Ensayo A La Imprenta

La primera imprenta que funcionó en los territorios del Ecuador, fue traída por el sacerdote jesuita José María Maugeri aproximadamente por el año 1755, y fue instalada en la ciudad de Ambato con el pomposo nombre de “Imprenta de la Compañía de Jesús”. Dicha imprenta estuvo a cargo del tipógrafo alemán Juan Adán Shwartz. Nuestro primer historiador nacional, P. Juan de Velasco, abre su “Historia Moderna del Reino de Quito” con este dictamen: “La historia moderna del Reino de Quito, y la de los Jesuitas del mismo Reino, son de tal modo conexas entre sí, que no puede prescindir la una de la otra”.

Los jesuitas del Ecuador acogemos con júbilo este fallo que broto ya con claridad en los albores indecisos de nuestra historia. Y lo acogemos con júbilo por un doble motivo: porque lo que es gloria de la Compañía de Jesús es gloria de la Iglesia y gloria de Jesucristo. El don de la primera imprenta vino a nuestra Patria por manos del catolicismo, el lo financio, lo trajo y lo puso en marcha. En aquellos tiempos por fuerza de múltiples circunstancias, tenía que ser lento y sobre todo difícil. Cuatro años más tarde y de manera muy sutil, el padre Maugeri que tanto bien la estaba haciendo a Ambato con sus publicaciones fue trasladado a Quito, debiendo llevar con él la imprenta que fue instalada en el local del Seminario de San Luis. Esta fue la única imprenta que existió en la Audiencia de Quito durante más de veinticinco años, y en ella el Dr. Eugenio Espejo imprimió las primeras publicaciones de “Primicias de la Cultura de Quito”. La introducción de la primera imprenta en nuestro suelo es un capitulo escrito con cuidado por la historia, para el trabajo definitivo la “Historia de la Imprenta en el Ecuador de 1755 a 1830” se distingue por su riguroso espíritu científico y tanto por la riqueza de su documentación y la finura de su crítica como por el acierto de haber incorporado resultados y textos, casi todos de acceso difícil, va a ser en efecto el punto de referencia obligado en este aspecto de nuestra historia cultural. Stols lo ha comprendido y su monografía ha acogido con escrupuloso cuidado documentos de detalle que tal vez habrían sido demasiado en una historia de conjunto, pero que vienen a ser esenciales en un estudio especializado; entre los documentos que Stols reproduce o publica por primera vez hay gran interés cultural como el informe de Dionisio de Alcedo, de 6 de septiembre de 1741, sobre la convivencia de la imprenta en la provincia de Quito, informe solicitado por el consejo de Indias. Esta imprenta permaneció en Quito hasta fines de 1827 en que fue adquirida por el Crnel. Ignacio Torres, segundo Intendente de Cuenca, quien la puso a disposición de fray Vicente Solano. En ella se imprimió la primera publicación de “El Eco del Azuay”, que apareció el 13 de enero de 1828. Vale anotar sin embargo, que desde 1821 venía funcionando en Cuenca una prensa litográfica,

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