Explotación Y Economía Moral En Los Andes Del Sur: Hacia Una Reconsideración Critica[*]
SERGIOEGONZALEZ10 de Mayo de 2014
12.409 Palabras (50 Páginas)338 Visitas
Explotación y economía moral en los andes del sur: hacia una reconsideración critica[*]
Brooke Larson[**]
I. INTRODUCCIÓN
La idea de escribir este trabajo se sembró en mi subconsciente hace cerca de un año, cuando un antropólogo andino comentó, casualmente, que el repartimiento de mercancías pudo haber sido una institución más benévola de lo que generalmente han supuesto los historiadores. En ese entonces el comentario me pareció impetuoso e irreflexivo: una puñalada a la historiografía andina que ha entendido la insurrección andina en el siglo XVIII como una respuesta (por lo menos en parte) a la creciente explotación frente a esta institución.
El sentimiento andino hacia la
costumbre de pagar tributo
reflejaba la visión del tradicional
"pacto de reciprocidad" que
había gobernado las relaciones
entre el Estado y el campesinado
durante el período colonial.
No obstante, al reflexionar un poco más, este provocativo comentario me pareció menos impulsivo. Aquel antropólogo tema en mente, sin duda, el reciente estudio de Tristan Platt sobre los campesinos de Chayanta, quienes en el siglo XIX aceptaron gustosos la reinstitucionalización del tributo bajo el Estado republicano [1].
Platt demostró cómo el sentimiento andino hacia la costumbre de pagar tributo reflejaba la visión del tradicional "pacto de reciprocidad" que había gobernado las relaciones entre el Estado y el campesinado durante el período colonial.
Lógicamente puede argumentarse que el repartimiento de mercancías —otra forma de extraer tributo— no fue sino una carga más para ser asumida colectivamente por los indios del ayllu en el siglo XVIII, a cambio de la sanción estatal de los derechos de propiedad colectiva de la tierra.
Aparentemente, mi colega antropólogo estaba sugiriendo que, como el tributo, los repartos no fueron necesariamente percibidos como explotadores, a pesar de lo rígida y dura que esta institución colonial aparece ante los historiadores que viven en economías de mercado modernas y que se sitúan en la tradición de la "leyenda negra".
Si queremos superar las
Aproximaciones mecanicistas hacia
la economía campesina y hacia el
comportamiento político de las
comunidades andinas en coyunturas
históricas determinadas, los
historiadores debemos examinar el
delicado tejido de las normas
sociales y de las reciprocidades que
regulaban la vida material y formaban
la base ideológica del orden
hegemónico.
Desde mi punto de vista, la anotación del antropólogo referido es un ejemplo de relativismo radical, el cual reduce el concepto de "explotación" a uno puramente subjetivo. Y aun así se plantea un punto importante: lo que aparece como explotación ante un grupo puede no ser necesariamente percibido como tal por otra colectividad. Lo mismo puede decirse para un mismo grupo, por ejemplo ayllu en particular, refiriéndose a diversos momentos a través del tiempo. Los historiadores que asumen una aproximación estrictamente materialista al problema de la explotación no son capaces de explicar convenientemente las variadas reacciones de grupos campesinos ante fuerzas estructurales de cambio similares. Si queremos superar las aproximaciones mecanicistas hacia la economía campesina y hacia el comportamiento político de las comunidades andinas en coyunturas históricas determinadas, los historiadores debemos examinar el delicado tejido de las normas sociales y de las reciprocidades que regulaban la vida material y formaban la base ideológica del orden hegemónico. Sólo entonces podemos comenzar a explicar por qué los pueblos toleraban o no las instituciones del colonialismo explotador.
El estudio de la "economía moral" provee un marco conceptual para el estudio de la economía campesina y las insurrecciones en las sociedades preindustria-les en proceso de cambio. Elaborado en los años setenta como un modelo de la economía campesina y su comportamiento político, la "economía moral" integra el estudio de las normas sociales y los patrones económicos en las sociedades tradicionales asaltadas por fuerzas globales de cambio que amenazan con su extinción. A diferencia de los analistas del "sistema capitalista mundial", los "economistas morales" fundamentan sus estudios en la base de la agricultura de subsistencia para dar una mejor explicación de las normas, costumbres y creencias campesinas. Además, buscan explicaciones históricas del comportamiento pasivo, de la resistencia o de las rebeliones campesinas, en las estrategias variables mediante las cuales los campesinos buscan afianzar la seguridad de su nivel de subsistencia y defender su modo de vida de amenazas externas e impersonales. De esta forma los "economistas morales" localizan sus análisis de la rebelión (o la no rebelión) campesina, en el eje de la estructura y la ideología. Estudian el cambio estructural y la transición a la economía capitalista de mercado desde una perspectiva fenomenológica: se preguntan cómo los campesinos percibieron e interpretaron aquel cambio. Más específicamente, la economía moral es el estudio de las nociones campesinas de justicia e injusticia que legitiman (o deslegitiman) las relaciones de poder entre las élites y los campesinos. En efecto, la perspectiva de la economía moral ha vuelto a introducir la cultura, la política y la ideología (en su definición amplia) en el estudio de las sociedades agrarias tradicionales después de un largo estancamiento dominado por interpretaciones exclusivamente materialistas.
La economía moral es el
estudio de las nociones
campesinas de justicia e
injusticia que legitiman (o
deslegitiman) las relaciones
de poder entre las élites y los
campesinos.
En este trabajo considero de manera crítica la relevancia del modelo de la economía moral para el estudio de la reproducción social o la transformación de la sociedad rural andina en el período colonial y en el siglo XIX. Sostengo que, utilizado con cuidado, este modelo provee un marco de referencia para el análisis de las relaciones Estado - campesinos e, inclusive, para las relaciones terrateniente-arrendatario en contextos culturales y temporales específicos. Pero allí está la dificultad. Muy fácilmente la economía moral puede destacar las normas y las relaciones sociales "tradicionales", en la medida en que éstas chocaron con las fuerzas económicas, políticas e ideológicas europeas. O puede ser empleada para estudiar con demasiada generalidad las condiciones universales bajo las cuales brota la insurrección campesina en los contextos preindustriales. Pienso que una aplicación crítica es particularmente importante en el contexto andino donde una tradición atemporal ("lo andino") es algunas veces invocada para mistificar procesos complejos y contradictorios de formación de clase y para oscurecer relaciones conflictivas. Sin embargo, si tenemos cuidado en respetar las culturas e historias particulares, los historiadores tenemos mucho que ganar utilizando esta perspectiva de estudio acerca de la conciencia y las acciones campesinas. Inclusive los historiadores económicos que estudian las instituciones coloniales y el cambio estructural pueden beneficiarse, prestando más atención a las perspectivas morales y a la ideología popular para comprender la dinámica del cambio en la sociedad rural andina, así como el funcionamiento y la crisis del sistema colonial como un todo.
Polanyi trató de refutar las
preconcepciones del liberalismo
económico; es decir, que la
motivación hacia la ganancia es
"natural" en el hombre y que la
economía de mercado destruiría
inexorablemente las economías
"primitivas naturales".
Antes de remitirnos al caso andino, revisemos brevemente una muestra de la literatura existente acerca de la perspectiva de la economía moral.
II. LA ECONOMÍA MORAL MAS ALLÁ DE LA DICOTOMÍA CULTURALISTA MATERIALISTA
Las preguntas teóricas acerca de la interrelación entre estructuras e ideología han interesado a los científicos sociales, especialmente desde que Marx y Hegel cristalizaron el debate sobre la determinación histórica. Pero fue Karl Polanyi quien inició el debate sobre el problema histórico de la transición de una sociedad preindustrial tradicional a una economía de mercado madura y autoregulada [2]. Polanyi forzó a los historiadores sociales y económicos, que habían estudiado por mucho tiempo los procesos de industrialización, formación del Estado, del imperialismo y la ideología del libre comercio, a prestar atención al "destacado descubrimiento" de la investigación antropológica de que "... la economía del hombre por lo regular está enmarcada dentro de sus relaciones sociales" [3]. En forma magistral, Polanyi argumentó que antes del advenimiento de la economía política, la mayoría de las sociedades organizaban la producción y la distribución en torno a motivos no económicos que salva guardaban el tejido de las redes sociales. La ganancia individual tenía poca importancia motivacional en las sociedades tradicionales y, ciertamente, en la mayoría de las sociedades el comportamiento económico estaba gobernado por normas sociales (simbólicamente expresadas a través de la religión y el ritual) que recompensaban la contribución al bienestar
...