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El circo que puede convertirse en país a manos de un pueblo con carácter


Enviado por   •  10 de Marzo de 2017  •  Ensayos  •  2.503 Palabras (11 Páginas)  •  218 Visitas

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EL CIRCO QUE PUEDE CONVERTIRSE EN PAÍS A MANOS DE UN PUEBLO CON CARÁCTER

En esta ocasión, tomaremos como referencia para discusión el escrito “¿dónde está la franja amarilla?”, en el cual el señor William Ospina tiene como antesala para iniciar con sus ensayos los fundamentos en los cuales se constituyó Colombia, como lo fue la revolución francesa y la declaración de los derechos del hombre, pero que en el pensamiento de este personaje, “nadie procede de una revolución distante y nadie puede ser hijo de su ejemplo”.

El autor hace un enfoque hacia los problemas que ha sostenido Colombia desde hace ya varias décadas y que hasta ahora no se han podido resolver en su totalidad, actualmente escombros de un pasado bastante oscuro  que salen a flote con mucha más fuerza en el presente, tales como, la exclusión, la persecución y la discriminación, que de cierta forma “se han intentado reducir”, pero en el fondo sabemos que simplemente le ponemos una cara hipócrita al tema.

Ahora bien, uno de los episodios más fuertes de violencia en Colombia fue la masacre de las bananeras, momento del que hace referencia Ospina y el cual se veía precedido por distintos momentos de rebelión e inconformidad por parte de los obreros a raíz de la que vendría siendo la revolución industrial, y que por causa de ésta dejaría a muchos de ellos sin empleo, motivo por el cual se dieron varias de las luchas sindicales en ese tiempo, dando apertura a este terrible suceso que cobró tristemente innumerables vidas.

Si nos introducimos en la década de los cincuenta, donde podemos ver uno de los períodos más sangrientos, indignantes y opresores de la historia colombiana, pues es aquí el momento en el que surge la que parecía ser una inacabable guerra entre liberales y conservadores, pero que en el parecer del autor fue una guerra solamente entre liberales pobres y conservadores pobres en donde los ricos fueron quienes financiaron su rencor dando muestras de una irresponsabilidad social infinita.

En ese momento se dio el llamado movimiento anti-revolución (según el autor) , el cual consistió en tres fases: primera, la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, segunda, el gran acumulamiento de gente en las ciudades con millones de desplazados a raíz de la violencia, y tercera, el inicio del frente nacional en el cual se turnarían la presidencia entre estos dos partidos, dando “señas de acuerdo”, pero que en realidad no fue más que una excusa para proscribir toda oposición, frenar las posibilidades de desarrollo en todo sentido, acrecentar el poder de las élites del país y hacer que los de clase media y baja quedaran desventajados en este asunto.

Abriéndonos paso a hablar ahora en un sentido más centrado hacia pueblo, en ese momento aburrido, sin ánimos, ya viéndose con las manos atadas para hacer una oposición legal, recurren a las armas como forma de toma del poder, y es ahí, en donde surgen las guerrillas que reivindicaban las luchas políticas, campesinas, económicas y sociales.

A pesar de todo lo que ha tenido que pasar Colombia, su gente y su tierra, ha sabido afrontar muchas de las situaciones que le pusieron frente en el pasado, situaciones que dejaron gran pérdida de vidas de por medio, saqueos a la nación, indignación, humillaciones y menosprecio de las clases “medias y bajas”, pero que ahora, ya no podemos echarle la culpa a absolutamente nadie, porque es el mismo pueblo quien debe decidir si continúa cada una de las represiones que nos han causado y que han querido callar la boca de los opositores y valientes que en algún momento han alzado la voz.

Hay quienes en algún momento dirán que la situación en la que se encuentra Colombia es culpa del estado, de los gobernantes, de las autoridades y demás personajes de esa clase dirigente y burócrata,  pero al final, ambas partes tienen su influencia, tanto esta clase anteriormente mencionada por dejarse llevar por las manos de la corrupción y del pueblo por ver lo que pasa en frente de sus ojos y no hacer absolutamente nada, pero más que buscar culpables, es reconocer en cada uno, del lado en el que se encuentre, un aporte a la solución del problema, porque tristemente como dijo el señor Ospina: “Buscamos culpables en otros y ya no nos apropiamos ni disfrutamos de lo que es nuestro”.

En este caso el escrito, habiendo expresado lo anteriormente dicho, va dirigido al pueblo, a ese que no ha despertado sobre la triste realidad de Colombia y esos aspectos en los que aún nos encontramos envueltos, y a ese que ya despertó pero no sabe cómo actuar frente a la problemática.

Sabemos ya, que tenemos tantas posibilidades, constitucionalmente hablando, para consolidar muchas de las garantías al pueblo, por decirlo así, pero que en realidad no tomamos en cuenta, porque tenemos miedo, simplemente no nos interesa o en el pensamiento de muchos las cosas no pueden cambiar. Por ejemplo, como nación “democrática” tenemos derecho al voto, que en la mayoría de las situaciones no se utiliza, porque nos da pereza ir a votar, o se vende al mejor postor, al que puede regalar un bien material, laboral o monetario, y al final lo único que terminamos haciendo es abrirle paso a la clase dirigente para que haga como mejor le parezca con el pueblo. Ahora, también tenemos derechos tales como la reunión y manifestación, expresada en la constitución política en el “ARTICULO 37: Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”, pero cuando escuchamos de manifestación, lo primero en lo que pensamos es la violencia, el ataque, daños públicos, entre otras cosas. No porque así realmente lo queramos, sino por esa poca cultura que tenemos frente al tema, y analizando la situación actual, son muy pocos los que salen a favor de una causa a modo de protesta de una buena manera. También tenemos el derecho a la tutela, expresada en la constitución política en el “ARTÍCULO 86: Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando crea que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública. La protección consistirá en una orden para que aquel, respecto de quien se solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Esta acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y su resolución. La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión”, pero si nos ponemos a ver y vamos a preguntarle a cierto porcentaje de la población, somos muy pocos los que hemos tomado esta herramienta que nos otorga la constitución como medida para reclamar lo que por derecho es nuestro.

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