió el Papa Juan Pablo II la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el hombre, como en los contenidos. Puebla fue una respuesta del Espíritu Santo para la Iglesia, no sólo latinoamericana sino que
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