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El fármaco en la edad media.

shirleystefany20Tarea19 de Julio de 2016

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EL FARMACO EN LA EDAD MEDIA

EL SISTEMA GALENICO

Al finalizar su vida, en torno al año 200d.c galeno de Pérgamo, síntesis y culminación de toda la medicina de la antigüedad, había dejado escritas más de doscientas obras, la mayor parte de las cuales estaban dedicadas a temas específicamente médicos : anatómicos, fisiológicos , patológicos, higiénicos , farmacológicos, etc.

La producción literaria médica de galenos fue de la tal magnitud que resultaba imposible leerla   o enseñarla en un periodo prudencial de tiempo (cuatro o cinco años). Por otra parte, galeno fue un autor difuso y con frecuencia, confundió; no consiguió ser, a pasar  de los esfuerzos que en tal sentido derecho a lo largo de su vida, y sobre todo en sus últimos años, sistemático ni resulta fácil ordenar de modo adecuado el conjunto de sus escritos. Por

Esta actividad escolar llevo pronto a la redacción de resúmenes y comentarios de los diferentes libros, que la tradición latina ha conocido con el nombre genérico de sumaria alexandrinorum.

Además de esto, hacia el siglo VII se compuso una especie de resumen general de la doctrina de los dieciséis  libros, por tanto, una introducción (e isagoge) general a la medicina. Esta e isagoge alejandrina paso luego a constituir la primera parte  de un trato  introductorio algo más largo y complejo, el masalil árabe, de donde después sería vertido al latín de Salerno en el siglo XI, constituyendo el núcleo fundamental de la introducción que en la Europa latina se conoció con el nombre de isagoge Ioannitii. En el mismo círculo que tradujo la primitiva e isagoge al árabe, el de Hunain Ibn Ishaq, se compuso una segunda introducción a la medicina. En  ella la medicina teórica ya no se divide en estudio de las cosas naturales y de sus alteraciones, estudio de sus causas y estudios de sus síntomas, sino en estudios de las cosas naturales y de sus alteraciones, estudio de sus causas y estudio de sus síntomas, sino en estudio de las cosas naturales, estudio de las no naturales y estudio de las contranaturales. Es, como se ve, un pensamiento más elaborado.

Probablemente ya muerto hunain, esta segunda introducción entro a formar parte, por oposición, del Masa’il. Este último esquema de división de la medicina teórica es el que adopto Ali Abbas en su líber regalis, y es también el que informa toda la medicina occidental de tradición salernitana. De hecho, la isagoge de ioannituis lo asume completamente y desde el reestructura los contenidos de la eisgoge alejandrina.

Veamos cual es la estructura de la medicina en este último esquema, el de la tradición Ali Abbas-Constantino el africano o si se refiere, líber regius  - isagoge ioannitii. Según este último texto, la medicina se divide en dos partes, la teórica y la práctica, “de las cuales  la teórica se divide en tres: en contemplación de las cosas naturales, de la no naturales y de las contranaturales. De ellas depende la ciencia que se ocupa de la enfermedad, de la salud y de la neutralidad, y de sus causas y manifestaciones propias”. Del estudio de las cosas naturales se ocupa una ciencia, la fisiología, de las cosas contranaturales la patología, y de las cosas no naturales la Terapéutica.

Durante toda la época del galenismo se tiene perfecta conciencia de que la terapéutica es un arma de doble filo. No hay cosas que sean siempre y necesariamente beneficiosas para el organismo. Tanto los alimentos como los fármacos y el bisturí son causa de salud o de enfermedad según se los utilice. Por eso son cosas neutras, productoras de salud o de enfermedad de acuerdo con las condiciones de su aplicación.

LA TERAPEUTICA EN EL GALENISMO

Observemos con mayor detenimiento el estatuto de la terapéutica en el sistema galénico. El término “terapéutica” de las actuales lenguas románticas proviene del griego therapeia, que parece haber tenido originariamente el sentido religioso de “servicio” o “cuidado” del culto de los dioses. Más tarde, por extensión, paso a significar servicio o cuidado de propiedades, de persona (de donde therapaina, que en griego significa sirvienta doméstica o esclava); y por fin adquirió el sentido aún más concreto de “servicio o cuidado médico” o, también, “tratamiento médico”. La excepción primaria de therapeía no debió ser, pues, la de tratamiento sino la de cuidado; un cuidado que tampoco era primariamente técnico o medico sino humano y religioso. El mismo cambio semántico se advierte en el idioma latino, donde el termino cura empezó teniendo el sentido primitivo de cuidado, diligencia (impuesto e injuria), pero donde luego, por influencia de griego, curtió paso a tener el significado preciso de tratamiento médico. Apozar de esta evolución, therapeia en griego y curtió en latín no acabaron de perder nunca su primitiva dimensión cultural y religiosa, porque tanto para el medico griego como para el latino la enfermedad era un desorden de la physis o natura, y está constituida el horizonte ultimo ante el que o era posible otra postura que la benerativa y piadosa: fue la “religiosidad fisiológica” o “piedad fisiológica” o “piedad fisiológica” de toda la medicina de la antigüedad.

Es injusto silenciar,  como se  hace con frecuencia, este último sentido religioso de la terapéutica antigua. No ha de olvidarse que  en los hipocráticos es perfectamente constatable la sustantivación de la salud, es decir, su interpretación como nota o propiedad formal de toda cosa natural. Para un griego la salud es la propiedad inherente a las cosas naturales; de ahí su definición en términos de diáthesis kata Physis, “disposición natural”. Cómo hemos visto en el texto de la isagoge ioanonnitii, el estado sano e hígado es el fisiológico; a la physis o naturaleza de las cosas pertenece como propiedad  inherente la salud.

Todo ser humano en tanto que natural es sano. Y si no lo es (como sucede, por ejemplo, en las anomalías o monstruosidades congénitas), hay que atribuirlo a alteraciones del orden de la naturaleza, efectuadas por potencias que tienen poder sobre ella, ya sean demiurgos o démonos.

La salud es siempre “orden natural” y la enfermedad “desnaturalización” o alteración del orden de la naturaleza; La enfermedad tiene un estatuto preternatural o contranatural, es para physis. Lo hemos leído en el breve texto de la Isagoge. Por lo extraño que parezca al médico moderno, para quien la enfermedad como la salud, para el medico antiguo y medieval la enfermedad tiene el estatuto de propiedad “preternatural” o “contranatural”. La escolástica distinguió con todo cuidado lo preternatural y lo contranatural. Lo preternatural supone una alteración “occidental” del orden de la naturaleza, motivo por el que las enfermedades preternaturales por antonomasia son los “occidentes”, las alteraciones que los hipocráticos denominaron kata tykhe o por azar. Por el contrario, lo contranatural provoca una alteración más “sustantiva “del orden de la naturaleza, muy profunda y con frecuencia mortal; son las enfermedades que los hipocráticos denominaron kath´anánken. Bien es verdad que a lo largo de todo el galenismo se engloban ambos aspectos en la expresión genérica para physis, unas veces traducidas por praeternaturalis y otras por contranaturalis. En ambos casos, poro sobre todo en este último, la enfermedad humana tenía una raíz a la postre religiosa.

Esto que se dice de la enfermedad es igualmente  aplicable a la terapéutica. No en vano el objeto de esta, restituir al cuerpo humano el estado de salud, exige seguir un camino que es, exactamente, el contrario de la producción de la enfermedad. Si esta consiste en el paso de un estado fisiológico o natural a otro anti fisiológico o para physis, la terapéutica ha de tener de objeto la restitución de las condiciones fisiológicas en quien las ha perdido. Esta restitución estará al alcance de la tékhne humana cuando la enfermedad sea meramente “occidental” (en eso consiste la técnica griega, en la modificación accidental de las cosas, sin alterar su sustancia), y no lo estará en el caso de las enfermedades sustanciales (pensemos en las monstruosidades). Lo primero puede arreglarlo la dieta, el fármaco o la cirugía; lo segundo escapa por lo general a estos medios, razón por la cual se impetrara su curación mediante practica piadosas, intervenciones extraordinarias o milagrosas, etc. La terapéutica no perdió nunca, a lo largo de toda la Edad Media, este carácter formalmente religioso. No es un azar que una de las sectas judeocristianas más rigoristas de los comienzos de nuestra Era tomara por nombre, precisamente, el de “terapéutica”.

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