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georgeus31 de Octubre de 2012

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Misael Acosta Solis y Conservacionismo en Ecuador

Por Nicolás Cuvi

Geo Crítica / Scripta Nova

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Misael Acosta Solís y el conservacionismo en el Ecuador, 1936-1953 (Resumen)

Entre 1936 y 1953 el geobotánico ambateño Misael Acosta Solís (1910-1994) lideró, en el Ecuador, un proceso de divulgación por un cambio de actitud en la relación con la naturaleza y por la institucionalización del conservacionismo. Sus argumentos fueron especialmente económicos, pero también ecológicos, estéticos, morales, patrióticos. Hacia 1952 logró instalar el discurso en la academia, círculos científicos, sectores productivos y el Estado; fundó y dirigió varias instituciones que incluyeron una quinta privada de experimentación y el primer Departamento Forestal del país. Aprovechó su autoridad científica y la coyuntura de un país abocado a lograr el “desarrollo” para integrar el discurso conservacionista en el Estado. Algunas de sus ideas y prácticas, vistas de forma anacrónica, aparecen como poco ecologistas, pero la mayor contradicción aparece cuando se constata que tal institucionalización del conservacionismo coincide con el inicio de una dramática transformación del paisaje en el Ecuador (1948-1949).

Palabras clave: conservacionismo, ecología, ecologismo, Ecuador, Misael Acosta Solís.

Misael Acosta Solís and the conservationism in Ecuador, 1926-1953 ( Abstract)

Between 1936 and 1953 the geobotanist Misael Acosta Solís (1910-1994) leaded an intense divulgation campaign to promote the institutionalization of conservationism and a change of attitudes in the relation with nature in Ecuador. He mainly used economic arguments, but also ecological, aesthetical, moral, and patriotic ones. Around 1952 he succeeded in introducing the conservationist discourse in the academy, scientific circles, agribusiness people and the State; he founded and directed various institutions: a private farm for experiments, the first Forest Department in Ecuador, between others. He used his scientific authority and take advantage of Ecuador’s situation in 1948 —a country involved in “development”— to integrate the conservationist discourse in the State. Some of his ideas and practices, seen from today, appear as non-environmentalists, but the biggest contradiction shows up when it is confirmed that in Ecuador (as in the world) that period of institutionalization of conservationism coincides with the intensification of landscapes transformation.

Keywords: conservationism, ecology, environmentalism, Ecuador, Misael Acosta Solís.

“Todos sabemos los abusos que se han cometido en la explotación de las reservas forestales [...] verdaderas víctimas de la civilización.”

Misael Acosta Solís, Por la protección y fomento forestal, p. 205.

Este trabajo comenzó con mi interés por conocer qué ideas de la naturaleza tenían los científicos ecuatorianos a mediados del siglo XX y en qué momento habían “aparecido” las ideas ecologistas entre este colectivo. Revisé varias revistas científicas publicadas entre 1930 y 1975 en cuyas páginas destacaron dos tendencias: la de aquellos científicos que aprehendían el ambiente como un espacio que debía ser dominado para completar la obra de Dios, sin reparar en la sostenibilidad; y la de un grupo que compartía tal imagen de la vida como una máquina de producción de recursos que debía se controlada, pero añadiendo ideas conservacionistas como la reforestación o el control de la erosión, basadas en el conocimiento de la agricultura y las ciencias naturales; entre éstos la figura más visible fue el polifacético geobotánico Misael Acosta Solís.

Las lúcidas exposiciones de Acosta Solís sobre la deforestación o la erosión en el contexto ecuatoriano y su visión universal del tema llamaron mi atención. No eran las primeras “llamadas de alerta” hechas en el Ecuador y menos aun el mundo, pero sí particulares en su contexto. Llamó mi atención pues creía que hasta las décadas de 1960 y especialmente las de 1970 y 1980 no hubo en el Ecuador una preocupación por la conservación. Así que tras constatar la ausencia de análisis históricos del personaje (existen algunos homenajes)[1] orienté mi investigación hacia su figura, y específicamente hacia su faceta ecologista.

En este artículo, que es un resumen de mi tesis de maestría[2], ilustro el protagonismo de Acosta Solís y de su círculo de científicos en la institucionalización del conservacionismo, las ciencias naturales y la silvicultura en el Ecuador. Para ello detallo la historia de las instituciones que fundó, las publicaciones, las iniciativas ejecutadas en el campo, sus discursos sobre erosión, deforestación, reforestación, conservación de áreas y especies en peligro, insalubridad. Es también un señalamiento hacia un personaje cuyas ideas geográficas sobre el Ecuador y propuestas para la restauración de estas tierras andinas equinocciales aun son vigentes.

He dividido el artículo en cuatro partes. En la primera parte aparece un Acosta Solís recién graduado como primer doctor en ciencias naturales del Ecuador y fundador del Instituto Botánico, comenzando una campaña por la institucionalización del conservacionismo. Cuento sus estrategias de divulgación y los argumentos que esgrimía ante la sociedad ecuatoriana (refrendados por su autoridad científica) para impulsar estas ideas.

En la segunda parte, que arranca a comienzos de la década de 1940, Acosta Solís funda el Instituto Ecuatoriano de Ciencias Naturales, institución privada que convirtió el conservacionismo en su quehacer principal; es el momento del estrecho contacto con los botánicos, forestales, edafólogos, químicos estadounidenses que llegaron en misiones de guerra para exportar quina, quinina, caucho, tagua, arroz, entre otros productos, y que permitiría a Acosta Solís viajar al norte estadounidense para investigar y estudiar, al tiempo que aumentar su autoridad científica.

En la tercera parte me detengo en el Departamento Forestal, dependencia de corte conservacionista fundada en 1948 dentro del Ministerio de Economía. Desde esta institución, dirigida por Acosta Solís entre 1949 y 1953 se intensificó la campaña divulgadora del conservacionismo, y se puede señalar como el momento de institucionalización del discurso conservacionista en el Ecuador (del discurso, pues como expongo más adelante, el ambiente material se degradó más). Aludo también a la Quinta Equinoccial, su finca privada de experimentación.

En la cuarta parte, antesala de las conclusiones, ejemplifico más esta institucionalización del conservacionismo con la aparición de nuevas instituciones, publicaciones y eventos que consolidaron la difusión de ese discurso.

He evitado ahondar en datos sobre el estado material del Ecuador; no obstante, para entender a Acosta Solís en su contexto (y a sus contemporáneos) cabe tener en cuenta lo que pensaba de los paisajes que recorrió:

“La destrucción sigue sin tregua ni descanso, desde el Carchi (al norte) a Loja (al sur), desde la Costa al Oriente, desde las densas y siempre verdes selvas del litoral a las formaciones achaparradas de nuestros páramos. Y todo esto es todavía más desconsolador, al ver que no existe control defensivo de ninguna clase, por parte de los Organismos llamados a hacerlo.”[3]

El comienzo de la campaña conservacionista

En 1936, el recién graduado como primer doctor en ciencias naturales del Ecuador, Misael Acosta Solís (Ambato 1910 - Quito 1994) fundó en Quito el Instituto Botánico de la Universidad Central del Ecuador, convirtiéndose en su director. Adscrito a la también reciente Facultad de Ciencias, la creación de este Instituto —que coincide con la de otros en Bogotá o Sao Paulo— sucedió en un momento importante de institucionalización de las ciencias naturales en aquel país.

En el Instituto Botánico se describió especies de interés forestal, agrícola y médico y las formas de aprovecharlas; su objetivo era poner el conocimiento científico y la investigación universitaria en función de las necesidades del país. Al año de su fundación el Instituto Botánico lanzó su medio de difusión: Flora. Revista de Botánica y Farmacognosia, donde se explicitaba tal objetivo[4]. Y es que, pese a las numerosas expediciones botánicas que se había realizado al actual Ecuador, y pese a ciertas sistematizaciones del conocimiento indígena, la flora de aquel país continuaba siendo en buena parte desconocida. En un panorama mundial aun afectado por la crisis de 1929, las naciones latinoamericanas querían a toda costa el “progreso”, y ello obligaba a conocer y aprovechar materias primas para exportar a las “metrópolis”, y para crear y fortalecer la industria local.

Los canjes de bibliografía fueron muy dinámicos y Flora recibió desde su primer número respuestas desde Argentina, Brasil, Chile, Perú, Uruguay, Venezuela, Guatemala, España, Francia, Estados Unidos, Italia, Suecia, Unión Soviética, India, además de todas las regiones del Ecuador. El director y alma del Instituto, Acosta Solís, comenzó así a construir importantes redes internacionales de comunicación científica que le servirían para difundir sus discursos (y recibir en canje los de sus pares internacionales) y para incrementar y cimentar su autoridad científica y prestigio en el ámbito local. Ese mismo año comenzó a recibir tanto nombramientos de sociedades internacionales como condecoraciones del gobierno por su obra; a sus 27 años el geobotánico ambateño,

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