Estado Moderno
sazhade7 de Septiembre de 2013
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Introducción
Se dice que el Estado es la persona moral de la Nación, organizada políticamente.
El Estado es un concepto de relaciones entre los individuos que lo constituyen, y que juntos cooperan para fines comunes.
Basándonos en que ambos términos serán tratados con dicho afán de encontrar el surgimiento y nacimiento procesal y legal a través de la historia hasta nuestros tiempos, buscando muy a fondo lo que compete con el Estado y sus características a fines.
Estado
El Estado es la forma de organización política más extendida entre las comunidades humanas, y su complejidad como hecho ligado a la dimensión social del hombre le hace susceptible de ser analizado desde múltiples perspectivas, que incidirán en uno u otro de sus aspectos relevantes. Así, su estudio no constituye un patrimonio exclusivo de la ciencia política, rama del saber que se ocupa de los fenómenos de poder, sino que compete igualmente a otras ciencias sociales, como la Historia, que lo estudia en su dimensión de fenómeno histórico de carácter universal; la Sociología, cuyo enfoque radica en determinar sus relaciones con la sociedad civil; la Filosofía, centrada en la especulación acerca del concepto teórico y ético del Estado, o el Derecho, al cual interesa en su vertiente jurídica e institucional. Se hace especial hincapié en el análisis de la evolución históricas de la forma del Estado y las teorías sobre el mismo, así como en la descripción de las características fundamentales del Estado Moderno, en base al cual pervive la actual división política mundial. Se tratará también de precisar su significado y distinguirlo del de otros términos que, aunque a veces son apropiados para referirse a la misma realidad a la que aludimos al hablar de Estado, no son completamente asimilables a aquél, como Nación, País o Patria.
Resulta difícil esbozar una definición del Estado que tenga en cuenta sus múltiples dimensiones y sea unánimemente aceptada.
Berthelémy, incidiendo en lo institucional, afirmó que era “la nación organizada”, y Sánchez Agesta hablo del mismo como “una comunidad organizada en un territorio definido, mediante un orden jurídico servido por un cuerpo de funcionarios, y definido, mediante un orden garantizado por un poder jurídico, autónomo y centralizado, que tiende a realizar el bien común, en el ámbito de esa comunidad”. Así definido, el Estado sería un hecho sociológico (comunidad), físico (territorio), normativo (orden jurídico), institucional (poder autónomo y centralizado) e incluso ético, pues incorporaría un ideal de justicia, expresado en la aspiración de servir al bien común. El Estado también puede ser conceptuado como “aquella estructura permanente de dominación de una sociedad, sobre la cual, y en el territorio que ocupa, ejerce su autoridad con exclusión de cualquier otra”. Esta noción pone el énfasis en aspectos como el de la soberanía y el de la jerarquía, plasmado en la permanencia y organización del poder estatal, el cual se presentaría como una superestructura que se impone a la sociedad en la que surge. En las definiciones vistas se pone de manifiesto la existencia de una dicotomía entre estado y sociedad civil, cuestión que ha enfrentado a los partidarios de una visión amplia de aquél, integradora de la comunidad política y el territorio en que se asienta, y a los que abogan por un concepto más escrito, referido únicamente al conjunto de órganos estatales que sirven aquella comunidad. Otro debate abierto es el sostenido por los defensores de un enfoque historicista del Estado, para los cuales se trata de un fenómeno de carácter universal, necesario para el desenvolvimiento de la vida en sociedad y presente desde que se sabe de la existencia de sociedades complejas, y los que lo consideran un fenómeno exclusivamente moderno, surgido en Europa a raíz del auge de las ideas difundidas durante el Renacimiento y la Reforma. A continuación expondremos brevemente las principales formas de organización política surgidas a lo largo de la Historia, así como las aportaciones más relevantes de los teóricos, para centrarnos con posteridad en el análisis del Estado en su formulación actual.
El Estado en la Historia y el pensamiento político
Los primeros teóricos del Estado fueron los autores clásicos, que reflexionaron acerca del modelo político vigente en la época, la ciudad-estado o polis, cuya concreción ideal como ente autosuficiente traería consigo la satisfacción de las necesidades de la comunidad. Aristóteles, en su obra Política, concibió la polis como el resultado de desarrollar la faceta moral de la personalidad humana e intentó distinguir la forma de gobierno típica de una familia de la propia comunidad política. En aquella época, la identificación entre Sociedad y Estado era mayor que la existente en nuestros días, debido a la escasa dimensión demográfica y territorial de las ciudades-estado, que permitía una relación directa y fluida de los ciudadanos con los asuntos de gobierno, aún más acentuada si se tiene en cuenta que gran parte de los miembros dela colectividad no ostentaban esa condición (esclavos, prisioneros, etc.). En la antigua Roma surgió la Res publica, entidad política sustentada en el sistema jurídico (ius civile) de carácter personalista, que era aplicado a todos los ciudadanos romanos, independientemente del territorio en el que se encontraban ( no lo era a los que no ostentaban la ciudadanía, para los cuales existía otro cuerpo normativo, el ius gentium). El modelo romano sería asimilable a los actuales estados plurinacionales, mientras que la polis griega compartiría algunas de las notas esenciales del concepto moderno de nación; tradición histórica común y unidad territorial, lingüística y cultural.
La fragmentación e inestabilidad política que caracterizó la época medieval reveló la necesidad de contar son estructuras de poder consolidadas. En este contexto surgió el concepto moderno de Estado, como fuerza centralizada y capaz de permanecer en el tiempo, esbozado en el siglo XV por teóricos como Nicolás Maquiavelo y Jean Bodin. El célebre autor de El Príncipe indagó acerca de la requisitos que debían cumplirse para asegurar la permanencia del Estado, objetivo que estaría por encima de cualquier consideración de índole moral. Sus recomendaciones acerca de las cualidades que debía reunir un gobernante ejercieron gran influencia en al ciencia política de la época, otro de cuyos máximos representantes fue Jean Bodin, coetáneo de Maquiavelo, afirmo la necesidad de contar con un Estado fuerte para garantizar la paz en tiempos de crisis ( en aquélla época, Europa era escenario de graves conflictos religiosos). En su teoría la estabilidad del Estado depende de que la actuación del príncipe soberano, el cual es libre para dictar las normas a su voluntad, esté en consonancia con los imperativos de la moral y el Derecho natural. Su obra inspiro la doctrina del “derecho divino de los reyes” y constituyo uno de los soportes teóricos fundamentales del Estado absolutista, que se convirtió en el modelo político vigente en la época. Otro de los filósofos representativos del absolutismo, el Británico Thomas Hobbes, concibió el Estado como resultado de un pacto o contrato (lo denomina también tratado de paz), en virtud del cual del cual el hombre, que es egoísta y antisocial por naturaleza, y que tiende a satisfacer sus propios intereses aún en perjuicio de sus semejantes, cede parte de su libertad a una entidad superior capaz de evitar que la confrontación entre los diferentes intereses individuales (bellum omnium contra omnes) degenere un conflicto social. Así, el Estado aparece como un poder omnímodo que dicta el Derecho y la moral, y se impone a la voluntad de los miembros del colectivo. Hobbes también se ocupó del problema religioso, que vivía su momento álgido debido al conflicto provocado por la Reforma de Lutero. Para el pensador ingles, el poder del Estado es totalmente independiente del ejercido por las autoridades eclesiásticas, que no reúne las características de aquél, ya que no presenta la nota de coerción. Tan solo a través del Estado podrían llegar a tener contenido político los actos de un cuerpo clerical. John Locke recogió la tradición anterior y se anticipo a los teóricos del Estado liberal. En su concepción de la política, el poder del soberano representa a la sociedad sobre la que es ejercido, que está legitimada para despojar a aquél del mismo si lo usa de manera contraria a los intereses de sus miembros. El Estado surgiría en virtud de un contrato social por el que los individuos deciden no infringir los derechos inalienables de cada uno( vida, libertad, propiedad), cuya protección debe ser el objetivo fundamental del gobernante, y estaría estructurado en tres poderes: legislativo, ejecutivo y federativo (alianza para la defensa).
En el siglo XVIII destaca la figura de Jean-Jacques Rousseau, cuya principal aportación a la teoría del Estado es cu concepto de la soberanía. Para el ginebrino, el derecho a gobernar no es algo apriorístico y de origen divino, sino que depende de la voluntad general de los gobernados. La soberanía deja así de residir en una persona y se traslada al conjunto de la comunidad política: la nación que será quien legitime la acción de gobierno. El Estado ha de ser, en su sistema, un medio de desarrollo moral de la humanidad, y debe tener a conseguir el bien común. El pensamiento de Rousseau influyó en la superación del modelo absolutista y fue uno de los pilares básicos
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