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Estructura Y Coyontura

RrorroAX23 de Julio de 2013

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Vilar se pregunta: l) Si la estructura así definida es válida para un período, y en este caso ¿por qué y cómo se sale de ella? 2) Si la economía está sometida a las presiones de elementos no económicos ¿cómo intervienen estos?. Sobre el primer punto, nos dice Vilar, los economistas sólo "proporcionan indicaciones difusas y eclécticas",y sobre el segundo proponen varios sectores y niveles, y tratan de superar el aislamiento de las estructuras económicas, incluyéndolas dentro de "sistemas" donde lo político, lo jurídico, lo mental, etc., se combinan. Entonces, deberían incluir —nos dice— las estructuras físicas y geográficas; las estructuras técnicas; las estructuras demográficas; las estructuras institucionales; las estructuras mentales, y en este caso, concluye, "si el economista quiere suscitar a la vez todas estas cuestiones, y dado que sólo puede esclarecerlas para un período bastante largo, su trabajo se confundiría en realidad con el del historiador" (p. 63-64).

Esta última conclusión puede admitirse en el sentido de que el análisis del funcionamiento de la economía está muy cerca de los presupuestos científicos de un historiador, de un sociólogo, de un psicólogo, etc. Es también evidente que entre los hechos económicos y otra serie de hechos de carácter político, social, mental, etc. existen conexiones e interdependencia, pero ello no quiere decir, como presupone Vilar, que estas conexiones sean siempre constantes.

"Definir también las estructuras", sigue diciendo, "como lo hace Braudel, por los obstáculos (realidades biológicas, límites de productividad, mandamientos espirituales, etc.) que establecen para el hombre "prisiones de larga duración", es volver, como Lévi-Strauss a las "prácticas", sin resaltar la "praxis" que destruye los obstáculos y abre las cárceles". "Es, también, llamar la atención sobre la resistencia de las supervivencias (que existen, pero terminan por ser vencidas) en detrimento de las fuerzas materiales y espirituales, de la innovación" (p. 66). Vilar, aunque puede parecer que defiende el valor superior de la innovación, como hecho espiritual, lo que está proponiendo es una innovación necesaria (determinista), no producto de la libertad humana, sino de la fuerza imparable de la presión del movimiento intrínseco de la Historia.

Se pregunta también si la lógica de algunas "prácticas", en el campo de la etnología, puede formalizarse, matematizarse; es decir, si dichas "prácticas" pueden considerarse como hechos sustantivos, permanentes. ¿Es posible tratar igualmente las estructuras del pensamiento que cita Braudel (el sistema cultural bajo el imperio romano, el "instrumental mental" del siglo XV, "el espacio pictórico" de los clásicos, etc.)?. Vilar, de acuerdo con la idea marxista de que dichas manifestaciones del pensamiento son expresiones de intereses de clase, y, por tanto, cambiantes, cree que no.

Una vez asentadas estas críticas, expone su teoría (marxista) sobre la aplicación de la noción de estructura en la historia. Comienza afirmando que el historiador debe desconfiar de modelos que se presentan como universales y eternos (pone por ejemplo la proposición de Malthus de que los recursos crecen en proporción aritmética, mientras que el número de hombres en progresión geométrica, pues el hombre puede ocupar nuevos espacios e inventar nuevas técnicas) y de aquellos muy complicados, tomados de la observación empírica de un caso, que corren e] riesgo de no ser válidos más que para ese caso. Hay pues, que encontrar en el espacio y en el tiempo el marco legítimo del modelo estructural utilizable en historia. Entonces, afirma, sin mayores argumentos, que "hasta el momento, el mejor marco parece ser el propuesto por Marx: la noción de modo de producción". Un modo de producción es una estructura que expresa un tipo de realidad social total, puesto que engloba, en las relaciones, a la vez cuantitativas y cualitativas, que se rigen por una interacción continua: l) las reglas que presiden la obtención por el hombre de los productos de la naturaleza y la distribución social de esos productos; 2) las reglas que presiden las relaciones de los hombres entre ellos, por medio de agrupaciones espontáneas o institucionalizadas; 3) las justificaciones intelectuales o míticas que se dan de estas relaciones, con diversos grados de conciencia y de sistematización, los grupos que las organizan y se aprovechan de ellas, y que se imponen a los grupos subordinados" (p.67). Y concluye: "El modo de producción es, pues, casi por definición, una estructura y si en esta estructura hay diferentes niveles (económico, sociopolítico, espiritual), estos niveles son interdependientes, incluso cuando manifiestan, en tal o cual fase de su desarrollo, una cierta tendencia a la autonomía" (p. 68).

Marx elaboró el esquema estructural del modo de producción capitalista. Recientemente se han llevado a cabo esfuerzos (Porschnev, Kula) para elaborar de forma más sistemática el esquema estructural del modo de producción feudal. Para los modos de producción más próximos a nosotros, sólo existen, actualmente, análisis insuficientes. "El modo de producción socialista se ha instaurado de forma más consciente que los otros, y por lo tanto sobre bases teóricas en principio claras; pero la experiencia muestra que una estructura global (juego de la economía-instituciones-ideología) no se instala sino a través de largos tanteos y de luchas difíciles" (p. 168-169).

La estructura, sigue diciendo Vilar, no es un esquema universal, pues son siempre varios los modos de producción que coexisten. No son tampoco realidades eternas, o de muy larga duración. En tercer lugar, no se trata de fórmulas que engloban a toda la realidad social, sino solamente a la realidad dominante, "la que determina, en una sociedad, los procesos decisivos". Los cinco o seis modos de producción coherentes que proporciona la Historia son estructuras que han estado o están todavía bastante extendidas, que han durado y todavía duran. Pero la historia busca el cambio, y por tanto, ha de preocuparse ante todo por él. Según Vilar, Marx ha demostrado que: l) la estructura de un modo de producción es una estructura de funcionamiento; 2) la estructura de funcionamiento, por tanto, comporta y genera contradicciones "y seguirá haciéndolo mientras no se trate de un modo de producción totalmente consciente y científico". Así, en el terreno económico estas contradicciones generan crisis y en el terreno social, luchas de clases. "... las desestructuraciones y las reestructuraciones en que consiste la historia se desencadenan a través del juego de las crisis y de las luchas de clases combinadas" (p.79), y el conocimiento histórico necesita, además del estudio de las estructuras, el de estas crisis y luchas.

Como se ve, Vilar hasta aquí no nos ha dicho más que lo que ya había dicho Marx, sin comprobarlo. Lo único que añade son algunas precisiones: que estos "modelos de modos de producción" no alcanzan a toda la sociedad, y que existen aspectos entre las relaciones de producción, que, aparentemente, pueden parecer en algún momento, autónomos. ¿No es esto una concesión a la realidad que numerosos estudios concretos están probando cada día?

Vilar nos dice también que Marx ha presentado exactamente el modelo de producción capitalista, que otros autores tratan de precisar más exactamente el modo de producción feudal, y, en cuanto al socialista —que está ya instaurado— admite que "a través de tanteos y de luchas difíciles". ¿No es igualmente una concesión a una explicación marxista originaria demasiado simplista?. En cuanto al sistema capitalista, Marx ciertamente hizo un análisis agudo, pero limitado a determinados sectores; de todos modos en su observación abundan las proposiciones o interpretaciones personales, que, en todo caso, han valido para un momento del capitalismo. Y es que el sistema capitalista que conoció Marx tenía, ciertamente, principios racionales organizativos muy claros, y, además primaba en él una concepción "economicista", materialista de la economía, si se quiere. Pero el análisis del capitalismo de Marx, no se ha revelado, en manera alguna, aplicable al futuro desarrollo del capitalismo, ni contiene elementos intelectuales válidos para una explicación del proceso histórico. Vilar parece curarse en salud, al afirmar que los restantes modelos estructurales, preconizados por el marxismo, pueden llegar a describirse algún día; también deja a salvo que amplios sectores de la sociedad o de las manifestaciones de cada modelo no siempre encajan de manera total. ¿Cómo se puede, pues, compaginar una concepción histórica tan estricta, que encierra en sí misma un determinismo absoluto, con tantas salvedades y excepciones?.

Definida la necesidad de analizar el desarrollo histórico, mediante modelos estructurales basados en el modo de producción, cree Vilar que el historiador debe también tener en cuenta otras estructuras que a veces son más amplias y otras más restringidas que el "modo de producción", Tales como los elementos característicos de la estructura de un país que superan en duración la fase de un modo concreto de producción: las permanencias físicas (clima, relieve), combinaciones geoeconómicas cristalizadas en tradiciones, en hábitos humanos (trashumancias, tipos de ciudades, etc.) pues las relaciones feudales o del capitalismo industrial han podido depender de algunas de esas circunstancias; la distribución espacial de los hombres, de las comunicaciones, de los recursos;

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